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Republicanos y Demócratas llegarán a Iowa como no se había visto en décadas

Falta una semana para la votación en Iowa y Donald Trump y Hillary Clinton siguen siendo los favoritos. Sin embargo, es una campaña que tiene preocupados a republicanos y demócratas.

A una semana exactamente de la primera votación en el proceso para elegir a los candidatos presidenciales ambos partidos tienen ante si realidades que no esperaban y que no son del gusto de las dirigencias republicanas y demócratas.

En el lado republicano, Donald Trump ha mostrado que lo suyo no era algo sólo de un momento, una “llamarada de tuza” como se pensaba sería su incursión en la política presidencial republicana. Un estar arriba sí en las encuestas, pero sólo por unas semanas o a lo mucho unos meses, y que eventualmente su campaña perdería fuerza y el llamado “fenómeno Trump” seria algo más anecdótico y curiosidad histórica que algo real. 

Hoy esa necia realidad ha mostrado que Trump no se va para ningún lado. En la recta final o días previos a la votación en Iowa -‘caucus’ en inglés, algo así como ‘asambleas populares’ en español-, el magnate de bienes y raíces aparece en primer lugar en la última encuesta. 

Significativo el dato ya que aun cuando Trump ha estado casi siempre en primer lugar a nivel nacional, ahí en Iowa en las últimas semanas había sido desplazado por el Senador Ted Cruz. 

Las cosas parecen haber vuelto a su cace normal en esta nueva realidad que viven los republicanos donde Trump es el el principal favorito para ganar la nominación. Y donde además, muchas de las elites partidarias han decidido que aun cuando les espanta algunas de las cosas que dice Trump, ante el apoyo que el magnate tiene de una buena parte de las bases republicanas -nadie genera tanto entusiasmo como Trump- es mejor ver como se acomodan y aceptan lo que parece ser inevitable: que Trump será el candidato presidencial.

En el lado demócrata, la sorpresa tiene que ver con los problemas en que está la campaña de Hillary Clinton. Se suponía que la ex secretaria de estado no tendría mayores dificultades para ganar en Iowa y en general conseguir una candidatura que estaba planeada más como una coronación que como una intensa disputa con su principal rival, el senador por Vermont Bernie Sanders.

Hasta hace unas semanas el panorama parecía confirmar esto de la coronación o “paseo de campo” de Clinton. La gran mayoría de las elites del partido le han dado ya su apoyo y además tenía una poderosa organización de campaña, con mucho dinero recaudado y con oficinas y personal pagado y voluntarios en muchos estados. Las encuestas además, mostraban claramente a Clinton en primer lugar.

Hoy lo que ha cambiado es no sólo que Sanders ha estrechado las diferencias en las encuestas en lugares como Iowa y aumentado en su favor la diferencia en New Hampshire donde sera la segunda votación una semana después de Iowa, sino que además ha ganado la atención de la prensa. 

Hoy la “narrativa” que más se escucha sobre Iowa y la campaña demócrata es sobre el tremendo apoyo que tiene Sanders entre los jóvenes y sobre si sus propuestas son viables o no (muchas de ellas radicales para lo que son los estándares de la política estadounidense de estos tiempos).

Para muchos Clinton sigue siendo la favorita para ganar la candidatura demócrata aun si llegase a perder en Iowa y New Hampshire. Esto debido a que Clinton tiene el apoyo de las minorías, los afro americanos en estados como Carolina del Sur y los latinos en Nevada, estados que vienen después en el calendario de votaciones. 

En el papel esto es cierto. Clinton estaría blindada, más allá de los resultados en Iowa y New Hampshire, debido a este tremendo apoyo y popularidad de que goza con latinos y afro americanos (y que va más allá de Carolina del Sur y Nevada). 

En la práctica sin embargo, no todo es tan claro. Si Sanders llegase a ganar en Iowa y New Hampshire -casi nadie duda de que ganará en New Hampshire- se pudiera generar tal “momentum” y “ruido” alrededor de su candidatura que pudiera hacer cambiar de opinión a mucha gente en Carolina del Sur y Nevada. 

Todo estos son sólo escenarios que pudieran darse o no darse. Lo único cierto es que hoy la campaña de Clinton parece estar un tanto contra la pared. No esperaban este resurgimiento de Sanders y tampoco que salieran a la luz una vez más las dudas sobre Clinton. De que su campaña nunca realmente pego, de que la candidata, por más competente que sea no genera esa conexión emocional con los votantes. De que a Clinton se le ve lejana, y aun peor, de que mucha gente desconfía de ella.

En fin, una campaña como no se había visto en décadas. Ambos partidos inseguros, ansiosos y sabiendo que el proceso para elegir al candidato se les salió de las manos. Un Trump en el lado republicano -o Cruz si este llegase a ganar en Iowa y desplazara a Trump- que basa mucha de su candidatura en el rechazo a las elites partidarias. Los que lo apoyan son gente que no quiere a los líderes nacionales del partido y que votarán por Trump o Cruz precisamente porque son lo contrario de esos que hoy mandan y dominan en el partido republicano.

Y una Clinton con la cual las elites demócratas están cazados y que ven con horror hoy como no sólo Sanders genera mucho más entusiasmo, entre los jóvenes en particular, sino que además, ha hecho que indirectamente mucha gente vuelva a plantearse las dudas sobre la candidatura de Clinton. 

El problema por supuesto, es que ya es muy tarde para una opción o plan “B” para los demócratas. Sanders es muy radical para el gusto de las elites partidarias y Clinton pareciera que aun ganado llegará muy desgastada y con serias dudas a la elección general.