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Tomar dos siestas a la semana reduce el riesgo de sufrir un infarto

Un estudio encontró que las personas que toman siestas reducen casi a la mitad el riesgo de tener un infarto o un derrame cerebral, en comparación con quienes no las toman.

Un estudio encontró que tomar siestas por la tarde una o dos veces por semana puede reducir el riesgo de sufrir un infarto o un derrame cerebral hasta en un 48 por ciento en comparación con aquellas personas que no toman este descanso en ningún momento.

De acuerdo con el Daily Mail, tomar siestas más veces a la semana no representa un mayor beneficio para la salud, pues el estudio encontró que la moderación es la clave para reducir los riesgos.

La falta de sueño está relacionada con la acumulación de placa en las arterias del cuerpo que hace que se estrechen y endurezcan, un padecimiento conocido como aterosclerosis.

De acuerdo con los científicos, una persona debe dormir aproximadamente ocho horas cada noche, pero las siestas podrían ser una herramienta útil para recuperar el descanso cuando no se logró cumplir ese tiempo.

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Durante cinco años, investigadores del Hospital Universitario de Lausana en Suiza monitorearon los hábitos de sueño de 3,400 personas entre los 35 y 75 años, analizando la frecuencia y duración de las siestas, así como padecimientos como infartos y derrames.

Se tomaron varios factores en cuenta, como la edad, la duración del sueño nocturno, riesgo de otras enfermedades cardiovasculares, presión alta y colesterol.

Solo las personas mayores de 65 años y aquellos que padecían apnea del sueño seguían presentando el mismo riesgo de tener un infarto o derrame aun cuando tomaran siestas frecuentemente.

Las personas que tomaban una o dos siestas por semana tenían estilos de vida más saludables y vidas más organizadas que les permitían tomar este tiempo para descansar, mientras que aquellos que tomaban siestas casi a diario tendrían a presentar problemas de salud.

Esto puede deberse a que el primer patrón de siestas ocasionales es intencional, mientras que el segundo representa una enfermedad subclínica vinculada a un estilo de vida más pobre.

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