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Funcione o no alto el fuego sirio, ISIS sigue invicto

El cese de hostilidades que auspiciaron EEUU y Rusia no parece que pudiera acabar con el conflicto responsable de muerte de cientos de miles

El anuncio del Secretario de Estado John Kerry, junto con su colega ruso Sergei Lavrov, de que en unos días habrá un “cese de hostilidades” en la guerra civil en Siria parecería ser una buena noticia.

Un alivio al menos en un conflicto que en sus cinco años de existencia ha dejado cientos de miles de muertos y millones de desplazados y refugiados.

Quién no recuerda para el caso la foto del niño sirio muerto en una playa de Turquía en su fracasado intento con su familia de llegar a Europa. Fotografía que en gran medida dio lugar luego a que Alemania abriera las puertas a los refugiados sirios y se creara otra crisis como consecuencia de esa guerra civil, en este caso la crisis de los refugiados en Europa.

O quién no recuerda también los atentados terroristas en París y San Bernardino, California, inspirados en las ideas del grupo que se autodenomina el Estado Islámico, el cual opera precisamente ahí en medio de ese conflicto sirio. Atentados por supuesto que generaron luego el gran debate en la sociedad y campaña presidencial estadounidense sobre si aceptar o no a refugiados sirios.

En suma, una Siria ardiendo, una Siria que ha generado un drama humano como no se veía en décadas. Una Siria además, que aparece siempre en la discusión del tema de política exterior de los candidatos presidenciales republicanos y demócratas.

Una Siria relativamente pequeña en términos de los grandes intereses geopolíticos de Estados Unidos pero que sin embargo pareciera haber adquirido un rol central en la política exterior estadounidense. Básicamente hoy se juzga a un candidato presidencial por lo bueno o malo, lógico o sin sentido que suenen sus propuestas sobre qué hacer en Siria.

Así las cosas, surge de nuevo la pregunta: ¿hay que ver en lo de Kerry y Lavrov la mitad llena del vaso -lo anunciado es bueno- o la mitad vacía -lo anunciado es realmente muy poco, casi nada.

¿Es acaso un acuerdo que no resolverá mucho -si es que llegara a implementarse- y que además muestra los límites del poder de Estados Unidos? Y aun peor, que al mismo tiempo deja al descubierto cómo Rusia de pronto no solo se ha vuelto un actor central en los grandes problemas que le quitan el sueño a Estados Unidos, sino que también dicta muchos de los términos de cómo tratarlos.

Según lo acordado por Kerry y Lavrov, en los próximos días se permitirá que pase ayuda humanitaria a la ciudad siria de Aleppo, -antes de la guerra, la ciudad siria más grande- la cual ha sido bombardeada incesantemente en las últimas semanas por los rusos lo que ha generado una crisis humanitaria más. La ayuda por supuesto será bienvenida y de seguro salvará muchas vidas de una población desesperada por cualquier envío de comida y medicinas.

El problema es que el acuerdo literalmente no dice nada sobre qué está detrás de estos bombardeos rusos. Son bombardeos que han ayudado al presidente sirio Bashar al-Assad a recuperar una zona que por años había estado en manos de grupos insurgentes que se le oponen. En una frase, Estados Unidos simplemente se hace como el que no ve y acepta el estatus quo que han creado los rusos con sus bombardeos. No sólo no cuestiona el cambio estratégico que estos bombardeos han creado en el terreno sino que tampoco queda claro si los rusos suspenderán los bombardeos. Y un detalle: se supone que Estados Unidos está en contra de ese presidente sirio Assad.

Se supone que después de que llegue la ayuda humanitaria comenzará el “cese de hostilidades”. De entrada, un problema: el acuerdo establece que no se incluye en el mismo al Estado Islámico y a otros grupos “terroristas”, lo cual tiene lógica. Pero el detalle es que para los rusos, estos “terroristas” también son otros grupos que combaten al presidente sirio y que da la casualidad algunos de ellos son apoyados por Estados Unidos.

Pareciera entonces que el objetivo del acuerdo, al menos desde el punto de vista de los rusos, es terminar de consolidar o recuperar muchas de las posiciones que el gobierno sirio ha perdido en los últimos años y eventualmente llegar si es posible a una resolución -o manejo aceptable- de la guerra civil. Una resolución que no sólo deja en el poder al presidente Assad sino que además va acorde con los interese de Rusia -y de Irán, el otro gran poder metido en el imposible rompecabezas sirio.

La verdad no hay mucha esperanza de que el cese de hostilidades se mantendrá o aun siquiera de que se iniciará. Son tantos y complejos los factores que se mueven en el conflicto sirio que es muy difícil pensar que todo el mundo aceptará el acuerdo entre Estados Unidos y Rusia.

Lo que es claro es que no hay salidas fáciles y que Estados Unidos vuelve a quedar en una posición de realmente no saber qué hacer en Siria. En este caso pareciera que ante la desesperación -la crisis humanitaria en Aleppo y demás- el gobierno del presidente Obama ha debido aceptar un acuerdo que en gran medida favorece a Rusia y sus aliados.

Independiente de si tienen razón los ataques republicanos a Obama de que ha debilitado o minado la credibilidad y el poder de Estados Unidos en el mundo, lo cierto es que por cualesquiera razones, bien geopolíticas, de nuevas realidades que hoy se viven o por lo intratable que son algunos conflictos como el sirio, el punto es que en efecto pareciera haber un Estados Unidos débil. Un Estados Unidos que aun siendo la primera potencia militar del planeta no dicta más los términos de la resolución de los grandes conflictos del mundo. Y quizá esto sea algo bueno, o muestra simplemente de la nueva realidad que hoy se vive en la arena internacional.

Por cierto, el Estado Islámico, esa obsesión que tiene ahora mucho de Estados Unidos, grupo terrorista al que se considera hoy “el más malo de los malos”, sigue ahí en Siria, con acuerdo o sin acuerdo.