El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en sus siglas en inglés) ha anunciado este martes la detención de 650 personas durante la oleada de arrestos llevada a cabo en todo el país la semana pasada.
El objetivo de las redadas eran menores que cruzaron la frontera solos y ahora, o bien son ya adultos, o bien han cumplido los 16 años y tienen antecedentes criminales o supuestos vínculos con pandillas criminales. Pero de las 650 personas arrestadas entre el 23 y el 26 de julio, sólo 120 pertenecían a esta categoría. Otros 73 detenidos formaban parte de familias, y 457, es decir, la mayoría, eran inmigrantes indocumentados que los agentes de ICE se encontraron por casualidad durante las redadas.
La mayoría carecía de antecedentes penales: sólo 130 habían cometido algún delito como conducir borrachos, posesión de drogas, violencia doméstica, o asalto sexual. Sobre todos los detenidos, tuvieran o no antecedentes, pesaban una orden final de deportación, según ha indicado ICE en un comunicado.
Se trata de la segunda redada de estas características, después de la que tuvo lugar en enero y febrero de 2016, cuando aún gobernaba el demócrata Barack Obama. Y se produce, según ICE, en respuesta al “incremento significativo” en la llegada de familias y menores solos provenientes de Centroamérica.
“La cifra de personas que huyen de la violencia en la parte norte de Centroamérica se ha incrementado hasta niveles inéditos desde los años 80”, asegura Naciones Unidas en su último informe sobre refugiados. “Estados Unidos sigue siendo el principal país receptor de peticiones de asilo desde esos países”, añade la ONU, que achaca el auge a la violencia del crimen organizado, las bandas callejeras y los cárteles de narcotráfico.