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“Hicimos la fiesta porque no había tantos casos en el país y ahora vivimos una pesadilla”

Días después a la celebración familiar, la mitad de los invitados comenzó a mostrar síntomas del coronavirus y, más tarde, cobraría la vida de 3 de ellos.

Una fiesta de cumpleaños en Sao Paulo, Brasil, marcó de por vida a una familia, pues la mitad de sus invitados se enfermó de coronavirus y, más tarde, cobraría la vida de tres hermanos.

Un día antes de la fiesta, la organizadora, Vera Lúcia Pereira, cumplía 59 años de edad y, el avance de la pandemia, hizo que la familia casi cancelara la celebración.

"Teníamos dudas, pero decidimos hacerla, porque no había tantos casos en el país", dijo la cumpleañera a BBC.

Sin embargo, el día de la celebración, el 13 de marzo, se confirmaron 98 casos del nuevo coronavirus en el país, de los cuales 56 estaban en Sao Paulo, según el Ministerio de Salud.

La reunión de Pereira, celebrada en el patio trasero de su casa, tuvo 28 invitados. Entre ellos, los hermanos de su esposo, Paulo Vieira, de 61 años, que sería uno de los que moriría dos semanas después.

"También invitamos a mis hermanas y nuestros sobrinos. Eran simplemente los parientes más cercanos, para evitar que viniera mucha gente", señaló Pereira.

Los síntomas que presentaron

En los días posteriores al evento, 14 miembros de la familia comenzaron a mostrar síntomas del coronavirus como tos, fiebre y dificultad para respirar, y los compartieron en el grupo familiar en WhatsApp.

Poco después, lo que parecía ser una celebración común se convirtió en una pesadilla. Y es que la semana antepasada, tres hermanos de la misma familia murieron con sospecha de haber contraído el peligroso virus.

La semana pasada se recibió el resultado de una de ellos: María Salete Vieira, de 60 años, dio positivo al COVID-19.

"Ahora estamos seguros de que fue realmente el virus el que causó la muerte de mi madre", dijo la hija de la mujer, Rafaela Hanae, de 33 años.

La familia espera los resultados de los otros dos fallecidos, pero aseguran que será solo confirmar lo que ya saben.

Pereira, al igual que su hijo, también presentaron síntomas del virus, pero ya se recuperaron.

"Físicamente estoy bien, solo con un poco de tos. Pero ha sido un periodo muy difícil. Hemos estado viviendo días de terror. Todo esto es una tragedia", asegura la mujer.

La última reunión familiar

Maria do Carmo Vieira, de 58 años, platicó que el cumpleaños de Pereira fue un momento en el que ella y sus seis hermanos aprovecharon la oportunidad para reunirse. Pero la fiesta fue la última actividad que los juntaría.

Dos días después, Maria Salete, una de las tres mujeres de la familia Vieira, presentó una grave diarrea. Después, comenzó a tener fiebre. “Mi esposo y yo la llevamos al hospital, recibió medicamentos y regresó a casa”, explicó su hermana.

Pero debido a que era diabética e hipertensa, la situación de Salete empeoró con los días, pues comenzó a tener fiebre.

Después de ella, varios miembros también presentaron síntomas, aunque para la mayoría fueron leves y no necesitaron atención médica.

Al principio, los integrantes de la familia no creían que pudiera tener coronavirus.

Según Vieira, ningún miembro tuvo síntomas, por lo que no estaba claro quién pudo haber sido el primer contagiado.

"Descubrir eso ahora no va a cambiar nada para nosotros", admitió.

El segundo hermano Vieira en presentar una condición grave de COVID-19 fue Clóvis, de 62 años.

"Tres días después de la fiesta, mi padre comenzó a toser mucho, tenía dolor de cabeza, fiebre y perdió el sentido del olfato y el gusto”, explicó Arthur Ribeiro, de 30 años.

Clóvis, quien estaba sano, también empeoró a los pocos días.

Poco después, Paulo, el esposo de Pereira, también fue llevado al hospital. Era considerado el más saludable de los hermanos, puesto que practicaba ejercicio físico y a menudo hacía largas rutas en bicicleta y senderismo.

El desenlace y los sobrevivientes

En la mañana del 1 de abril, Salete tuvo un paro cardiopulmonar y no lo superó. Al otro día, Clóvis Vieira también murió de un paro cardíaco y la noche siguiente falleció el otro hermano, Paulo.

Salete y Paulo fueron enterrados en un ataúd sellado, de acuerdo con las recomendaciones de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria para casos sospechosos o confirmados de COVID-19.

Por su lado, Clóvis fue incinerado, un deseo que había expresado a su familia.

Las tres ceremonias se celebraron por separado y sus funerales fueron breves, duraron unos minutos y reunieron un máximo de 10 personas, según la guía de las autoridades brasileñas.

Mientras tanto, los sobrevivientes permanecen aislados y ahora piden a los demás que se muestres responsables para evitar el contagio y que no salgan a la calle por razones innecesarias.

"Tenemos que continuar la vida, a pesar de todo. No queremos que ninguna familia pase por la misma situación que nosotros", finalizó Pereira.

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