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En cuestión de huracanes no se puede confiar en la suerte

Han pasado más de nueve años desde que Estados Unidos fue sacudido por un huracán devastador

OCEAN CITY, Maryland, EE. UU. (AP) — Para millones de estadounidenses que viven en zonas de huracanes en el Golfo de México y las costas del Atlántico, las décadas recientes han sido relativamente tranquilas, quizás en demasía.

Ciudades como Tampa, Houston, Jacksonville y Daytona Beach suelen ser sacudidas por huracanes intensos cada 20 a 40 años, según los meteorólogos. Pero hace por lo menos 70 años —en algunos casos más de un siglo— que esas ciudades no experimentan una de esas tormentas colosales, según datos analizados por un especialista en huracanes del MIT y por The Associated Press.

Puede que sus residentes crean saber qué les depara un huracán intenso —con vientos superiores a 165 kilómetros (110 millas) por hora, como Katrina o Andrew_, pero en realidad no lo saben. Son ciudades en las que la construcción ha florecido, pero que no han sido puestas a prueba por la naturaleza en toda su furia. En la región de Tampa, un huracán de la magnitud de Andrew podría causar más de 200.000 millones de dólares en daños, según un estudio del gobierno local en 2010.

Pocos, si acaso alguno, de los residentes actuales de Tampa presenciaron el último gran huracán que se desencadenó aquí en 1921. El cine era mudo, el alcohol estaba prohibido y Warren Harding era presidente. Para el noreste de la Florida y el sur de Georgia, los últimos grandes huracanes sobrevinieron en el siglo XIX.

"Hemos sido bastante afortunados", dijo Kerry Emanuel, profesor de meteorología en MIT, quien junto con la AP analizó datos de la frecuencia con que los huracanes han azotado regiones metropolitanas. "Es una receta para el desastre... Todos se han olvidado de cómo eran".

"Es la ley de las estadísticas", agregó. "La suerte tiene un límite. Es solo cuestión de tiempo".

La nueva temporada de huracanes, que comienza el lunes, no se insinúa tan activa como las anteriores. La Administración Nacional del Océano y la Atmósfera pronostica un 70% menos de huracanes normales, principalmente debido a una oscilación climática provocada por la corriente El Niño. Pero aun una temporada tranquila puede traer una tormenta devastadora. Eso es lo que ocurrió cuando Andrew se desencadenó sobre Miami en 1992; fue el segundo huracán más costoso desde que se llevan registros, en un año inferior al promedio en cuanto a la actividad general de huracanes.

Craig Fugate, administrador de la Agencia Federal de Emergencias, se prepara para lo peor y se preocupa porque no todos toman precauciones.

La gente inexperta "por lo general subestima la situación y decide quedarse cuando debería evacuar", afirmó. "Hay que aceptar el hecho de que cada vez que se desata una tormenta colosal resulta una experiencia nueva para el 99% de la gente".

Y la gente que sobrellevó tormentas no tan intensas cree que no será tan grave. "La gente no siempre comprende la amenaza", comentó.

Los expertos se preocupan por la región de Tampa. Emmanuel calcula por los antecedentes y simulaciones informáticas que un huracán devastador debe sacudir la ciudad más o menos cada cuarto de siglo. El Centro Nacional de Huracanes, con diferentes cálculos, estima que debe suceder cada 30 años. Pero han pasado décadas sin que llegue todavía.

Christopher Landse, director de operaciones científicas en el Centro Nacional de Huracanes en Miami, se preocupa "de que tengamos cientos o aun miles de muertos cuando el próximo huracán monstruoso se desencadene sobre el área de la bahía de Tampa.

En el caso de Houston, el último huracán devastador fue en 1941, según el centro de huracanes.

"Houston me preocupa seriamente porque es un importante centro petroquímico", observó Kathleen Tierney, directora del Centro de Riesgos Naturales en la Universidad de Colorado.

Para Ocean City, en Maryland, y las costas de Norfolk, Virginia, ya van 160 años sin grandes huracanes. Y aunque debido a las condiciones geográficas y las corrientes son menos probables que en la Florida, pueden ocurrir y probablemente ocurrirán alguna vez, advierten los expertos.

"Me siento como si viviera en la falla de San Andreas", comentó una residente en Maryland, RuthAnne Grant. "Mucha gente mayor se muda aquí sin tener idea de lo que va a ocurrir".

Han pasado más de nueve años desde que Estados Unidos fue sacudido por un huracán devastador. La supertormenta Sandy causó daños extensos, pero meteorológicamente no alcanzó la magnitud de un huracán monstruo. Es una racha sin precedentes que movió a Timothy Hall, científico meteorólogo de la NASA, a estudiar si tenía alguna explicación natural. Halló que se formaron grandes tormentas que no hicieron pleno impacto en Estados Unidos, pero cayeron con toda su fuerza en el Caribe y México. La ausencia de huracanes en Estados Unidos "ha sido cuestión de suerte", concluyó Hall en un estudio.

En una conferencia sobre desastres efectuada en Ocean City, el director de emergencias de Maryland, Clay Stamp, dijo no estar preocupado por "una falsa sensación de seguridad en la región" debido a que aunque ha habido varias advertencias de tormentas menores que no llegaron a desatarse en la última década, observar desde lejos los desastres de Sandy y Katrina ha contribuido a que los residentes tengan un sentido de las proporciones.

Stamp se preocupa de que los turistas que vean el cielo soleado no presten atención. "Tenemos que lograr que el público esté conectado. Cuando la gente viene a la playa tiende a desconectarse".

El director del centro de Huracanes, Rick Knabb, vive en la ciudad de Fort Lauderdale que no ha sido afectada por un huracán monstruo desde 1950, aunque Andrew estuvo cerca.

"No es que los huracanes o las tormentas tropicales no lleguen más", advirtió. "Es que sencillamente no han ocurrido últimamente donde uno vive".