Las películas estadounidenses están dirigidas y protagonizadas por hombres blancos heterosexuales, el rol de las mujeres sigue siendo por lo general secundario y con tintes sexistas, y los latinos y otras minorías apenas tienen huecos en las pantallas, según un estudio de la Universidad del Sur de California – Annenberg, que ha analizado las 900 producciones más taquilleras entre 2007 y 2016 (excluyendo 2011) y a sus 39.788 personajes.
El año pasado, dos de cada tres actores que habrían la boca en una película de Hollywood eran eso, actores. Las actrices siguen siendo minoría: un 31% en 2016, prácticamente el mismo porcentaje que hace una década. Las mujeres protagonistas son habitualmente jóvenes (menos de 45 años), aunque eso también suele ocurrir en el caso de los hombres. Lo que no comparten unas y otros es la propensión a aparecer desnudos o con ropa sexualmente provocativa: una de cada cuatro mujeres exhiben sus cuerpos en escena, frente a uno de cada 10 hombres, una situación que se extiende incluso a chicas de 13 a 20 años.
Detrás de la cámara, la desigualdad es aún más profunda: sólo un 4% de los directores en la última década eran directoras, y la mayoría sólo tuvo una oportunidad.
Hollywood es un ecosistema de hombres, y de hombres blancos: siete de cada diez personajes pertenecen a este grupo demográfico, frente a un 14% de afroamericanos, un 6% de asiáticos y sólo un 3% de hispanos. El porcentaje de población estadounidense afroamericana es el 13%; los asiáticos son un 6%; y los hispanos, un 18%.
El único aspecto en el que se ha incrementado la diversidad es que el porcentaje de películas con personajes LGTB ha pasado del 12% al 36%. Pero este colectivo también está infrarrepresentado: sólo el 1% del total de personajes eran LGTB (en su mayoría, hombres homosexuales), frente al 3,5% de personas que se identifican como tales en Estados Unidos.
¿Qué solución propone este informe? Fundamentalmente, que los estudios cinematográficos se impongan cuotas de inclusión, eviten los estereotipos y combatan los prejuicios tanto explícitos como invisibles. Apuesta además por añadir una cláusula de igualdad en los contratos. Y llama a los consumidores a participar en este proceso yendo a ver películas en las que mujeres y minorías jueguen un papel fundamental.