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Con fama y dinero por delante, jugador de NFL se retira por temor a lesiones en cerebro

Es tan violento el fútbol americano que es mejor retirarse, aun si se juega en la NFL y se gana mucho dinero

Tiene 24 años, juega en un equipo profesional en el deporte más popular en Estados Unidos donde gana más de medio millón de dólares al año y una carrera por delante que de seguro lo convertiría en uno de los millonarios más del “fútbol americano”. 

 

Se llama Chris Borland, juega para los San Francisco 49s, o jugaba, ya que la razón de que está en la noticia es que el deportista anunció que se retira. Que debido a la posibilidad de sufrir alguna lesión cerebral ha decidido que es mejor colgar el uniforme y dedicarse a otra cosa.

 

“Honestamente quiero hacer lo que es mejor para mi salud”, dijo Borland al programa de la cadena ESPN Fuera de la Línea.  “Por lo que he investigado y mi experiencia, no creo que el riesgo valga la pena”.

 

El anuncio de Borland ha caído como una bomba en los medios del fútbol americano y en parte de la opinión pública deportiva que ha dicho siempre que tal deporte es demasiado violento y que la Liga profesional no hace lo suficiente para cuidar a sus jugadores. 

 

Más de alguien ha dicho por ejemplo, que lo de Borland marca el comienzo del fin del fútbol americano. Que el retiro del joven jugador hará que el tema de las contusiones y lesiones en la cabeza deje de ser asunto únicamente de expertos médicos y comentaristas. Que a partir de ahora será tema de conversación de aficionados, padres de familia con hijos que juegan fútbol americano y en general de los millones que siguen por televisión el deporte tan único de la cultura y sociedad estadounidense (un trono a la violencia, la fuerza, el espectáculo, etc.). 

 

El punto es que no es de todos los días que un jugador en activo y sin lesiones u otra causa, deje sobre la mesa una potencial fortuna y fama y diga simplemente que se retira porque para él es más importante cuidar su cerebro. 

 

Como lo sugería un comentarista, ¿será que el fútbol americano se convertirá en “el Philips Morris del deporte”?, en referencia a que más allá de su popularidad y de los intereses comerciales que mueve -la Liga tiene ingresos anuales de $25 mil millones de dólares-, debido a los potenciales daños físicos que pueda causar tendrá el destino de paria que hoy tiene el tabaco.

 

Otros por supuesto, han tomado lo de Borland como una ofensa no sólo al deporte mismo sino a la vida en general, en el sentido de que no hay muchos trabajos u oficios que paguen a “alguien de 24 años $540 mil dólares por 6 meses de trabajo”, tal lo dicho en un mensaje de Twitter por Adam Scheffer de ESPN.

 

O de que lo de Borland, no obstante lo significativo que pudiera ser ya a que es un jugador en activo y sin lesiones aparentes, es algo muy menor en el contexto de los más de 2000 jugadores profesionales que hay en Estados Unidos. Que lo de Borland y el ruido que ha generado “es una sobre reacción a algo que es diferente”, tal lo dicho por Chris Chase de USA TODAY.

 

Quizá lo mejor será buscar un punto medio entre estas dos formas de interpretar lo hecho por el joven Borland. No hay duda que el fútbol americano es un deporte violento que en muchos casos provoca serias lesiones cerebrales. Hay decenas de ejemplos de jugadores retirados que han terminado con enfermedades mentales o trastornos similares. Negarlo seria de necios. Hoy lo de Borland simplemente confirma lo que es una realidad para lo cual sin embargo, sólo se han propuesto soluciones que no resuelven el problema de fondo (mejores ciudados médicos cuando hay una contusión, no dejar que el fulano siga jugando, etc.).

 

El problema por supuesto, es que quizá no haya manera de solucionar lo de los riesgos de daño cerebral en el fútbol americano. El deporte es por naturaleza violento y peligroso. Y esta sería la otra esquina del debate: que es no sólo por los grandes intereses comerciales que se mueven a su alrededor que es casi imposible pensar que el fútbol americano pueda un día ser prohibido. 

 

Que es también por un asunto de cultura, de algo que va a la profundo del “ser estadounidense” (al menos para lo que practican o siguen el deporte). Así como de seguro habrán muchos padres que hoy con lo de Borland tendrán más argumentos para oponerse a que sus hijos jueguen al fútbol americano, igualmente seguirán habiendo millones de niños y jóvenes que soñaran con un día vestir la camiseta del equipo de Borland o la de cualquier otro de la NFL (por sus siglas en inglés de la National Footbal League).

 

Lo que también es cierto es que con lo de Borland a la NFL no le quedará de otra más que aceptar algo que hoy es inevitable -no fue así en el pasado-, de que habrá más discusión sobre las lesiones cerebrales que causa el fútbol americano. De que quizá sea un callejón sin salida, cierto. De que mientras se siga jugando el juego tal como se juega, los riesgos serán inevitables. Pero al menos, un avance. No es de todos los días que un jugador con fama y carrera por delante decide dejar la cancha porque quiere llegar a viejo como alguien normal. Gordo, calvo y lo que sea, pero con su cerebro entero.