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Cuba, Rusia o la misma CIA; las teorías conspirativas sobre el asesinato de Kennedy

Los documentos sobre el asesinato de John F. Kennedy que serán desclasificados pudieran dar luz sobre varias de las teorías que se han tejido en los últimos 54 años

Como si se tratara del anuncio del ganador de uno de sus concursos televisados, Donald Trump se asomó nuevamente ayer a su cuenta de Twitter para adelantar que hoy día 26 de octubre serían sacados a la luz más de 3.000 documentos vinculados al asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963.

Según se ha dicho, ya que en años anteriores se liberaron no pocos reportes y análisis de inteligencia, esta última porción de la investigación secreta que en teoría sería desclasificada hoy representa algo más del 10% del total. Y se espera que con ello se dé por cerrada definitivamente la cobertura mediática al asesinato más connotado del último siglo en Estados Unidos.

Sin embargo, el resultado de esta presentación de documentos firmados por la CIA, el FBI y el Departamento de Justicia difícilmente mostraría nada que no haya sido ya comprendido en las muchas teorías tejidas a lo largo de más de 50 años sobre el magnicidio de Dallas.

Entre los documentos más esperados pudieran encontrarse informes sobre el viaje realizado a México por el asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald. Como se sabe, el 26 de septiembre de 1963 este ex marine se personó en las embajadas soviética y cubana, en la capital mexicana, en busca de un visado para la Unión Soviética; si bien su actitud y la inconsistencia de sus argumentos hicieron que los funcionarios de ambas legaciones rechazaran su pedido.

Estas visitas han alimentado durante medio siglo la teoría de un posible complot de ambos gobiernos comunistas para eliminar al presidente estadounidense.

Suficientes investigadores e historiadores llevan años a la espera de algún indicio que demuestre el afán de venganza de Fidel Castro contra JFK, luego de que este le diera luz verde a la operación llevada a cabo en Bahía de Cochinos, en el sur de la provincia de Matanzas, en abril de 1961, resultando el más notorio de los intentos fallidos por derrocar al gobierno de los barbudos.

Curiosamente, tras aquel fracaso, el propio Kennedy arremetió contra la CIA. En su momento, un reporte de The New York Times aseguraba que el inquilino de la Casa Blanca había expresado que quería “cortar a la CIA en mil pedazos y lanzarla por la ventana”.

Ello conecta con otra teoría que sostiene que detrás del magnicidio se pudiera encontrar esta agencia de inteligencia del gobierno. Tanto la película “JFK”, de Oliver Stone, como la novela "Libra", de Don DeLillo, han abundado en la versión de que la CIA o personas asociadas a esta agencia estuvieron involucradas de algún modo en la muerte del presidente.

Algunas teorías insisten en que, además de Oswald, una persona afiliada a la CIA fue la que efectuó el disparo mortal, mientras que otras afirman que esta agencia tenía conocimiento de que algo grave se estaba preparando; por lo que, al no actuar como era su deber, pasaría a ser cómplices del asesinato.

La teoría de que fuerzas mucho más oscuras se parapetaron detrás del señuelo de Lee Harvey Oswald, y que sobre todo la CIA posee los datos más apegados a la verdad, ha competido desde siempre con la formulada inicialmente por la comisión Warren, que sostuvo que Oswald actuó solo y que él mismo realizó los tres disparos que acabaron con la vida de JFK.

A finales de los años 70, una comisión del Congreso consideró que el asesino confeso debió haber sido auxiliado por otra persona, aunque, hasta el día de hoy, no se ha logrado demostrar qué otras personas se complotaron contra el presidente, como mismo tampoco se ha podido demostrar que hubo un segundo tirador.

De cualquier manera, resultaría verdaderamente sorprendente que los Archivos Nacionales expusieran ante la opinión pública nacional y extranjera la totalidad de los documentos que todavía conserva.

Este mediodía, todavía no había indicios en internet de que estos papeles ya estén disponibles, como mismo ni la Casa Blanca ni el propio Trump han vuelto a manifestarse sobre el tema.

Ello daría cuenta de la lucha de intereses que se estaría produciendo entre todas las partes implicadas. De hecho, la CIA estaría interesada en que no todos los documentos salgan a la luz pública, y lo mismo ocurre con el resto de las agencias.

Lo llamativo esta semana es que el propio Donald Trump se esté mostrando tan interesado en la apertura de esos archivos secretos. De ahí que muchos se pregunten qué persigue al echarle leña al fuego de un proceso mediático que pudiera incriminar, como lo cree su amigo y asesor, Roger Stone, al vicepresidente y sucesor de Kennedy, Lyndon Johnson.

Nuevas y sonadas revelaciones podrían también dejar mal parada a la CIA y a otras instancias del gobierno, desde donde se dice que, aunque ya han pasado unos largos 54 años, todavía instan al magnate neoyorkino a que no abra totalmente la ventana de la historia verdadera.