Las cosas que los bebés consumen durante sus primeros años de vida, tienen un gran impacto en toda su vida. Y un estudio reciente demostró que, aquellos que consumen antibióticos antes de los dos años, son más propensos a tener enfermedades como asma y alergias
La investigación, publicada en la revista Mayo Clinic Proceedings, realizó un análisis en los datos de casi 15,000 niños nacidos en Minnesota, entre enero de 2003 y diciembre de 2011, vigilando si se enfermaban y los medicamentos que consumían, en su infancia temprana.
Los resultados demostraron que “quienes recibieron al menos una prescripción de antibióticos antes de los dos años. [Presentaron] un alto riesgo de tener asma, rinitis alérgica, dermatitis atópica, enfermedad celíaca, sobrepeso, obesidad y déficit de atención o hiperactividad”, aseguraron los científicos.
Nathan LeBrasseur, investigador del Centro sobre el Envejecimiento de la Clínica Mayo, y director del estudio, dijo a CNN que encontraron que mientras más antibióticos consumían los pequeños, eran más las complicaciones que tenían durante la adolescencia.
“Entre los bebés que tomaron una o dos veces antibióticos, solo las niñas tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollar asma y enfermedad celíaca en comparación con los que no lo hacían”, dijo el investigador, destacando que los niños no habían mostrado una diferencia significativa si tomaban o no estos medicamentos.
“Por el contrario, recibir de tres a cuatro indicaciones, se asoció con una mayor incidencia de asma, dermatitis atópica y sobrepeso en ambos sexos, así como TDAH y enfermedad celíaca en las niñas y obesidad en los varones”, agregaron.
Mientras que, los menores a los que se les había administrado algún tipo de antibiótico, más de cinco veces, tenían más probabilidades de presentar asma, rinitis alérgica, sobrepeso, obesidad y TDAH, sin importar su género.
Sin embargo, destacó que “este estudio muestra una asociación, no una causalidad, de estas afecciones”. Es decir, los antibióticos no son la causa principal de las enfermedades, pero sí pueden volver a los menores más propensos.
Los médicos dijeron que la posible razón por la que esto sucede es que estos medicamentos atacan a las bacterias que se encuentran en el aparato digestivo, sin importar si se trata de amenazas, o las bacterias naturales que protegen el tracto digestivo.
En el artículo también se especificó que la penicilina, uno de los antibióticos más usados, “puede provocar asma y sobrepeso en ambos sexos, enfermedad celíaca y TDAH en las niñas y obesidad en los niños, mientras que se asociaron con un menor riesgo de autismo en las mujeres”.
Mientras que la cefalosporina, que suele ser indicado en infecciones más complicadas, está altamente relacionada con desarrollar múltiples enfermedades, autismo y problemas de aprendizaje.
Ante esto, los investigadores puntualizaron la importancia de acudir con un médico especializado, que pueda saber bien cómo elegir el mejor antibiótico, en caso de ser necesario, para evitar la menor cantidad de efectos secundarios posibles.
Otra razón por la que LeBrasseur y su equipo advierten tener cuidado con estos fármacos en niños pequeños es que, si se abusa en su consumo o se toman de forma innecesaria, es posible que se desarrolle una resistencia a ellos.
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