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Así fue la matanza en el concierto de country en Las Vegas

Desde su habitación en un hotel de Las Vegas, Stephen Paddock, de 64 años, llevó a cabo la mayor masacre con arma de fuego en la historia reciente del país

Stephen Paddock, el responsable de la mayor masacre con arma de fuego en la historia reciente de Estados Unidos, se registró el pasado día 28 de septiembre en el hotel Mandalay Bay de Las Vegas. Cuatro días después, Paddock usó un objeto contundente para romper la ventana de la habitación del piso 32 desde la cual disparó a la multitud de 22.000 personas que asistía a un concierto del cantante de música country Jason Aldean en la explanada cercana.

Al menos 58 personas murieron y más de 500 resultaron heridas.

De acuerdo con el sheriff del condado Clark, Joseph Lombardo, al ser descubierto sin vida en su habitación del piso 32, Paddock estaba rodeado por más de diez armas de fuego que fueron halladas cerca de su cuerpo. La policía encontró otras 19 armas en su vivienda de Mesquite (Nevada), además de explosivos. 

Se desconoce si todas habían sido adquiridas de manera legal, pero al menos un propietario de una tienda de armas en Nevada lo reconoció como comprador de un rifle el lunes. También es una interrogante cómo el hombre de 64 años las introdujo en su habitación.

Registros obtenidos por NBC News muestran que acostumbraba a apostar grandes cantidades -hasta 30.000 dólares- en los casinos, algo que corrobora su hermano, Stephen Craig Paddock.

“Estamos en shock, horrorizados. No entendemos cómo Steve pudo hacer esto. No había nada raro en él” -declaró un familiar cercano para The Washington Post.

“Esto es como la caída de un asteroide”, aseguró otro hermano, Eric, a la prensa.

Paddock, que poseía un historial criminal limpio, estaba retirado, tras trabajar, entre otras compañías, para el gigante armamentístico Lockheed Martin; también fue agente inmobiliario. Era aficionado a la caza y a volar aviones.

Según testigos de la matanza, estuvo disparando entre 10 a 15 minutos antes de pegarse un tiro en la cabeza.

De acuerdo con lo trascendido, el humo generado por los disparos desde su habitación en el Mandalay Bay hizo que se activara la alarma contra incendios, lo que le facilitó a la policía local la ubicación de una entre las más de 3.300 habitaciones de ese hotel de 43 plantas.

Allí, ya sin signos vitales, fue encontrado el cuerpo de Stephen Paddock, nacido en 1953, un simple residente de la localidad de Mesquite sin nexo alguno con el terrorismo internacional, que acababa de ametrallar a una multitud.

Según el sheriff de Las Vegas, Joseph Lombardo, los empleados del hotel habían estado en su habitación antes del tiroteo y no notaron nada extraño.

Ahora mismo las redes sociales están atestadas de imágenes tomadas por varias personas que se encontraban en el concierto. Varios testimonios aseguran que primeramente se produjo una ráfaga intensa, durante la cual la música se detuvo y sus intérpretes huyeron en busca de un sitio resguardado.

Miles de personas corrían sin siquiera saber si lo hacían hacia el sitio de donde provenían los disparos; otros permanecían tumbados en el suelo, resguardando a sus seres queridos; no pocos padres con sus hijos pequeños.

De repente hubo unos segundos de calma, aunque el pánico proseguía. Hasta que de nuevo se produjo un segundo tiroteo igualmente mortífero. Era una escena de guerra.

“La gente caía encima de los otros, estuvieran vivos o no -relató Corinne Lomas a CNN-. Pude ver a un hombre con una herida de bala en el cuello... Muchos caían como moscas”.

"Mi marido y yo corrimos hacia nuestro coche -narró otra mujer-, pero debajo había personas que se cubrían de los disparos”.

“¿Puedes ayudarme?”, le preguntó un hombre que estaba herido. Ella lo metió en su auto, donde llegaron a haber unas seis personas en mi coche, mientras afueras todos seguían corriendo, algunos sin zapatos, tan solo para salvarse.

Un reporte de la cadena española COPE da cuenta del relato de una pareja que se encontraba en la ciudad celebrando su luna de miel. Cristina y José Antonio también se alojaban en el Mandalay Bay de Las Vegas. Estaban en el edificio cuando empezaron a ver a “un grupo de gente corriendo” y a la policía que acudía “armada y con chalecos antibalas”.

“No sabíamos qué pasaba, todo el mundo empezó a correr hacia unas puertas -relató el hombre-. Un hombre nos dijo que había una persona armada. Salimos corriendo hacia donde estaban ellos”.

En cuanto al lugar donde tuvo lugar el tiroteo, José Antonio asegura que estaba “completamente abarrotado” a esas horas y que en el concierto “había muchísima gente”.

Por su parte, María Huertas, trabajadora de un restaurante cercano, describió cómo quienes huían de aquella lluvia de balas se refugiaron en el local.

“La gente subió corriendo para refugiarse en mi restaurante -dijo-. Me encerré con mis clientes en la oficina, cogimos palos y sellamos todas las puertas para que nadie pudiera pasar, fue algo terrible nunca en mi vida había sentido algo igual, todavía estoy nerviosa.

En horas de la mañana de este lunes, el presidente Donald Trump calificaba a este ataque como “un acto de pura maldad”, al tiempo que Brian Sandoval, el gobernador de Nevada, lo calificó como “un acto cobarde y despreciable”.

Esta masacre en Las Vegas que deja 58 muertos y más de 500 heridos se inscribe desde ya en la historia reciente de Estados Unidos como el mayor asesinato masivo perpetrado con arma de fuego, desplazando así al tiroteo que el año pasado acabó con la vida de 49 personas en el club Pulse de Orlando, y al que tuvo lugar en 2007 en Blacksburg, en la Universidad Virginia Tech, con 32 fallecidos.