IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

En primera persona, desde la ruta 83 en Texas

Arresto de joven guatemalteco en la frontera con estados unidos en texas

Sullivan City, TX – Eran pasada las dos de la tarde. El sol ardía. Las temperaturas ya habían sobrepasado los 100 grados. Mi camarógrafo y yo manejábamos lentamente sobre la carretera 83 que va paralela con el Río Grande. De repente miro a mi derecha y veo a un agente de la patrulla fronteriza salir de unos arbustos con un jovencito en mano.

Nos detuvimos de inmediato. Un sinnúmero de preguntas me pasaban por la cabeza. ¿Quién era este jovencito? ¿De dónde proviene? ¿Cuánto tiempo estuvo en los arbustos y por qué el oficial lo traía esposado?

Pero mucho antes de poder hacer preguntas, el oficial se me adelantó. “¿Tienen agua, algo que le puedas dar?”, me preguntó refiriéndose al joven. Mi camarógrafo, el oficial, el joven y yo éramos los únicos en la escena.

El joven estaba sin camisa, tenía los labios resecos y se notaba que hacía mucho no consumía líquidos. Una gorra le protegía la cara del sol. Enseguida le dimos una botella de agua al oficial y un dulce de manzana. El agente nunca le quitó las esposas al joven, sino que le llevó la botella a la boca y le iba dando agua poquito a poco. El dulce se lo puso en el bolsillo derecho de la camisa que llevaba amarrada a la cintura.

Le ordenó que se sentara y fue allí, al lado de la carretera, que empezamos a conocer su historia.

Nos dijo que era guatemalteco y que tenía 17 años. No nos quiso dar su nombre. Con pocas palabras, y en un todo de derrota, nos contó que había pasado un mes en México tratando de cruzar, que lo hizo sin la ayuda de nadie hacía apenas una horas antes.

“Tengo algunos familiares aquí”, me dijo, por lo que tras cruzar el río caminaba rumbo norte tratando de evadir a las autoridades.

“Estoy triste porque ya no voy a lograr llegar a mi destino”, fue lo último que me dijo.

Habían pasado unos minutos de nuestro encuentro y ya se acercaba el van de transporte que lo llevaría a un centro de detención. El oficial lo paró y le ordenó caminar. El joven, cabizbajo y con paso pesar, nos dio la espalda y embarcó en un nuevo viaje.