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Primer ataque republicano a acción ejecutiva de Obama

Los congresistas republicanos han lanzado el primer asalto frontal a la acción ejecutiva en inmigración que decretó el Presidente Obama
House of Representatives staff members, along with several members of Congress, tally votes during the first round of balloting for the House Speaker election on the first day of their new session at the U.S. Capitol in Washington
(Foto: REUTERS/Jonathan Ernst)REUTERS / REUTERS

Los congresistas republicanos han lanzado el primer asalto frontal a la acción ejecutiva en inmigración que decretó el Presidente Obama y que beneficiará a millones de indocumentados.

 

Según el plan republicano, la Cámara Baja votaría la próxima semana sobre dos medidas: una, mediante la cual se le quitan los fondos a la acción ejecutiva de Obama lo que haría imposible que se llevara a la práctica. Y otra, la de dejar sin efecto otra orden ejecutiva que dio el mandatario en el 2012 que permitió la legalización de los llamados “soñadores” o “dreamers” por su término en inglés.

 

Las medidas se presentarían como enmiendas a la ley que da los fondos al Departamento de Seguridad Interna, el cual sólo tiene presupuesto para funcionar hasta finales de febrero. Esta es una maniobra legislativa que normalmente se utiliza para que sea difícil que el presidente vete la ley -en este caso porque no está de acuerdo con las dos enmiendas- ya que de hacerlo dejaría sin fondos al Departamento de Seguridad Interna.

 

En cierto sentido no sorprende la acción republicana -hecha pública el viernes por el Comité de Apropiaciones de la Cámara, controlado también por los republicanos- ya que se había hablado mucho sobre los deseos del sector más duro del partido de ir a la batalla frontal y directa con el presidente sobre sus acciones en inmigración. 

 

Con todo, es siempre sorpresa debido a que también en las últimas semanas se había hablado bastante del interés del liderazgo republicano de “caminar por el medio” en lo de gobernar, es decir, presentar leyes que sean aceptadas por la mayoría republicana y demócrata y no dinamitar desde un principio la relación con el presidente y su partido.

 

Según el congresista republicano Mick Mulvaney, quien presentó la enmienda para quitarle los fondos a la acción ejecutiva, varios congresistas moderados simplemente querían “un tiro de rifle”, en referencia a que no querían dar la batalla completa o “enlodar las aguas” en lo que se prevé será una brutal disputa con los demócratas. 

 

“Pero habían otras voces en el salón que querían un cambio a DACA (lo de los ‘dreamers’) y a los memos de Morton (memorandums que se dieron en 2011 que aflojaron un tanto las leyes de inmigración)”, añadió el legislador citado por la publicación The Hill.

 

Es casi seguro que los congresistas republicanos se saldrán con la suya, al menos en una primera instancia. Su mayoría en la Cámara baja es amplia y aunque no voten algunos -por no llegar o por no estar de acuerdo con las enmiendas- conseguirán que el proyecto de ley se apruebe. El problema es que ahí no termina el proceso legislativo.

 

Luego de ser aprobada por la Cámara baja, el proyecto de ley debe pasar al Senado donde los republicanos aun cuando también tienen mayoría, no cuentan con los 60 votos que normalmente se necesitan para cerrar el debate o votar por una ley de esta magnitud. Los republicanos tendrían que convencer al menos a 6 senadores demócratas para llegar a este número de los 60 legisladores. Y aun si lo consiguieran, quedaría todavía el obstáculo de la firma del presidente.

 

Para que una ley -o proyecto de ley ya aprobado por ambas Cámaras- se convierta verdaderamente en ley debe ser firmado por el presidente. Obama ha dejado claro que vetará, es decir no firmará, una ley que tenga estas medidas contra sus ordenes ejecutivas en inmigración. 

 

Y para sobrepasar o dejar sin efecto el veto presidencial se necesitan dos tercios de votos en cada Cámara (67 en el Senado y 290 en la Camara baja), los cuales los republicanos simplemente no los tienen.

 

Lo más seguro entonces es que, o bien la ley impulsada por los republicanos no pase el Senado, o bien aun si pasa la veta luego el Presidente. En ambos casos queda la interrogante de ¿qué hacer con el presupuesto del Departamento de Seguridad Interna? 

 

Es claro que el país no puede pasar un solo día sin tal presupuesto ya que dicho Departamento es clave en muchas de las funciones de seguridad, inteligencia, vigilancia de fronteras, lucha contra la amenaza terrorista, etc. que la nación necesita.

 

Si se llega a esta situación, los republicanos le echarán la culpa al presidente por el potencial daño a la seguridad del país. El mandatario y los demócratas dirán que son los republicanos y su extremismo en inmigración los responsables de que Seguridad Interna no tenga fondos.

 

Con todo, cuesta creer que los republicanos lleguen tan lejos -ellos mismos que se llaman campeones de todo lo que tiene que ver con seguridad- y que por el simple gusto de oponerse a las medidas del presidente en inmigración dejen sin fondos al Departamento de Seguridad Interna.

 

Una posible salida a este impasse es que cuando la ley vuelva a la Cámara baja o sea discutida en la llamada “conferencia” (para ponerse de acuerdo con el Senado) los republicanos presentaran dos leyes. Una con las enmiendas contra lo hecho por Obama en inmigración, la cual se votara a favor complaciendo así a los duros del partido, pero nunca pasará el Senado. Y otra con el presupuesto de Seguridad Interna la cual sí será aprobada por el Senado.

 

Más allá de las maniobras legislativas y los intentos de descarrilar la acción ejecutiva de Obama, el punto es que los republicanos no tienen los votos suficientes para conseguirlo. Casi con seguridad, este primer asalto frontal a lo hecho por Obama en inmigración no tendrá éxito. La batalla por supuesto, continuará.