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Carlos Rajo: Es bueno gritar, pero mejor es votar

Ya sea usted demócrata o republicano, su voto será clave para decidir el futuro de la reforma migratoria

“Voten. Voten. Voten. Voten. Voten”. Estas fueron las palabras del presidente Obama en un acto a favor del candidato demócrata a gobernador por Pennsylvania, Tom Wolf, cuando alentaba a los estadounidenses a emitir su voto en las elecciones de hoy martes 4 de noviembre. Pese a la poca popularidad del mandatario, vale la pena reconocer la validez de su llamado.

Suena un tanto superficial el pedido del presidente, o por supuesto partidista, ya que lo obvio es pensar que Obama está llamando a votar por sus pares demócratas. Pero hay mucho de cierto en lo dicho por Obama. Aun cuando la de hoy es una elección en la que no se elige presidente, lo que está en juego es de enorme importancia: entre otras cosas, el control del Senado.

Ya sea usted demócrata o republicano, su voto será clave para decidir el futuro de la reforma migratoria, el aumento del salario mínimo o la manera de regular -o no regular- el cambio climático. Quien controle el Senado tendrá la voz cantante en estos temas.

Para muchos Latinos esta elección será un tanto extraña o incluso decepcionante. Primero, no se aprobó la Reforma Migratoria y después, para desencanto de millones, Obama pospuso su orden ejecutiva para proteger a millones de indocumentados. Por si fuera poco, en varios de los estados donde más se disputan los escaños senatoriales hay pocos latinos que puedan ejercer una influencia en el resultado de la elección. Colorado –con el quince por ciento del electorado de origen hispano- es la excepción.

   

Esta decepción de loos hispanos es entendible y no sorprende que algunas organizaciones de latinos hayan ido al extremo de, incluso, llamar a quedarse en casa y no votar. El problema con esta postura es que al abstenerse de votar se está uno mismo aislando del proceso político y de la oportunidad de ejercer cualquier tipo de influencia en el destino del país.

En esa misma intervención en Pennsylvania, Obama señaló que 20 votos “pueden decidir si millones de trabajadores” del estado “obtienen el aumento de salario que se merecen”.

“Estos 20 votos podrían decidir si los profesores obtienen el apoyo que necesitan y si nuestros hijos obtienen una oportunidad justa. Veinte votos. Su voto importa”, añadió Obama.

Pero lo de 20, 30 o 500 votos puede aplicarse a cualquier otro lugar del país. Estas son pequeñas diferencias que decidirán si uno u otro candidato gana el puesto de Senador y cómo votará este nuevo senador(a) en los grandes asuntos de la nación.

“No hay excusa para renunciar a nuestro poder”, concluyó el mandatario en su intento de motivar a los estadounidenses a votar.

Horas antes, en otro acto de campaña, Obama había sido interrumpido por los gritos de un grupo de jóvenes “soñadores” quienes protestaban por la falta de acción del mandatario en el tema migratorio. Válida y legítima la protesta de los jóvenes, en particular porque como “soñadores” no son ciudadanos y no pueden votar. Pero para los que sí pueden votar, no hay pretexto. Por importantes que sean los gritos de inconformidad, lo decisivo son los votos.

Lo de votar, votar, votar, ya venga de un demócrata o de un republicano, no es palabra hueca. Es un privilegio que tienen los que pueden hacerlo por aquellos que no tienen ese derecho.