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“Mi esposo murió de COVID-19 y su cadáver desapareció, lo entregaron casi 4 meses después”

El cuerpo de Félix Merchán desapareció tras morir por COVID-19, pero tras una desesperada búsqueda, su esposa lo encontró casi 4 meses después. Esta es su historia.

A finales de marzo, mes en el que la Organización Mundial de la Salud declaró al coronavirus pandemia, la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se vio desbordada por un brote de COVID-19.

Sus hospitales, morgues y cementerios colapsaron y los cadáveres –sin identificar- fueron apilados en contenedores mientras las personas deambulaban entre ellos para encontrar a sus familiares.

Este 16 de julio aún quedaban cerca de 100 cuerpos en estado de descomposición a la espera de ser identificados a través de pruebas de ADN.

Sin embargo, aún se desconoce el número total de desaparecidos que fueron víctimas del peligroso  coronavirus, y Félix Merchán fue uno de ellos. Su esposa, Silvia Guzmán, platicó a BBC su desgarradora experiencia.

Guzmán relató que su esposo estaba bien de salud, pero de un momento a otro se puso mal. Él le comentó que se sentía mal y no podía respirar, por lo que optaron por recorrer todos los hospitales y clínicas, pero en todos le dijeron que no había oxígeno y que no tenían cómo ayudarlo.

Por suerte, fue admitido en el Hospital del Guasmo Sur y fue ingresado a la sala de emergencia, donde lo dejaron en una silla de ruedas porque no había camas.

Lamentablemente, Merchán no logró superar el virus y perdió la vida el primero de abril.

"Lo último que me dijo fue: 'Mami, de esta no salgo. Quiero que te cuides mucho y que recuerdes que siempre voy a estar para ti' […] Murió en mis brazos. Fue muy duro para mí eso porque lo vi morir y no lo pude ayudar. Vi cómo su vida se apagaba lentamente", relató Silvia.

Tras la muerte de su esposo, Guzmán fue sacada a la fuerza del hospital, pues le dijeron que había mucha carga viral y le solicitaron que llenara un documento y que regresara después a retirar al cuerpo.

Pero a la mañana siguiente, ya habían perdido el cuerpo y le dijeron que entrara a buscarlo en la morgue del hospital.

Silvia explicó que había muchos cuerpos por todas partes incluso en el piso. "Los tenían en unos contenedores que no estaban refrigerados. Ahí llegaban todos los que murieron en sus casas y los que estaban esparcidos en las calles", indicó.

Los encargados seleccionaban 80 cadáveres y los ponían en la morgue para que los familiares fueran a reconocerlos, pero si querían buscarlos dentro del contenedor, tenían que pagar 100 o 300 dólares a los guardias para que los dejaran entrar.

Quienes entraban tenían que ellos mismos abrir las bolsas para ver si el cuerpo era de su familiar, ya que ni siquiera tenían colocado un brazalete e Incluso hubo un caso de una señora que estaba viva, pero a los familiares le entregaron las cenizas de otra persona

Silvia volvió durante ocho días seguidos, pero nunca encontró el cadáver de su esposo y le dijeron que no iban a entregar más cuerpos y que debía entrar a una página web para saber en qué cementerio había sido enterrado su esposo.

La mujer hizo eso por tres semanas, pero su nombre nunca apareció. Buscó en hospitales, en morgues, en cementerios, en todos lados donde podrían estar, sin embargo, nunca recibió una respuesta y como no aparecía, llegó a pensar que podía estar vivo.

"Pensaba que quizás había despertado, que podía estar entubado en un hospital y no recordaba. Aunque yo lo vi morir, en el fondo tenía la esperanza de encontrarlo vivo. También pensé que podían haberle entregado el cuerpo a otra familia, que estaba sepultado".

Silvia nunca perdió la esperanza y estaba decidida a buscarlo hasta encontrarlo. "Quería que un día el forense me dijera 'aquí está el cuerpo'", admitió.

Según sus declaraciones, había un grupo de forenses de otro país y les dio todas las características físicas de Merchán, cómo era su cabello, su nariz, sus dientes, todo. También les llevó una fotografía donde se veía la ropa que llevaba el día que murió.

Una persona que trabaja ahí le dijo que los cuerpos del hospital habían sido llevados a la Policía Judicial para identificarlos, por lo que Silvia decidió ponerse en contacto y le comentaron que estaban trabajando para encontrarlo.

Por suerte, el 23 de junio recibió la llamada de un forense que le dijo "señora Silvia encontramos a su esposo" y le indicó que fuera 24 horas después a reconocer el cuerpo.

Al día siguiente, Silvia acudió con su cuñado y el forense les mostró unas fotos del cadáver, y aunque partes de su cuerpo ya estaban descompuestas no le quedó duda de que se trataba de su esposo. También les explicó que lo habían puesto en una bolsa de plástico negro con un papel que tenía el nombre de otra persona.

"Sentí alegría y le dije 'por fin te encontré'", señaló la mujer. Pero cuando volvió a casa, sintió mucha tristeza y no quiso salir por cinco días.

"Lloraba y le preguntaba a Dios 'por qué'. Él nunca fue una persona mala. Yo lo quería mucho y él también a mí", platicó.

Afortunadamente, Silvia aseguró que su esposo podrá ser sepultado en un cementerio del municipio donde viven para que descanse en paz. "Será el día más triste de mi vida", concluyó.

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