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Plan de Obama para Centroamérica, ¿un buen gesto de vecinos?

Plan de Obama para Centroamérica, ¿un buen gesto de vecinos?

Medio año después que más de 60 mil menores y sus padres llegaron a Estados Unidos desde los países de América Central, el gobierno del Presidente Obama dice tener lo que a su juicio es la receta para lidiar con el problema en sus orígenes: destinar mil millones de dólares en ayuda a Honduras, Guatemala y El Salvador.

“La seguridad y la prosperidad de Centro América están ligadas inexorablemente con las nuestras”, señaló el Vice Presidente Joe Biden en un artículo de opinión publicado en el diario The New York Times. Obama hará el pedido oficial de los millonarios fondos el lunes cuando envíe su proyecto de presupuesto al Congreso.

“Una mala educación, corrupción institucional, creciente criminalidad y falta de inversiones están retrasando a estos países”, detalla Biden en referencia a las tres naciones de Centro América y de donde provino la casi totalidad de los inmigrantes el verano pasado. “Lidiar con estos desafíos requerirá nada menos que un cambio sistémico, el cual los Estados Unidos tienen interés en que se de”.

De los mil millones, $400 se destinarán para promover el comercio, la capacitación laboral y la integración de las economías de los tres países. Otros $300 serán para garantizar una mejor seguridad, combatir el crimen organizado y en general mejorar las policías y el sistema judicial de cada país. El resto será para fortalecer la acción gubernamental, es decir que los gobiernos y las instituciones funcionen mejor y tengan más presencia en sus sociedades.

Con seguridad habrán criticas a esta iniciativa de la Casa Blanca. Para algunos será muy poco dinero, para otros que no se ataca la pobreza de manera frontal -una de las principales razones de la emigración-, y para muchos que el plan es una ilusión ya que los problemas de los tres países son demasiado complejos y profundos para siquiera medio solucionarlos con varios cientos de millones de dólares.

Quizá tengan razón los críticos. Al final de cuentas aunque suene a bastante dinero, mil millones no es mucho si se toma en cuenta que son tres países que juntos hacen una población de casi 30 millones de habitantes.

Tres países, además, que no sólo tienen altos índices de pobreza sino que también viven un momento histórico pues se han juntado en sus territorios dos fenómenos sociales que no existían antes y que hacen una pesadilla la vida diaria y la gobernabilidad: la existencia de las pandillas y la llegada del narcotráfico o crimen organizado.

No es casualidad que en El Salvador, por ejemplo, existan unos 60 mil pandilleros activos. O que en la vecina Honduras, San Pedro Sula, su ciudad más importante en términos comerciales, sea al mismo tiempo un lugar de extrema violencia. La metrópoli hondureña tiene el más alto índice de muertes violentas que en cualquier otro lugar del mundo -169 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Con todo, hay que darle crédito al gobierno de Obama. Por algo hay que comenzar y el pedido del dinero -falta ver si el Congreso en manos de republicanos lo aprueba- es un buen inicio para entrarle al toro por los cuernos de esas complejas realidades centroamericanas. Que bueno que se destine dinero para programas para mejorar la vida diaria de la población y las instituciones del gobierno y no, por ejemplo, a programas contra insurgentes como se hacía en la década de los años 80s.

Pareciera que hubo necesidad de que sonaran las alarmas en Estados Unidos -lo que sucedió con ‘la crisis de los menores’ el último verano- para que Washington recordara que Centroamérica sigue ahí y que mientras no se ataquen los problemas de pobreza, inseguridad, violencia y falta de presencia del estado, la inmigración a Estados Unidos continuará.

Más allá de lo incompleto o superficial, o para otros de lo bueno del programa de ayuda que Estados Unidos intenta para Centro America, hay otro elemento que hay que tomar en cuenta: la reacción de las élites de cada país. No será suficiente con que Estados Unidos le meta dinero al asunto. Hará falta también que las clases empresariales, y en general los poderosos de los tres países, se suban al tren de las reformas.

Llama la atención que en el artículo del Vicepresidente Biden se hable del “Plan Colombia” como algo que pudiera servir de modelo para Centro América. Este fue un programa de ayuda de Estados Unidos a Colombia de 9 mil millones de dólares mediante el cual se combatió el crimen organizado y el tráfico de drogas, la corrupción en las instituciones estatales y otras cosas más -entre ellas la insurgencia izquierdista. Más allá de las diferencias con Centro América o las criticas al Plan mismo, el punto es que el Plan Colombia tuvo la aceptación de las élites colombianas.

“El ingrediente clave fue que hubo voluntad política en el terreno”, explica Biden, quien en su momento como influyente senador en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estuvo cerca del Plan Colombia.

“Colombia se benefició de líderes que tuvieron el coraje de hacer cambios significativos en áreas de seguridad, gobernabilidad y derechos humanos”, sigue Biden. “Las élites estuvieron de acuerdo en pagar más impuestos. El gobierno limpio las cortes, vetó a sus policías y reformó las leyes de comercio para abrir la economía”.

Luego de que concluyeron las guerras civiles y las insurgencias izquierdistas en Centroamérica a inicios de la década de los 90s, Estados Unidos básicamente “se olvidó” de Centroamérica. Luego con los ataques terroristas de 2001, todavía peor. Nadie en Washington se acordaba.

Fueron esas madres y esos niños guatemaltecos, hondureños y salvadoreños los que pusieron a la región de nuevo en la mira de Estados Unidos. Es hora para los centroamericanos de tomar el guante ante el ofrecimiento de la potencia del Norte y ver como mejoran sus sociedades. Lo de USA, aunque hecho por interés propio, es al fin de cuentas un buen gesto de vecino.