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La masacre en Charleston, South Carolina pone la atención sobre el terrorismo interno y el control de armas

El tiroteo tras el que murieron nueve personas recuerda el terrorismo interno y la facilidad con que alguien puede adquirir un arma en EEUU
Un grupo de mujeres reza frente a la iglesia escena de una masacre que dejó nueve personas muertas en Charleston, South Carolina
A group of women pray together at a make-shift memorial on the sidewalk in front of the Emanuel AME Church, Thursday, June 18, 2015 in Charleston, S.C. Dylann Storm Roof, 21, was arrested Thursday in the slayings of several people, including the pastor at a prayer meeting inside the historic black church. (AP Photo/Stephen B. Morton)Stephen B. Morton/ AP / AP

El tiroteo en la Iglesia Emanuel en Charleston, Carolina del Sur, donde murieron nueve personas sirve de recordatorio sobre que la principal amenaza para la sociedad estadounidense no es el terrorismo islámico, sino el terrorismo interno de ultra derecha basado en el odio racial o en el rechazo a las instituciones del estado.

Igualmente, la tragedia sirve para tocar de nuevo el tema de la posesión de armas. O mejor dicho, la facilidad con que en Estados Unidos cualquier persona puede adquirir una arma de fuego.

“No tenemos todavía todos los hechos, pero lo que si sabemos es que una vez más, gente inocente fue muerta en parte debido a que alguien quien quería causar daño no tuvo problema alguno para poner sus manos sobre un arma”, señaló el Presidente Obama en su primera reacción a lo sucedido en Charleston.

Es posible que suene a partidista o que moleste a los que se oponen por principio a todo lo que hace o dice Obama, pero lo dicho por el mandatario tiene sentido. Como él mismo agrega, “este tipo de violencia masiva no pasa en ningún otro país avanzado”. Y peor aun, “con este tipo de frecuencia”.

No hay en este momento una información clara sobre cuáles fueron las motivaciones para que el joven Dylann Storm Roof de 21 años, que la policía señala como el principal sospechoso de la masacre, disparara contra el grupo de gente de raza negra que se encontraba en la iglesia en una sesión de estudio de la Biblia. Por lo dicho por la policía sin embargo, y por las circunstancias de lo sucedido -el tipo es blanco, las víctimas negras, el hecho se dio en una iglesia de gran tradición de lucha y activismo en el mundo afroamericano— es claro que fue un crimen de odio. 

Si se toma en cuenta lo poco que hasta hoy se sabe del supuesto responsable queda claro que hubo una motivación racial. El tipo aparece en su página de Facebook vistiendo una chaqueta que tiene pegadas en el lado derecho dos parches de regímenes que hoy no existen pero que hace años representaban precisamente a regímenes racistas. 

Una es de Rhodesia, hoy llamada Zimbabwe y que en ese momento era regida por una minoría blanca. La otra es una bandera de Sudáfrica, la cual también era regida por los blancos en un sistema de discriminación o Apartheid, y hoy que es una sociedad multirracial con derechos iguales para todos y con una nueva bandera.

Habitualmente es muy poco lo que se habla en la discusión pública en el país sobre los crímenes de odio. Es más común escuchar sobre potenciales amenazas del terrorismo islámico que de estos grupos o individuos que ven como su enemigo bien a las instituciones de gobierno o a los grupos raciales diferentes a ellos. 

Con todo, las mismas policías reportan que sus principales preocupaciones son las acciones del terrorismo interno y no las del terrorismo islámico, según un estudio hecho por dos investigadores de la Universidad de Carolina del Norte y Duke en conjunto con el Police Executive Research Forum.

“Estos oficiales”, señalan los investigadores Kurzman y Schanzer, en referencia a los policías entrevistados, “dijeron que la radicalización del Medio Oriente (estado islámico, etc.) es una preocupación, pero no tan peligrosa como la radicalización entre extremistas de ultra derecha”.

Lo sucedido en la histórica iglesia Emanuel en Charleston tristemente viene a confirmar lo que que temían estos policías. Esta iglesia por cierto, tiene una larga trayectoria en la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos. Ya desde los tiempos de la esclavitud la iglesia jugó un papel clave en la lucha por la emancipación de los esclavos. 

En 1822 para el caso, hubo un intento de insurrección que fue descubierto por las autoridades blancas y que llevo a la ejecución de uno de sus líderes negros y a la destrucción de la iglesia. La iglesia fue reconstruida después de la guerra civil (1863-65) y en el siglo veinte recibió entre otros al líder de los derechos civiles Martin Luther King.

Atacar la iglesia Emanuel entonces es atentar contra uno de los símbolos no sólo del imaginario religioso de la sociedad afro americana, sino igual de importante, uno de los símbolos del activismo de la población negra de Estados Unidos. Bajo cualquier definición, un “crimen de odio” o con motivaciones raciales cometido por un blanco -según la acusación preliminar de la policía. 

De seguro que a medida que pasen las horas se ira descubriendo más sobre los motivos o pensamientos racistas del presunto responsable de la masacre en Charleston. Momento para pensar sino es tiempo de bajarle el volumen a la histeria sobre la amenaza islámica y poner mas atención a nuestros propios terroristas blancos de a la vuelta de la esquina.

Todo esto por supuesto, no puede verse aislado. El tema de la facilidad conque alguien puede adquirir un arma tiene que ser motivo de discusión publica. Cada vez que hay una masacre -bien sea la de los niños en la escuela Sandy Hook o la de la sala de cine en Aurora, Colorado- se habla y se discute sobre cómo restringir el acceso a las armas. 

En parte por el enorme poder del lobby de los que están en favor de las armas -en especial la Asociación Nacional del Rifle o NRA por sus siglas en inglés- pero también por lo profundo de las tradiciones de mucha gente que consideran un derecho casi sagrado la portación de armas -la famosa ‘Segunda Enmienda’ de la Constitución-, al final no se consigue nada en términos de legislación y todo se queda en puro palabrerío. Hoy lo de Charleston obligará de nuevo a que se hable del tema. El desafío es conseguir resultados.

Volviendo a Obama, el mandatario recordó que “está en nuestro poder hacer algo al respecto”. Que aun reconociendo lo difícil que es “la política” alrededor de este tema en Washington, esto no es pretexto para la falta de acción o para no reconocer la gravedad del problema. 

En algún momento, señala Obama, Estados Unidos tendrá que entrarle al tema y ser capaz “de dar un giro sobre como pensamos colectivamente en el tema de la violencia de las armas”.