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¿Dará resultado la fuerte ofensiva contra Trump?

Los días pasan y el magnate logra más votos para ser el nominado republicano, pese a esfuerzo de sus rivales de frenarlo. Carlo Rajo analiza

Donald Trump está hoy en el ojo del huracán, no solo por ir adelante en las votaciones y por acercarse cada día más a la nominación presidencial, sino por ser blanco de una brutal ofensiva de varios sectores del partido para impedir que gane la primaria republicana.

Hoy jueves quien se lanzó al ruedo en esta batalla de último momento contra Trump fue Mitt Romney, el ex candidato presidencial republicano en la elección de 2012. En un discurso en Utah, de los cuales se adelantaron varios extractos a la prensa, Romney acusa a Trump de ser "un chiste" y "un fraude" pidiendo a las bases del partido a que por el bien del país se alejen del empresario.

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“Sus promesas son tan sin valor como lo es un título de la Universidad Trump”, señala Romney en referencia a los diplomas que otorga la universidad con el nombre del candidato. Trump, añade Romney, “no tiene ni el temperamento ni el juicio para ser presidente”.

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En las ultimas horas también se han incrementado los esfuerzos de varia gente adinerada que normalmente dona millones de dólares a las causas republicanas para formar nuevos grupos o solidificar los que ya existen para financiar anuncios en televisión contra Trump. En este caso, es la Florida el foco de atención de estos esfuerzos ya que ahí es la próxima gran elección en el calendario republicano (el 15 de marzo).

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Y si esto no fuese suficiente, se habla ya también en círculos republicanos de incluso cambiar las reglas de la convención donde se nominará al candidato presidencial para evitar la coronación de Trump. La idea aquí primero es que Trump no consiga antes de la convención los 1,237 delegados que se necesitan para ser declarado el candidato. Si esto se lograra, aun cuando Trump llegara con el mayor numero de delegados, se intentaría poner a otro nombre a consideración de los delegados para desplazar a Trump.

Extraño por decir lo menos, todo esto que sucede hoy al interior del partido republicano. El llamado “establishment” o liderazgo partidario -gente adinerada, líderes congresionales, ex funcionarios, etc.- está angustiado y pierde el sueño ante la posibilidad cada día más real de que Trump gane la nominación presidencial.

Les aterra la idea de que el empresario sea el candidato por al menos dos razones: una, porque creen que perderá fácil ante Hillary Clinton. Otra, porque consideran que con varias de las cosas que dice Trump alejará más a las minorías y otros grupos del partido republicano.

Igualmente, a este “establishment” le complica la vida el hecho de que Trump sea un tipo independiente, que no hace caso y no depende de ningún grupo de presión o gente adinerada que le diga qué hacer.

Y también, el hecho de que Trump no sea tan conservador en muchos asuntos que van al corazón del ideario republicano. Un ejemplo de estas diferencias es el hecho de que Trump se opone a quitarle los fondos al grupo “Planned Parenthood”, una organización que ayuda a las mujeres en la salud sexual y que los republicanos detestan ya que entre otras cosas hace abortos en algunas de sus clínicas (Trump se opone al aborto, pero apoya el resto de cosas que hace Planned Parenthood).

El problema con todos esfuerzos para detener a como dé lugar la eventual candidatura de Trump es que van pasando los días y el empresario sigue ganando votaciones. Más allá de todo lo que se critique de Trump, lo cierto es que hay un porcentaje de la base republicana que está con él -hasta ahora anda alrededor del 40%- y que lo ha catapultado al primer lugar en el recuento de delegados.

Para algunos estrategas republicanos incluso, estos esfuerzos han llegado muy tarde. Hace meses, dicen, se hubiese podido detener a Trump. Hoy es casi imposible. Un ejemplo: en la Florida, donde hay 99 delegados en juego y que se otorgarán al que salga primero (es decir, no se repartirán entre los dos o tres primeros lugares como ha sido en otros estados), Trump lleva más de 15 puntos porcentuales de ventaja en las encuestas al segundo que es Marco Rubio.

Hay otro problema además que va en contra de estos esfuerzos contra Trump, el hecho de que no parece haber una alternativa lo suficientemente fuerte o convincente, o incluso posible, ante Trump. Rubio, que es el favorito de ese “establishment” no sólo no ha ganado casi nada -apenas ganó un estado en el ‘Super Martes’- sino que además es visto con dudas por muchos republicanos debido a lo flojo de su curriculum.

Un ejemplo es el propio Romney, quien aun cuando criticó fieramente a Trump, se ha abstenido de dar su apoyo a Rubio. Lo mismo ha pasado con Jeb Bush y su entorno de gente rica y bien conectada que apoyaba su campaña. Todos son críticos de Trump sí, pero se resisten a dar el salto en apoyo a Rubio. Unos, debido a que no les convence el joven senador de la Florida, otros porque dicen respetar la voluntad de los votantes -si estoy apoyan a Trump, pues que así sea.

Otro factor en contra de la brigada anti-Trump es Ted Cruz. El senador por Texas sigue en la campaña -con más estados ganados y delegados que Rubio- y ni de chiste habla de retirarse y de dejarle libre el camino a Rubio. Al contrario, Cruz ha sugerido que es Rubio el que debe de tirar la toalla ya que él es el “verdadero conservador” y solo él puede detener a Trump. Para agravar las cosas, aun si Cruz fuese la mejor alternativa a Trump, el “establishment” lo odia  tanto como a Trump.

Los próximos días serán claves en esta pesadilla que viven los republicanos, comenzando por la noche misma del jueves donde habrá un debate más. No sorprenderá si Rubio y Cruz no dan tregua un instante al sitiado Trump.

Luego habrá varias elecciones este fin de semana y el martes, culminando con esa de Florida del día 15 y Ohio el mismo día, la que también da todos los delegados al ganador. Para esa fecha es posible que el tren llamado el “fenómeno Trump” haya definitivamente partido de la estación y sea inalcanzable.

O quizá pudiera darse el escenario alterno, de que la artillería pesada que se utilizó contra Trump tuvo algún efecto y que aun siguiendo en primer lugar y con más delegados, el magnate llega a la convención un tanto golpeado y bajo un vendaval de críticas. Y que una vez ahí en la convención las elites del partido logren convencer a los republicanos de a pie que Trump, aun cuando ganó más votos y delegados que los demás, no es lo mejor para el partido.

En cualquier escenario sin embargo, se tendrá a un partido republicano seriamente dividido y no en la mejor de sus condiciones para dar la batalla ante el rival demócrata que con seguridad será Hillary Clinton.