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Madre inmigrante se refugia en iglesia de Filadelfia

Cansada de huir asustada la inmigrante hondureña buscó refugio mientras ella y sus simpatizantes trabajan para legalizar su presencia en Estados Unidos

FILADELFIA (AP) — Mariana Mendoza, de nueve años, tuvo que renunciar el mes pasado a su habitación rosa y su bicicleta cuando su familia se mudó desde su casa adosada de dos pisos al abarrotado anexo de una iglesia.

Pero le parece bien, siempre que su madre esté a salvo.

"Porque si no se mudaba, quizá podrían deportarla", dijo Mariana.

Su madre, la inmigrante hondureña Ángela Navarro, lleva diez años viviendo con el temor a que la devuelvan a su país natal. Cansada de huir asustada, Navarro buscó refugio en una iglesia de Filadelfia, mientras ella y sus simpatizantes trabajan para legalizar su presencia en Estados Unidos.

"Lo más duro ha sido dejar mi vida atrás: dejar mi casa, mi trabajo, la incapacidad de hacer cosas normales de familia como salir a dar un paseo o de compras", comentó a través de un intérprete Navarro, de 28 años.

Navarro es una de las docenas de inmigrantes en Estados Unidos que han buscado refugio recientemente en iglesias, donde las autoridades no suelen realizar detenciones. Los casos se desarrollan conforme el presidente, Barack Obama, trata de detener las deportaciones a partir del año que viene, una iniciativa a la que se oponen muchos republicanos.

Las autoridades migratorias emitieron la orden final de deportación de Navarro cuando ella tenía 17 años. Había sido identificada en 2003 cuando trataba de entrar de forma ilegal en el país junto a sus padres, que habían recibido permiso para vivir en Estados Unidos después de que el huracán Mitch devastase Honduras.

Navarro desafió la orden y comenzó a vivir entre las sombras para quedarse con su familia y su hijo recién nacido. Sin embargo, el estrés terminó por ser demasiado y el 18 de noviembre se mudó con sus dos hijos y su marido, todos ciudadanos estadounidenses, a una sala multitarea de la iglesia West Kensington.

La iglesia, dirigida por Adan Mairena, pertenece al movimiento nacional Santuario 2014, que agrupa a unas dos docenas de congregaciones dispuestas a proteger a inmigrantes en peligro de ser deportados.

"Es una forma de que actuar respecto a nuestra fe", dijo Mairena.

Desde el verano pasado, tres inmigrantes en santuario han recibido aplazamientos y dos salieron de sus iglesias porque se sentían a salvo, indicó Sidney Traynham, portavoz de la coalición. Además de Navarro, otras cuatro personas permanecen refugiadas en templos de Denver, Phoenix y Tucson, Arizona.

La abogada Patricia Camuzzi Luber presentó hace poco la documentación para solicitar a las autoridades que suspendan la orden de deportación de Navarro y revisen su caso debido a su matrimonio y a las medidas ejecutivas de Obama, que podrían conceder estatus legal a los que llegaron como menores de edad o tienen hijos estadounidenses.

Como el caso de Navarro sigue abierto, ella se quedó en la iglesia la semana pasada mientras sus simpatizantes marchaban ante la oficina de Filadelfia de Inmigración y Aduanas. Su madre hizo una petición entre lágrimas, y Mariana presentó a las autoridades un montón de peticiones solicitando que se conceda a su madre permiso para quedarse, incluyendo una carta del congresista Bob Brady, un demócrata que representa a parte de la ciudad.

Las autoridades de inmigración no recibieron al grupo, pero difundieron un comunicado indicando que la agencia "permanece centrada en una aplicación inteligente y efectiva de las normas de inmigración que prioriza la expulsión de delincuentes condenados y personas que cruzaron recientemente la frontera". Navarro no entra en ninguna de esas dos categorías.

Los hijos de Navarro siguen yendo a la escuela y su marido aún trabaja como camionero, pero Navarro no saldrá de la propiedad de la iglesia mientras sigue organizando su campaña con la ayuda de la delegación local del Movimiento Nuevo Santuario.

Unos carteles con su lista de cosas por hacer cubren las puertas de su dormitorio improvisado, que parece más bien un armario venido a más. Una pared portátil en la zona principal separa el área donde duermen los niños de la abarrotada sala de estar. Las comidas se preparan en la cocina de la iglesia, donde hay comida y electrodomésticos etiquetados con notas de "cosas de Angela". Unos voluntarios construyeron un baño completo antes de que la familia se mudara.

Mariana y su hermano mayor Arturo, de 11 años, no están entusiasmados compartiendo habitación, pero la pequeña ve el lado bueno. En su antigua casa, Mariana sólo veía a su madre por la mañana porque trabajaba hasta tarde como cocinera en un restaurante.

"Estoy feliz aquí", dijo la niña. "Ahora, siempre puedo verla todos los días".