Charlotte Evans era una niña completamente sana a la que le encantaba bailar y hacer teatro. Pero, su vida, daría un giro de 180° cuando con tan solo 12 años, experimentó el primer episodio de una enfermedad no diagnosticada que hace que algunas partes de su cuerpo se hinchen, a veces durante meses, y que la ha obligado a someterse a 66 cirugías.
Todo comenzó cuando un día Charlotte manifestó un dolor en la cadera acompañado de un bulto y, al día siguiente, la hinchazón se extendiera por su estómago, espalda y pierna.
Inmediatamente fue llevada al hospital, donde pasó tres semanas sin recibir un diagnóstico. Los médicos le dijeron que no sabían qué había causado su problema y le aseguraron que no volvería a suceder.
Pero, un par de meses, volvería a ocurrir, esta vez en su mano. Nuevamente, acudió al hospital y allí los expertos le dijeron que tenía el síndrome compartimental, que se produce cuando aumenta la presión dentro de un compartimento del cuerpo y que suele aparecer después de una lesión.
Fue entonces cuando tuvo su primera cirugía. Cortaron su fascia muscular y dejaron la herida abierta un par de días para luego cerrarla.
"Después de eso, todo creció como una bola de nieve. Me operaron 12 horas antes de mis exámenes de secundaria. Hice mi primer examen mientras usaba una bomba de morfina", platicó a BBC.
Charlotte platicó que, debido a su condición, tuvo problemas para relacionarse con personas de su edad, pues se consideraba inmadura porque no había experimentado mucho de lo que la mayoría de los adolescentes sí habían vivido.
En otra ocasión, tuvo que permanecer en el hospital durante siete meses sin salir, pero lo más grave llegaría en 2019.
En marzo de ese año, Charlotte tuvo una hinchazón en su pierna y acudió al hospital para recibir un tratamiento regular.
Sin embargo, durante su permanencia, una de sus extremidades no mostraba pulso.
"El doctor dijo que pensaban que era demasiado tarde. La pierna estaba negra, dijeron que tendrían que amputármela", explicó.
Aunque firmó el formulario de consentimiento en el que autorizaba la amputación de su pierna, tal fue su sorpresa que despertó con ambas extremidades.
"[Los médicos] dijeron que, si hubiera pasado una hora más, habría sido una historia diferente", señaló.
Si bien Charlotte no perdió ninguna de sus extremidades, con cada cirugía sus cicatrices se vuelven más prominentes, algo que le ha costado cientos de comentarios por parte de extraños que piensan que se ha autolesionado.
"Recientemente, estaba en un ascensor en el hospital y un hombre me dijo que pensaba que era repugnante y egoísta de mi parte autolesionarme mientras la gente sufría y moría de coronavirus", relató.
Pero, aunque esto fue extremo para ella, admitió que no es la primera vez que la llaman de esa forma, pues incluso la gente en la universidad evitaba hablarle porque pensaban que tenía problemas con su salud mental.
Por si fuera poco, este año ha sido mucho más duro, pues ha tenido ocho episodios y ha empezado a tener más complicaciones, que no están evolucionando tan bien como cuando era más joven.
Charlotte también trata de soportar los episodios en casa, de lo contrario, siempre estaría en el hospital. No obstante, cuando son muy fuertes tiene que ir, ya sea porque necesita otra cirugía o porque no puede moverse correctamente.
Afortunadamente, sigue un tratamiento que funciona la mayoría de las veces, pero los expertos aún no logran descifrar por qué le sirve.
Aunado a esto, los especialistas han buscado por todo el mundo alguna persona que tenga la misma condición que Charlotte, pero todavía no ha sucedido.
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