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¿Son los ataques al senador McCain el principio del fin de la candidatura de Donald Trump?

¿Más allá de lo que diga el controversial hombre de negocios habrá siempre un segmento de las bases republicanas que lo apoyarán?

Aun cuando Donald Trump sigue en primer lugar en las preferencias de los votantes republicanos, sus ataques al Senador John McCain pareciera han comenzado a perjudicarle y cada vez hay más gente que se aleja del magnate.

La gran pregunta ahora es si lo de McCain es el principio del fin del rápido ascenso de Trump en popularidad o es por el contrario la confirmación de que más allá de lo que diga el controversial hombre de negocios habrá siempre un segmento de las bases republicanas que lo apoyarán.

La última encuesta que ha salido y que ha sorprendido a los analistas es una hecha por encargo del diario The Washington Post y la cadena de televisión ABC en la cual Trump obtiene el 24 por ciento de las preferencias de los republicanos registrados a votar. Sus más cercanos rivales son el gobernador de Wisconsin Scott Walker con 13% y el ex gobernador de la Florida Jeb Bush con 12%.

La encuesta se realizó en su mayor parte antes de que se conocieran los ataques de Trump contra McCain (Trump dijo que el senador no era un ‘héroe de guerra’ ya que había sido capturado durante la guerra del Vietnam y que él prefería a los que no habían sido detenidos). Una vez que los últimos encuestados supieron de los ataques cayeron un tanto las preferencias por Trump.

Mas allá de este detalle técnico sin embargo -de cómo le afectarán en las encuestas los ataques a McCain- lo cierto es que pareciera que con lo dicho contra el senador de Arizona Trump ha cruzado una línea. Al menos a nivel de la dirección del partido republicano y de otras figuras partidarias, ha habido una clara intención de criticar y distanciarse de Trump.

“No hay lugar en nuestro partido o en nuestro país para comentarios que menosprecian a estos que han servido honorablemente (en las fuerzas armadas)” señaló para el caso en un mensaje de Twiter uno de los voceros del Comité Nacional del Partido Republicano.

Pero de nuevo, la gran interrogante es si son únicamente estos líderes partidarios y figuras como varios precandidatos presidenciales los que se han distanciado de Trump o es también la base del partido.

En otras palabras, ¿será que con lo de McCain comenzará a desinflarse el fenómeno Trump o es que mas allá de lo que diga el tipo -ataques a los inmigrantes latinos, a un ex prisionero de guerra, etc.- siempre lo suyo tendrá resonancia con gente republicana en lugares como Iowa, New Hampshire o Carolina del Sur?

Por cierto, Trump estuvo este martes en un acto de campaña en Carolina del Sur y como es su costumbre no dijo nada sustantivo o de importancia en el contexto de que lo que debería de decir un candidato a la presidencia sobre por decir algo, los grandes problemas del país. Lo que hizo Trump fue atacar al senador local Lindsey Graham, quien también es precandidato a la presidencia por los republicanos.

Trump no sólo hizo publicó el número de teléfono celular de Graham sino que también dijo que el senador -un gran amigo de McCain- era un “duro”, un “peso ligero” y que no obstante estar todo el tiempo en televisión, registraba “cero en las encuestas”.

Antes, Trump también había atacado a Rick Perry, otro precandidato republicano, señalando que el ex gobernador de Texas “usa anteojos hoy para que la gente crea que es inteligente”. Eso “no funciona”, remató Trump.

Una de las razones por las cuales Trump es popular con cierta base republicana -aunque no con el liderazgo partidario- es que el magnate no sólo habla directo sobre el tema de inmigración, sino que además, lo aborda desde una perspectiva que es sin duda ofensiva a los latinos y de la cual la mayoría del pueblo estadounidense no concuerda, pero que caza perfectamente con la visión que muchos de esos republicanos tienen (de que los inmigrantes son criminales, que han violado la ley, que están invadiendo el país, etc. )

Para el partido republicano o para sus dirigentes al menos, esto de Trump es explosivo. Saben perfectamente que no pueden ganar la elección presidencial sino consiguen alrededor del 40% del voto latino. Con lo dicho por Trump de que los inmigrantes mexicanos son “violadores” y “criminales” es posible que ya no haya manera de arreglar el daño hecho a la marca republicana vis a vis los latinos.

Lo de McCain en este sentido sería algo secundario. Cualesquiera sea la resolución del “escándalo” McCain -de si Trump lo ofendió o no, de si los líderes se han distanciado de él o no- el daño ocasionado por las palabras de Trump no hay manera de repararlo.

Un detalle que llama la atención es que cuando se dieron los ataques de Trump contra los inmigrantes mexicanos no hubo una respuesta clara y directa de rechazo bien del liderazgo partidario o de los otros precandidatos republicanos. A lo más que se llegó fue a decir que lo de Trump era algo “equivocado” u “ofensivo”. Esto se explica en parte por ese dilema que tienen los republicanos: cómo distanciarse o condenar lo dicho por Trump en inmigración si hay gente en el partido -los ‘locos’ como les llamó McCain- que simpatizan con lo dicho por el magnate.

Son ciertamente momentos complicados estos para el partido republicano. Trump se ha convertido en el centro de atención de la campaña -el primer lugar en las encuestas es la ‘cereza en el pastel’- y cada día que pasa el millonario hombre de negocios tiene algo que decir que le serrucha el piso al partido. Todo esto se suponía que no pasaría esta vez.

Que precisamente por el ridículo que hicieron sus precandidatos en la campaña de hace cuatro años -donde todos se se atacaban y se decían cosas que luego los perjudicaría en la elección general- hoy se habían puesto otras reglas para no repetir la experiencia. Habrían menos debates, sólo participarían los primeros en las encuestas y se cambiaría el calendario de las primarias. Trump y su palabrerío hicieron volar en pedazos todo este planeamiento.

Hoy el partido republicano está de nuevo en el mismo punto que ha estado por los últimos años. Cómo lidiar con el tema de inmigración cuando que el partido no puede hacer mucho ante lo que piensan esos “locos” de que habla McCain como los seguidores de Trump.