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Noche de terror en París: Claves para entender qué es el Estado Islámico

Es mucha la organización que se requirió para llevar a cabo la operación que la pudieran haber montado un par de “free-lancers” o independientes simpatizantes del Estado Islámico.

Los ataques terroristas de la noche del viernes en París que dejaron 127 muertos y que han sido reivindicados por el llamado Estado Islámico confirman la brutalidad y eficiencia organizativa de esta organización. Lo mismo que las vulnerabilidades de Europa debido a su cercanía con el Medio Oriente y a su política de fronteras abiertas en mucho del continente.

 

La primera pregunta que de seguro muchos se harán es ¿por qué este tipo de acciones violentas? ¿Qué han hecho los parisienses para ser atacados de una manera casi al azar, sin mas propósito que el de causar el mayor daño posible? 

 

Tan al azar, que a diferencia de los ataques de enero pasado en la misma capital francesa contra el semanario Charlie Hebdo en los cuales era claro el blanco (los editores y caricaturistas que supuestamente habían causado ofensa al mundo musulmán, al Corán y al profeta Mohamad), en este caso los destinatarios de la violencia fueron simples ciudadanos que o bien asistían a un concierto de rock o disfrutaban de la noche parisina en un restaurante o café.

 

Así como pasó con los ataques del 9/11 en Estados Unidos, no hay respuestas fáciles o racionales para responderse a estas preguntas -al menos desde la óptica occidental. En el discurso del Estado Islámico, de Al-Qaeda en su momento y de otros grupos fundamentalistas islámicos, la o las razones de estos ataques terroristas tienen que ver con lo que Estados Unidos, Europa y en general el mundo occidental han hecho en el Medio Oriente. 

 

No es el momento ahora de profundizar en estas explicaciones, justificaciones, o como se le quiera llamar. El punto es que han muerto más de un centenar de inocentes en el corazón de Europa en lo que se considera el mayor y más sangriento ataque terrorista desde los atentados en una estación de tren en Madrid en 2004.

 

Lo primero que llama la atención entonces en este post mortem de los atentados del viernes es la brutalidad y eficiencia del Estado Islámico. Quizá lo de la brutalidad no sea noticia. Ya en los últimos dos años el mundo se ha enterado de lo que es capaz el grupo que nació en Iraq y que luego cruzó a la vecina Siria y que hoy al parecer ha conseguido extender sus tentáculos hasta Europa. 

 

Un recordatorio: el Estado Islámico es el que decapitó a varios periodistas y otra gente de occidente, lo que de alguna manera hizo mucha de la opinión pública estadounidense se enterara por primera vez de la existencia del grupo terrorista.

 

La capacidad organizativa del Estados Islámico sí es algo que llama la atención, es más, algo que hoy da para pensar. Una operación como la del viernes no es cosa sencilla. No es algo que se hace de un día para otro y que tampoco lo hacen un par de individuos. Fueron al parecer siete los puntos en los que los terroristas atacaron en París, armados no sólo con fusiles sino también con explosivos atados al cuerpo que al final serian detonados como bombas suicidas.

 

Una operación de este tipo requiere de gente entrenada y de toda una cadena de apoyo logístico. Una posibilidad es que los terroristas eran gente de origen europeo que en su momento fueron a Siria a pelear en las filas del Estado Islámico y que una vez entrenados y “endurecidos” en su mentalidad de ver a Occidente como el enemigo del Islam, regresaron a Europa con el encargo de hacer este tipo de operaciones. 

 

Otro detalle: un joven europeo radicalizado o convencido por cualesquiera razón de la ideología del Estados Islámico sólo tiene que comprarse un boleto aéreo a Turquía y luego cruzar por tierra a Siria a uno de los territorios controlados por el Estado Islámico. El regreso a Europa es un tanto mas difícil, pero no imposible. Al final, este individuo tiene un pasaporte europeo que le permite viajar libremente  por la mayoría de países del continente.

 

Cuando se dan este tipo de ataques terroristas se contempla siempre la posibilidad de que los autores sean lo que se da en llamar “lobos solitarios”, es decir gente que por su propia cuenta retoma el llamado a la acción violenta de organizaciones como el Estado Islámico -antes el de Al-Qaeda-. 

 

En este caso de París cuesta pensar que este haya sido el escenario. Es mucha la organización que se requirió para llevar a cabo la operación que la pudieran haber montado un par de “free-lancers” o independientes simpatizantes del Estado Islámico. 

 

Es claro que hubo músculo organizativo y financiero detrás de los ataques, lo cual estaría señalando que el Estado Islámico ha alcanzado un grado de desarrollo que obviamente no tenía antes (confirmado también por la explosión en pleno vuelo en Egipto del avión ruso de hace un par de semanas). 

 

Y que si ya la organización terrorista, aun desde Siria e Iraq, era considerada la principal amenaza en el Medio Oriente para el mundo Occidental, hoy simplemente confirma su posición como la principal amenaza terrorista aun en la propia Europa.

 

Ciertamente que los servicios de inteligencia franceses tendrán mucho que decir y hacer. Se suponía que luego de los ataques de enero habían aumentado su vigilancia y que no perderían la pista sobre los cientos o miles de sospechosos en la lista de gente que pudiera participar en un ataque terrorista. 

 

Una de las tantas cosas que llama la atención en los ataques es que hasta donde se sabe no se escuchó “ruido” previo sobre que algo sucedería (normalmente cuando habrá ‘algo grande’ como lo del viernes se escuchan frases, conversaciones o algo inusual en los monitoreos que rutinariamente se hacen del mundo del fundamentalismo islámico).

 

De seguro que ahora habrán llamados en muchas esquinas de Europa para que se aprieten las tuercas en esta vigilancia, tema controversial ya que en general Europa, a diferencia de Estados Unidos, se resiste a darle a sus servicios de inteligencia carta blanca para monitorear las comunicaciones y demás de los sospechosos.

 

Los ataques del viernes igualmente pondrán de nuevo sobre la mesa el tema de Siria. Asunto complicado por los múltiples actores e intereses que ahí se mueven y que hacen casi imposible encontrar una estrategia coherente o única contra el Estado Islámico. 

 

Estados Unidos para el caso, está por supuesto contra el Estado Islámico, el problema es que no puede hacer mucho mas que bombardear desde la distancia ya que no tiene tropas en el terreno en Siria. Y tampoco le agrada la idea de saber que al debilitar al Estado Islámico se fortalece el presidente sirio Assad, a quien Estados Unidos quiere fuera del poder. Rusia también está contra el Estado Islámico pero en este caso porque defiende al presidente Assad. En fin, sería largo enumerar los al parecer interminables laberintos sin salida del tema Siria. Además de Estados Unidos y Rusia, hay varios países árabes e Irán participando en el conflicto de manera directa o a travez de grupos armados locales.

 

Otro elemento que tampoco puede ignorarse en este complicado escenario de Estado Islámico-Siria-Europa, etc. es el de las fronteras y los refugiados que por cientos de miles, sino es que millones, han estado llegando a Europa. 

 

¿Qué hacer con la política europea donde alguien que por decir algo está en Grecia, sin control alguno media vez tenga pasaporte europeo se puede movilizar por muchos países? (no toda Europa es parte de este sistema pero si la mayoría de países). ¿Se cambiará hoy esta política ante la amenaza terrorista? una política que va al corazón de lo que es el sentido de la Unión Europea. Y qué decir de los refugiados que llegan de Siria, la inmensa mayoría de ellos por supuesto, musulmanes. ¿Hay ahí gente infiltrada del Estado Islámico?

 

Es posible que así como 9/11 hizo que Estados Unidos se replanteara muchas de sus políticas y vida diaria respecto de la vigilancia, privacidad, y manera de operar de los servicios de inteligencia -a juicio de muchos pecando de excesos-, hoy Europa o al menos Francia quizá tenga que hacer lo mismo. El problema es que no será fácil o suficiente. 

 

Los europeos se supone por ejemplo que no aceptarían el monitoreo de las comunicaciones telefónicas que se da en Estados Unidos -las denunciadas por Edward Snowden-. Pero aun peor, es que ahí mismo en Francia hay millones de musulmanes -nacidos en Francia y por supuesto con pasaporte francés- entre los cuales pareciera no es complicado encontrar unos cuantos (¿cientos, miles?) radicalizados y dispuestos a todo.