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Más ataques a Obama que entre candidatos republicanos

Donald Trump y Ted Cruz pareciera salieron bien librados y conservarán su ventaja en las encuestas, después del debate en South Carolina

A poco menos de tres semanas para la primera votación para elegir a los candidatos presidenciales, los aspirantes republicanos tuvieron otro debate en el cual casi en igual medida se atacaron entre ellos como atacaron al Presidente Obama. Por momentos parecía que será el mandatario su rival en la elección de noviembre.

Bien sea en el tema del control de armas, en asuntos de política exterior como el combate al Estado Islámico o el recién incidente donde Irán capturo a un grupo de marinos estadounidenses, el ataque a Obama fue incesante y brutal. 

En lo de Irán en particular, comenzando por el Senador por Texas Ted Cruz -quien fue el primero que tuvo la palabra- la crítica a Obama es que permitió que Irán “humillara” a Estados Unidos al aceptar sin protesta que los marinos presos fueran puestos de rodillas.

Lo mismo en el tema de aceptar refugiados de Siria. Donald Trump insistió en su propuesta de que no se deje entrar al país a ningún musulmán, incluyendo a nadie de Siria debido al riesgo de que se infiltre algún terrorista. 

A excepción del ex gobernador de la Florida Jeb Bush, quien señaló que eso no era correcto ya que Estados Unidos necesita hacer alianzas con algunos países árabes, básicamente todo el resto de aspirantes aceptó la idea de que no entren refugiados. Todos por supuesto, señalando que era culpa de Obama que mucha de la población del país esté atemorizada y que por ello acepta la propuesta original de Trump. 

Cuando los candidatos dejaron de lado a Obama hubo tiempo para algunos intensos intercambios verbales. Quizá los más significativos, la disputa entre Trump -quien sigue adelante en las encuestas a nivel nacional- y Cruz, quien está adelante en algunas encuestas en Iowa y quien es visto por ahora como la principal amenaza para Trump. 

Los moderadores trajeron a cuenta el hecho de que Cruz nació en Canadá -de madre estadounidense y padre cubano-, asunto que Trump ha venido mencionando últimamente y que de alguna manera se ha metido en la discusión de la primaria republicana. 

Aunque la mayoría de juristas parecen aceptar que Cruz no tendría problemas legales, algunos expertos legales sin embargo, señalan que el asunto no está  del todo resuelto. Es un tema secundario si se quiere -al menos así quisiera Cruz que fuera- que no obstante es sujeto de discusión y que al parecer le ha perjudicado al senador.

Es claro que la especie de tregua no escrita que había existido entre Trump y Cruz no existe más. Y por una razón simple: cada día se está más cerca de la votación en Iowa y New Hampshire (las dos primeras) y ambos candidatos se ven como los posibles ganadores con el otro como su principal adversario. 

Con todo, no se siente que exista entre Trump y Cruz la mala leche o la clara animadversión que pareciera existir por ejemplo entre Bush y Trump o entre el gobernador de New Jersey Chris Christie y el senador por la Florida Marco Rubio.

Lo de Bush se entiende. El ex gobernador está contra la pared ya que se le acaba el tiempo y va mal en las encuestas. Bush ve los ataques a Trump como la mejor manera de llamar la atención sobre su candidatura y de recordarle a los votantes que el es el candidato “serio”, que conoce de lo que está hablando y que se opone a algunas de las propuestas de Trump que han ofendido a mucha gente como la de impedir el ingreso de musulmanes.

Como es común en Trump, el empresario de bienes y raíces no se echó atrás en ninguna de sus propuestas, en algún momento incluso repitiendo el señalamiento de que Bush es alguien débil. “No necesitamos a una persona débil como presidente de los Estados Unidos. O.K. Debido a que eso es lo que obtendremos si es Jeb (el presidente)”.

No queda claro si el contenido de lo dicho en el debate marcará la diferencia en la mente de los potenciales votantes republicanos. Son ya siete debates y son conocidas las posiciones de cada uno. Quizá lo que más importa hoy o pudiera hacer la diferencia es cómo la gente percibe a cada candidato, en particular en estos momentos en que más gente se supone pone atención al proceso electoral. 

Así las cosas, el debate pareciera dejar el ring como estaba antes: un Trump y un Cruz dando la batalla arriba en los primeros lugares, ambos representando a votantes que están enojados con el liderazgo del partido y que quieren a alguien nuevo como candidato. Después, dos o tres candidatos que representarían al liderazgo tradicional del partido, con Rubio con ligera ventaja sobre el resto. Le siguen muy de cerca Christie y luego Bush y el gobernador de Ohio John Kasich.

Sobre la batalla entre Trump y Cruz no hubo ganador. Hubieron golpes de ambos pero sin llegar a la sangre. Trump en particular se vio fuerte y mucho mejor que en otros debates donde había tenido un rol menor. Por otro lado, no pareciera que le afectaran los ataques de Bush. El ex gobernador dice cosas que quizá sean ciertas en el gran marco de la geopolítica -ej. lo de hacer alianzas con países musulmanes-, el problema es que con el estado de cosas que hoy se vive -temor y demás- palabras como las de Trump de que todo se vale en aras de conseguir “seguridad” adquieren mayor peso que los lógicos argumentos de Bush.

Hubo otro intercambio entre candidatos cuando el debate estaba por terminar. Sucede que el tema de inmigración había estado ausente de la discusión y en una de las últimas preguntas se cuestionó a Rubio sobre su apoyo pasado a la reforma migratoria. 

Primero el senador de manera muy hábil cambio la discusión de reforma migratoria a inmigración como algo vinculado al terrorismo, es decir que ahora hay que preocuparse por la posible infiltración de terroristas del Estado Islámico via “la frontera Sur” y otros lugares y dejar para otro momento lo de inmigración (indocumentados y demás). 

Para terminar, Rubio atacó a Cruz en el mismo tema. Luego habría un largo intercambio con ambos senadores acusando al otro de haber cambiado de opinion. Más allá de los detalles sobre quien dice la verdad o miente, queda siempre en el aire lo que es una verdad que incomoda a Rubio: que en algún momento estuvo en favor de la reforma migratoria.

Rubio no ganó el debate pero tampoco hizo nada que lo hiciera bajar en las preferencias de los votantes republicanos. Su suerte depende de que su estrategia funcione: que tarde o temprano se caigan los dos candidatos que van adelante pero que son “insurgentes” por llamarles de alguna manera (Trump y Cruz). 

Y que una vez que esto suceda -se supone que después de Iowa y New Hampsire-, que las cosas vuelvan a su cauce normal y que él tome el primer lugar como el abanderado de las elites y la dirección tradicional del partido republicano. 

Como ha sido la tónica en todos los debates, Rubio se muestó sólido en sus intervenciones aunque un tanto cuadrado o robotizado, como que está leyendo un discurso del cual nunca se sale. La apariencia de juventud por otro lado, es algo que sólo el tiempo dirá si le favorece o lo perjudica (que no ha hecho mucho y que le hace falta experiencia, son las críticas).

Lo que queda claro del debate es que hay literalmente dos mundos o realidades que se viven en el país: la que presentan los candidatos republicanos y la que presentó el presidente Obama en su discurso a la Nación del martes. Para los republicanos, todo -o al menos casi todo- anda mal en el país y es culpa Obama que se haya llegado a tal situación. 

Hay un frase del gobernador Christie que utilizó para burlarse de Obama: “story time” en inglés, que se traduciría como “tiempo de cuentos o de historias”, en referencia al discurso del martes del mandatario. La frase puede aplicarse a cualquiera de los dos campos, todo depende en que lado de la barrera la persona se ubique. Ciertamente para Christie y lo republicanos lo de Obama fue una historia de cuentos. De seguro que para alguien en el otro campo, lo del debate en Carolina del Sur fue igualmente una fantasía.