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“A los 9 años mi hijo autista trató de ahorcarse y gritó que quería morir”

Desde el nacimiento de Drew, Leanne Foote sospechó que su pequeño tenía problemas de comportamiento, pero tardó años en recibir un diagnóstico. Conoce su historia.

Leanne Foote, de 39 años, estaba tan preocupada por su hijo, Drew, que tiene autismo, que pasó varias noches sin dormir para asegurarse que no se lastimara, luego de que cuando tenía nueve años gritó que quería morir, mientras trataba de ahorcarse.

Leanne también sacrificó su propia vida personal, y no ha tenido una relación sentimental durante ocho años, pero, aunque fue difícil conseguir ayuda, Drew de ahora 11 años, ya está recibiendo terapia y su madre cree que su crisis ha terminado por el momento.

"No hay nada tan aterrador y desafiante como escuchar a tu propio hijo decir que quiere morir. Drew me gritaba que su ‘cabeza estaba llena’ y que no podía soportarlo más", platicó a The Sun

Esto, según sus declaraciones, la hizo sentir que había fallado como madre, como si hubiera su culpa de alguna manera. "Su condición me ha afectado no solo a mí, sino también a mis otros hijos".

Foote platicó que su relación de ese entonces, se rompió e incluso algunos de sus amigos se alejaron, pues no podían hacer frente a la forma en que su hijo era.

Todo comenzó cuando Leanne, sospechó que su niño tenía problemas de comportamiento desde su nacimiento en 2009, ya que gritaba mucho y era extremadamente nervioso.

Pero cuando comenzó la escuela, Drew ya estaba mostrando un comportamiento extremo y fue excluido a los cinco años por morder y atacar a otro niño, e incluso hizo que una maestra dejara su trabajo el primero día.

"Estaba mortificada. Mis otros hijos fueron a la escuela sin un solo problema y fue un shock para mí", admitió.

Aunque sus maestros estaban seguros de que Drew tenía autismo, tuvieron que esperar mucho tiempo para recibir fondos de ayuda. Mientras tanto, dejaron sola a su mamá para hacerle frente.

"Tuvo grandes crisis y yo estaba exhausta, cuidándolo a él y a mis otros tres hijos. Estaba tan cansada que ni siquiera podía mantener una conversación con nadie. Ni siquiera podía pensar en tener un novio porque nunca funcionaría. No fue justo para nadie", afirmó.

Aunque su hijo era un niño con un gran sentido del humor, luchaba contra la ansiedad y entraba en pánico ante la cosa más pequeña. Además, solo hacía tres o cuatro comidas, pues cualquier otra cosa lo hacía entrar en crisis.

Sin embargo, no fue hasta que tenía ocho años cuando finalmente fue diagnosticado oficialmente con autismo, y a los nueve años, comenzó a amenazar a su familia con suicidarse.

"Un día, comenzó a tratar de ahorcarse. Tuve que pelear con él para detenerlo. Habló sobre hacerlo nuevamente y me aterraba que encontrara la manera. Lo miraba todo el tiempo, incluso de noche", afirmó.

Por fortuna, el niño fue canalizado para recibir ayuda de salud mental, pero tuvo que esperar más de un año antes de que hubiera un lugar disponible. Ahora está recibiendo terapia y también acude a una escuela especializada donde "está mucho mejor. Él es feliz y adora a sus hermanos".

¿Qué es el autismo?

El autismo o trastorno del espectro autista (TEA) es una afección neurológica y de desarrollo que comienza durante la niñez y perdura toda la vida.

Esta condición afecta cómo una persona se comporta, interactúa con otros, se comunica y aprende.

Según los expertos, estas son las señales que podrían revelar que un niño presenta esta condición:

1. Problemas para socializar: los menores en edad escolar no presentan interés en la interacción con niños de su edad.

2. Aprende cosas detalladamente y recuerda información por largos periodos.

3. Tiene una gran memoria visual y auditiva.

4. Fija su interés en temas específicos y procuran aprender todo lo que puedan de ello.

5. Repite palabras, sonidos y frases.

6. No acepta los cambios de rutina ni en su hogar, esto sucede cuando el autismo es muy profundo.

7. La exposición a luces fuertes, olores, ruido, texturas de prendas o temperaturas, suelen molestarlo.

8. Su contacto visual es nulo o poco y cuando lo hace es de forma inconsistente.

9. Ignora a los demás y responde de manera evasiva.

10. Suele no responder cuando se le llama o tarda en hacerlo, incluso en ocasiones hay que llamar su atención haciendo contacto físico.

11. Entiende todo lo que se le dice de manera literal.

12. Puede llegar a hablar mucho del tema que le gusta, a tal punto de no darle oportunidad a los demás para expresarse.

13. Habla de manera inusual: las personas con esta condición a veces usan acentos extranjeros, hablan como si estuvieran cantando o pueden llegar a imitar la voz de un robot.

14. Su empatía es casi nula: suele tener problemas para comprender lo que otras personas sienten o para entender el punto de vista de los demás.

Mayo Clinic indica que la mayoría de los pequeños presenta los primeros síntomas durante su primer año de vida.

El TEA no tiene una única causa conocida, pero en algunos niños puede estar asociado con un trastorno genético, como el síndrome de Rett o el síndrome del cromosoma X frágil.

Para otros, los cambios genéticos pueden aumentar la probabilidad de padecerlo. Algunas mutaciones parecer ser hereditarias, mientras que otras suceden de manera espontánea.

Las infecciones virales, los medicamentos, las complicaciones durante el embarazo, la contaminación ambiental, podrían ser otras de sus causas.

Entre las opciones de tratamiento, se encuentran las siguientes:

1. Terapias de comportamiento y comunicación: muchos programas abordan la variedad de dificultades sociales, de lenguaje y de comportamiento asociadas a esta condición.

Algunos se enfocan en reducir las conductas problemáticas mientras que otras se centran en enseñarles a interactuar socialmente o cómo comunicarse mejor.

2. Terapias educativas: para mejorar las destrezas sociales, la comunicación y el comportamiento. Los pequeños en edad preescolar que las reciben, en general muestran un buen avance.

3. Terapias familiares: de modo que los padres y otros parientes puedan aprender a jugar e interactuar con los menores en formas que promuevan las destrezas de interacción social y comunicación de la vida cotidiana.

4. Otras terapias: como la terapia ocupacional para aprender actividades rutinarias, y fisioterapia para mejorar su movimiento y equilibrio.

5. Medicamentos: aunque ningún fármaco puede beneficiar los signos centrales del TEA, algunos pueden ayudar a controlar los síntomas.

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