Carlos Botiffol
Los Angeles, CA - En Ezequiel Olvera el espíritu empresarial floreció temprano. A los 11 años invirtió 50 dólares y compró una máquina dispensadora de chicles.
Convenció al zapatero del barrio para que le dejara poner la máquina en su negocio. El zapatero, Alfredo Vargas, le pregunó por qué y Ezequiel le explicó que con el dinero que se recaudara quería utilizarlo para pagar por universidad. Vargas accedió. Veinticinco centavos por chicle empezaron a sumar. Luego compró otra máquina para seguir ahorrando. Ya no solo eran chicles, ya era un negocio. Logró tener hasta 60 máquinas de juguetitos, calcomanías y refrescos.
Con los ingresos de su negocio Ezequiel logró ir a la universidad y graduarse, una hazaña que no logran muchos de los residentes de su modesto barrio de El Sereno. Pero siempre quizo regresar para hacer algo por la comunidad que tanto lo ayudó.
A los 28 años, y después de trabajar en la empresa privada, Ezequiel regresó al este de Los Angeles y creó una fundación con un nuevo sueño para ayudar a otros alumnos que quieren tener sus propios negocios
Así fué como Ezequiel creó el "Gumball Foundation". El objetivo, dice, era para "ayudar a otros alumnos con el sueño de tener sus propios negocios". La fundación, dice, les proporciona la primera maquina. "El requisito es que ellos mejoren sus calificaciones.”
Estudiantes logran tener sus máquinas para instalar en negocios. Por cada dólar que consiguen, la fundación le añade dos dólares. Para un joven que comience a hacerlo en el sexto grado, le podría representar 45 mil dólares el día que se gradúe de la preparatoria. Y todo por una inversión original de 50 dólares. La fundación Gumball ya a otrogado 40 becas.
Recientemente la labor de Ezequiel fue reconocida por politicos, y poderosos empresarios de California. Pero él no piensa en reconocimientos, sino en el poder ayudar a más estudiantes.
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