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La isla abre los brazos a sus bailarines que emigraron

La isla abre los brazos a sus bailarines que emigraron

LA HABANA (AP) — El maestro de ballet se paró erguido delante de una veintena de adolescentes vestidos de leotardos negros. Sus movimientos se multiplicaban en los espejos de las paredes, mientras la música de un piano iba acompañando las piruetas. La clase magistral duró tres horas y al finalizar hubo aplausos y emoción en los alumnos, que se acercaban al afamado profesor y se tomaban fotos.

José Manuel Carreño, quien dictaba la clase, es una de la docena de figuras estelares de la danza de Cuba que viven en el extranjero y regresaron para participar en el Festival Internacional de Ballet de La Habana celebrado la semana pasada. Aunque varios se presentaron en la isla en ocasiones anteriores, es la primera vez que un evento congrega a tantos alumnos de la prestigiosa 'prima ballerina' absoluta Alicia Alonso.

"Crecí en esta escuela. Para mí, venir a Cuba es regresar a casa", dijo Carreño, de 46 años, ex estrella del American Ballet Theatre de Nueva York y ahora director artístico del Ballet de San José, California. Su clase se ofreció como parte de la veinticuatroava edición del Festival que rinde homenaje al fallecido bailarín clásico Fernando Alonso, quién fundó el Ballet Nacional de Cuba juntó con su esposa Alicia.

Las presentaciones resultaron muy beneficiosas para los bailarines de la isla pues quienes vienen de afuera traen coreografías nuevas, innovaciones técnicas y los últimos experimentos en danza contemporánea a un medio que algunos consideran un tanto tradicional, dijeron expertos consultados.

El Ballet Nacional "es una de las compañías más conservadoras del mundo. Tiene pocos ballets nuevos, hay pocos coreógrafos nuevos. Cuando un bailarín conoce más, baila mejor", explicó Octavio Roca, crítico cubano-estadounidense y autor del libro "Cuban Ballet".

Tres buenos ejemplos de estrenos novedosos en este Festival fueron la puesta en escena de "Sinergia" del coreógrafo Luis Serrano, cubano residente en México; el "Great Galloping Gottschalk" de Xiomara Reyes, actualmente estrella del American Ballet Theatre y una de las más reconocidas figuras del mundo; y la pieza "As you like it" del coreógrafo John Neumeier interpretada por Javier Torres, del Northern Ballet de Gran Bretaña, el primer bailarín masculino cubano formado por el Ballet Nacional.

Creado en 1948, el Ballet se convirtió en 1959 en un triunfo de la revolución y una de las joyas de la corona de la cultura isleña. Pero como sucede con casi todo en Cuba en los últimos 50 años, sus fundadores y sus miembros estuvieron en el centro de una extrema politización.

Formados desde niños en escuelas especiales cubanas que les enseñan una técnica impecable, los jóvenes constituyen la cantera más poderosa de talento en el ballet, sobre todo masculino, en el continente.

Con frecuencia, su llegada al Ballet Nacional les abre las puertas a contratos en el exterior, donde adquieren nuevos conocimientos y les da gran visibilidad entre los directores artísticos de las compañías de primer nivel.

Javier Torres, de 31 años, consiguió un contrato con la compañía inglesa en 2010; Xiomara Reyes, quien se fue al real Ballet de Flandes en 1992 siendo muy joven y ahora, con más de 40 años, anunció su retiro para 2015; y José Manuel Carreño, de 46 años, hace parte del Royal Ballet de Londres desde 1993.

Junto al regreso de bailarines consagrados a los escenarios, los cubanos están viviendo los primeros años de una reforma migratoria implementada por el gobierno en 2012, que les permite salir del país sin pedir un permiso especial y estar 24 meses en el extranjero sin perder sus derechos sociales y civiles.

La animosidad que generaba la partida del talento cubano, considerada en otras épocas como una deserción, ha dado paso a una actitud más flexible y muchos de los artistas que se fueron pueden volver a la isla e, incluso, son invitados a presentarse en escenarios locales, algo que en otras épocas hubiera sido impensable.

"El bailarín siempre ha querido viajar a través de la historia", dijo Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional. "Hay un clima de apertura y distención" que facilita la visita de quienes se fueron.

Lo mismo ha sucedido con artistas de otros ámbitos como la música, pues algunos intérpretes, compositores y cantantes volvieron a Cuba a vivir permanentemente.

"Somos cubanos y llevamos la cubanía del ballet. Lo que aprendimos aquí", dijo el bailarín Torres. "Es un juego que duele porque juegan con tu sentimientos y tu carrera".

Junto a ellos, otros bailarines como Yolanda Correa y Joel Carreño, del Ballet Nacional de Noruega, y Rodrigo Almarales, un joven que estudió en México, es hijo de dos bailarines cubanos emigrados y baila en el Ballet de Cincinnati de Estados Unidos, participaron en el Festival.

También coincidieron en el evento maestros formados por el Ballet Nacional como Rolando Salgado, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de España, Marta García, ex directora artística del Teatro Colón de Buenos Aires, y coreógrafos como Serrano, quien desplegó gran parte de su obra en México, y Pedro Consuegra, que reside en Francia.

"Cuba es nuestra casa, aunque uno tiene que buscar su ruta", dijo Salgado, durante años 'partenaire' de Alonso. "Es la raíz, independientemente de que los caminos que se tomen".

"Los Carreño, las (hermanas) Feijóo, Salgado tiene la ventaja de haber trabajado con coreógrafos modernos, de haber hecho ballet aparte del clásico", dijo el crítico Roca. Sus presentaciones, agrega, darían a los estudiantes cubanos "la oportunidad de hacer una expansión de sus fronteras estéticas".

Las hermanas Feijóo (Lorna, primera bailarina del Ballet de Boston, y Lorena, de la Opera de San Francisco) estrellas formadas por el Ballet Nacional salieron del país en la década de los 90 y jamás volvieron a los escenarios de la isla, ni fueron invitadas al Festival, cuando la compañía se vestía de fiesta para recibir a los más granado del mundo del ballet.

No fue posible conseguir comentarios oficiales sobre su situación.