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Opinión: "Romney noqueó a Obama"

Opinión: Mitt Romney ganó el debate presidencial

Por Carlos Rajo

Mitt Romney consiguió lo que buscaba en el primer debate presidencial: ir a la ofensiva, hacer ver mal a su rival, el presidente Obama, y conseguir conectarse con el público televidente.

Mira el video del debate aquí ==> (Ver video) 

En una frase, el candidato republicano ganó el debate. Y lo ganó casi por \'nocaut\'. El “casi” es porque no hubo un momento espectacular o especial que definiera la batalla entre los dos aspirantes a la presidencia. Pero más allá de este detalle, Romney ganó porque fue mejor a lo largo de la hora y media del debate en Denver. 

No solo se le vio presidenciable, es decir como alguien al que le quedaría la camiseta de mandatario, sino además, metido en el debate, un Romney disfrutando del intercambio verbal y lo más importante, cómodo en el personaje de Romney mismo. Una de las cosas que más se le criticaba al exgobernador de Massachusetts era que parecía incómodo con su riqueza, con sus orígenes, con su rol como ejecutivo de éxito, en fin, con ser Romney. En el debate del miércoles apareció un Romney suelto, seguro y sin pena de ser lo que es.

Sobre Obama cuesta entender qué paso. El presidente se veía como alguien que deseaba estar en otro lugar. Que como el debate era una simple obligación que cumplir y que le molestaba tener que escuchar y rebatir lo que decía Romney. Parecía que era el Obama profesor universitario exasperado por la necedad o lo que a su juicio eran falsedades o sin sentidos de su rival.

Por cierto, a medida que pasen las horas y días se hablará más de muchas de las cosas que dijo Romney y en efecto se verá que a menudo se torció un tanto la verdad. Bien sea en temas como su plan de recorte de impuestos, la manera de cómo reducir el déficit o sobre cómo reformará el plan de seguro médico para la gente de mayor edad, Romney dejó dudas en el aire -por decirlo de una manera elegante. Pero muchas veces en un debate esto no es lo importante, y el miércoles fue una de esas ocasiones. Al menos en las reacciones iniciales luego del debate se valora más la impresión que dejó el candidato que se ve como ganador que los detalles de lo que dijo.

Y esto de seguro explicará un tanto la actitud de Obama. El presidente dio la impresión de ser ese profesor de que hablamos al que le molestaba que Romney insistiera con temas que a juicio de los demócratas, y en algunos casos de estudiosos independientes, no cuadran -’eso es aritmética’, dijo en algún momento Obama ante la falta de lógica en los números del plan de Romney para cortar impuestos sin aumentar el déficit- o en la visión del mandatario son simplemente malas políticas (por ejemplo, la de derogar la Ley de Salud).

El problema es que al mostrarse impaciente, o sin energías para rebatir al adversario, básicamente se le esta cediendo la ofensiva y la cancha al contrincante. Y Romney lo aprovechó. Atacó cuantas veces pudo al presidente en lo que ha sido el principal flanco débil del mandatario: la no creación de suficientes trabajos. Literalmente en cada tema que hablaba, Romney terminaba relacionandolo con la falta, o en su caso -por las cosas que él haría si ganara-, la creación de trabajos. Fue de lejos, el mejor debate de todos los que ha tenido Romney desde que inició su larga campaña presidencial participando en las primarias republicanas. 

Sólo Obama sabrá por qué actuó como lo hizo. Por qué parecía como apagado y por qué nunca desafió o atacó de manera directa y frontal a Romney.

No hay que ser gran estratega político para preguntarse por qué el presidente no trajo a la mesa de discusión cosas como lo que dijo Romney en el famoso video secreto con sus donantes ricos (de que el 47% de la gente no paga impuesto de la renta y que son unos vividores de la caridad gubernamental). Lo mismo que los vínculos de Romney con la compañía Bain (donde él fue el principal ejecutivo cuando cerraron fábricas y despidieron gente sin tocarse el corazón) y sus cuentas bancarias en el extranjero.

Una explicación pudiera ser que Obama deseaba mantener la dignidad de la figura presidencial y no entrar a un debate de ataques y acusaciones. Lo irónico de esto es que así es como precisamente se le vio al mandatario en el debate: tal como ha venido hablando estos últimos tres años y medio al público, desde un púlpito presidencial en donde no se ve bien que se enoje o que muestre agresividad. El problema es que las reglas no escritas de un debate en una campaña política son diferentes de los protocolos presidenciales.

Obama incluso se vió mal en su lenguaje corporal. A menudo tenía su rostro agachado cuando Romney hablaba mirándole a los ojos. Cuesta creer que ese Obama político de noche y día necesitara ver sus apuntes para responder a lo que decía Romney. Más parecía un gesto-pretexto de esos que le salen a alguien de manera espontánea cuando está incómodo en una situación o no tiene respeto o paciencia por el interlocutor.

Romney, por su parte, no sólo miró de frente a Obama la mayor parte del tiempo, sino que además mostró un rostro equilibrado entre seriedad, cuando era necesario, y sonrisa, para conectarse con el público y ablandar sus facciones. Es posible que en una noche de debate Romney haya conseguido algo que todo el mundo coincidía no había consegudio en años: conectarse con la gente. 

En vez del Romney robótico, duro, y sin sentimientos que se conocía, hoy aparece un Romney que no ofende que entre como posible presidente a traves de las pantallas en la sala y/o dormitorio de millones de televidentes. Nada del otro mundo en cualquier político que se respete, pero si importante en un Romney que aun luego de mucho tiempo de andar en campaña no lograba hacer la famosa empatía con el público que tanto se quiere hoy de los políticos.

Se había dicho que si Romney no ganaba el primer debate corría el riesgo de dar por terminada la elección ya que se confirmaría la narrativa de que el triunfo de Obama era inevitable. Hoy lo que se tiene es una verdadera competencia electoral. Falta que la gente, los comentaristas y demas que forman opinión, terminen de formarse un juicio sobre los resultados del debate. 

Como decíamos, es posible que se golpee a Romney por muchas de las cosas que dijo y que por supuesto, la campaña de Obama se lanze a la ofensiva. Es más, aun con este foco nuestro en lo de las impresiones sobre el debate, lo cierto es que sí hubo discusión sobre lo que son dos proyectos de país diferentes. Siguen habiendo serias diferencias en las políticas de cada candidato y de seguro que se seguirá hablando de estos temas. Pero por ahora al menos, a casi un mes de la eleccion, lo que tenemos es otra campaña presidencial. Romney está ahí, nuca a nuca con Obama.