IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

Victorias de Donald Trump en Michigan y Mississippi confirman su liderazgo

Victorias de Donald Trump en Michigan y Mississippi confirman confirman que es el más firme en la contienda republicana

Nueva York - Las victorias de Donald Trump en Michigan y Mississippi no solo confirman la posición de privilegio del empresario en la contienda republicana, sino que echa por tierra lo que se decía de que la campaña de Trump había comenzado su descenso.

El empresario ganó con relativa facilidad en ambos estados, sumando así no sólo delegados, sino también el llamado “momentum” que dan las victorias. El triunfo en Michigan es particularmente importante debido a que otorga más delegados (59) y a que es una estado más grande y con población más diversa que Mississippi. 

Desde el sábado pasado cuando Ted Cruz, el principal adversario de Trump, ganó varios estados, sumado al ataque que el “establishment” del partido republicano ha lanzado en los últimos días contra Trump, muchos expertos opinaban que se había abierto una grieta en la armadura de la campaña del empresario. Se insitía que Trump era vulnerable y que quizá el martes se comenzaría a ver tal debilidad, en particular en Michigan. Trump, sin embargo, vuelve a mostrar que sigue al comando de la batalla republicana por la candidatura presidencial.

Trump ganó en Michigan con el 37% del voto, arriba de John Kasich y Cruz que quedaron con el 25% cada uno. Marco Rubio fue cuarto con el 9%. 

A pesar de la victoria de Cruz en Idaho, con una votación del 43% frente a 28% de Trump, tanto para él como para Rubio la noche del martes fue una mala noche. Cruz porque no tiene elementos para seguir insistiendo en que él es el único que puede derrotar a Trump. Michigan confirma que Cruz está seriamente limitado cuando la competencia se sale de los estados del Sur con grandes poblaciones de evangélicos. Y aún peor, Mississippi ciertamente es un estado de esos típicos sureños con muchos evangélicos y conservadores.

En el caso de Rubio es igualmente desastroso el panorama. Aún cuando el senador no tuvo nunca esperanzas de salir bien en Michigan o Mississippi, el triste cuarto lugar en Michigan lo hace verse mal de cara a la primaria del próximo martes en Florida. Rubio está casi fuera de la jugada presidencial, confiando únicamente en ganar su estado. De lo contrario tendrá que irse para su casa. La derrota en Michigan no es el mejor anuncio para convencer al electorado de la Florida de que confíen en él como el posible candidato presidencial.

El segundo lugar de Kasich da un gran respiro a la campaña del gobernador. Kasich basa todas sus aspiraciones presidenciales en ganar la próxima semana en su estado natal de Ohio -y de ahí ganar en otros estados del noroeste del país-. Al igual que Rubio con Florida, Kasich está obligado a ganar Ohio porque de lo contrario no tiene nada más que hacer en la campaña. 

Tanto Florida como Ohio son estados que dan todos los delegados al ganador de ahí que si Rubio y/o Kasich ganan en su estado al menos tienen una justificación para seguir en la pelea. No es que con ganar superen a Trump sino únicamente que obtienen oxígeno para seguir dando la batalla confiando en que Trump no consiga antes de la convención el número necesario de delegados para ser el candidato presidencial.

Un detalle que llama la atención de las victorias de Trump es el número de gente que salió a votar. En Michigan para el caso, hubo alrededor de medio millón de personas más que votaron en la primaria republicana que hace cuatro años. Esto confirma lo que el mismo Trump repite de que su campaña ha generado un gran entusiasmo en las bases republicanas el cual será clave en la elección general (en los demócratas no hay tal entusiasmo entre los votantes).

Al mismo tiempo, suena extraño todo el fenómeno Trump. No sólo por lo que el empresario ha dicho que ha ofendido a mucha gente, sino por escenas como la del martes en la noche en la que luego de la victoria Trump tuvo el tradicional mitin de celebración en uno de sus clubes privados en la Florida en una mezcla de comercial y mitin político. 

Trump habló de sus múltiples negocios y propiedades como si estuviera anunciando sus marcas. La mayoría de asistentes, al parecer, eran miembros del exclusivo club de golf. Nada que ver con el típico mitin de victoria donde la gente grita y los ciudadanos de a pie que han trabajado en la campaña celebran con el candidato.

Con todo, nada de Trump es normal o de acuerdo a las tradiciones políticas del país. Lo único cierto ahora es que el empresario pareciera que vuelve a hacer volar en pedazos la idea esa de que su campaña estaba en problemas, en este caso por los masivos ataques de millonarios, políticos y gente de influencia en el partido republicano. O también porque Trump había dichos cosas que normalmente son el acabose para cualquier candidato -como la referencia a sus genitales en el debate de la semana pasada-. 

Y por supuesto también, por el ascenso de Cruz. Al menos por hoy sin embargo, Trump ha sepultado de nuevo estos buenos deseos o predicciones de quienes veían problemas en el horizonte de su campaña. Quizá los problemas existan -o la percepción de que existen- pero no parecen afectar o tener influencia en los seguidores de Trump

Los próximos días serán de una gran intensidad en la campaña. Hay una semana antes de las primarias en Florida y Ohio donde literalmente el “establishment” del partido y todos los demás que se oponen a Trump levantarán su última trinchera. Si el empresario gana los dos estados será casi imposible impedir que sea el candidato presidencial republicano. Por hoy Trump celebra sus victorias -muy a su manera en su propio club de golf- y Cruz y Rubio se lamentan las humillantes derrotas.