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¿Se puede confiar en las autoridades Sanitarias de Estados Unidos, aka C.D.C?

virus del ebola y tom frieden director del CDC

Por Carlos Rajo

Nadie duda que Estados Unidos tiene uno de los mejores -sino el mejor- sistema de salud del mundo. Sin embargo, ante lo sucedido en Dallas, con los casos de Ébola en los cuales murió un paciente y dos enfermeras se contagiaron, es válida la pregunta de si podemos confiar en el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, C.D.C., por sus siglas en inglés.

Y hablar del C.D.C. significa, por supuesto, hablar del gobierno de Estados Unidos, de la Administración del Presidente Obama. Aun cuando es claro que el presidente no es responsable directo de lo sucedido, el C.D.C. es parte de su gobierno y él como mandatario es quien responde ante el público por lo bueno o malo que hagan sus subalternos. En una frase, la duda que hoy tiene mucha gente sobre la capacidad del C.D.C. para lidiar con la crisis del Ébola se extiende al gobierno de Obama.

Por cierto, mal momento -las enfermedades no piden permiso para aparecer- para el presidente y los demócratas. Estamos a menos de tres semanas de la elección de noviembre y lo menos que quieren el mandatario y su partido es ser vistos como que no están en control de la situación. Guardando las distancias, el Ébola puede convertirse en un mini-Katrina para el gobierno de Obama. Una administración ineficiente que no supo cómo responder ante una crisis, en este caso una epidemia de la cual se sabía que existía y que en cualquier momento podía llegar a Estados Unidos.

Pero dejemos por un momento las consideraciones políticas. Es tal el temor que existe en mucha de la sociedad por el Ébola que no hay necesidad de enturbiar el panorama con lo que pueda pasar en noviembre a consecuencia de la enfermedad. Independiente de preferencias políticas, el público quiere saber si el C.D.C. sabe lo que está haciendo, si tiene los recursos necesarios y si el gobierno en general actuará de manera eficiente para controlar un potencial brote de la enfermedad.

A la cabeza del C.D.C. se encuentra el doctor Thomas Frieden, quien se ha convertido en la figura central de la batalla contra el Ébola en Estados Unidos. Frieden, de 49 años, tiene todas las credenciales del mundo para comandar esta batalla. Las enfermedades infecciosas son su especialidad. Ha trabajado en ello tanto en Nueva York, donde ayudó a controlar un brote de tuberculosis, como en India donde también estuvo involucrado en una campaña contra la misma enfermedad.

Frieden dio testimonio el jueves ante un subcomité del Congreso que investiga el brote de Ébola. Con su característica frialdad y con la seguridad que da el conocer el tema, trató de asegurarle a la nación que no hay razón para el pánico, que Estados Unidos sabía de su existencia. Frieden explicó que no hay caminos fáciles o cortos para combatir la enfermedad, pero que más importante, el país “sabe cómo combatir” el virus.

Frieden aceptó lo que ahora para muchos parece obvio: que si el Ébola se expande “será una amenaza a nuestro sistema de salud”. Al mismo tiempo, el médico detalló varias medidas que se han puesto en práctica para controlar la expansión del virus. Por ejemplo, la revisión de los pasajeros que están por abordar un vuelo en los países africanos donde se ha dado el brote de Ébola. Esa revisión también tiene lugar en pasajeros que llegan a Estados Unidos en vuelos procedentes del Occidente de África (no hay vuelos directos a USA de los tres países africanos en el centro de la epidemia). Frieden aseguró que hay unidades especiales de emergencia de médicos y enfermeras listas para desplazarse a cualquier lugar del país donde se de otro caso de Ébola.

Frieden sin embargo, no pudo responder a una pregunta simple: por qué se dejó que la segunda enfermera contagiada de Ébola en Dallas abordara un avión el fin de semana. Todavía peor, al presentar fiebre la mujer consultó al C.D.C si podía viajar. Frieden respondió que no ha visto la transcripción de la conversación entre el personal del C.D.C. y la hoy enferma de Ébola.

Y por supuesto siguen sobre las mesa las preguntas de sobre por qué no se internó la primera vez que fue al hospital de Dallas al hombre de Liberia que murió unos días después de Ébola. Sobre cómo es posible que las dos enfermeras se contagiaran si se supone que hay protocolos para evitar este posible contagio. O por qué el C.D.C. no envió a Dallas una de esas unidades especiales para combatir el Ébola.

Algunas de estas preguntas tienen que ver con la ineficiencia del hospital de Dallas -el hospital se lava las manos insistiendo en que siguió los protocolos del C.D.C.-, pero el punto es que al final de cuentas es al C.D.C. a quien le cae la responsabilidad de lo sucedido.

En sus intervenciones públicas Frieden trata de mantener un balance entre, por un lado, aceptar la gravedad del Ébola y su potencial para expandirse y, por el otro, de que no hay razón para el pánico ya que Estados Unidos tiene la infraestructura y los conocimientos médicos suficientes para controlar el virus. Sin embargo, con lo sucedido en Dallas, esa imagen de seguridad que da el doctor Frieden está bajo cuestionamiento.

Una pregunta que surgió en repetidas ocasiones durante la audiencia ante los congresistas es si Frieden estaría de acuerdo en que se prohíba viajar a Estados Unidos a personas procedentes de los países africanos en donde ha habido brote de Ébola. Frieden y el gobierno de Obama se oponen a esta medida. El argumento es que es mejor saber quién llega al país y una vez que se le ha revisado tener control sobre sus movimientos en el caso de que tenga fiebre o algún otro síntoma de la enfermedad.

Es posible que la intervención del doctor Frieden calme los ánimos y el temor de muchos ciudadanos. En gran parte dependerá de lo que suceda en los próximos dos o tres días, de si las dos enfermeras de Dallas que se contagiaron mejoran o empeoran, de si aparece otro caso de contagio de Ébola y en general de si se consigue dar la impresión de que el gobierno -o su brazo médico, el C.D.C.- tiene la epidemia bajo control.