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Alexandria Ocasio-Cortez, la mujer más joven en llegar al congreso, es una orgullosa latina

Con tan solo 29 años y de origen puertorriqueño, Alexandria Ocasio-Cortez está haciendo historia en el congreso estadounidense.

Durante estas elecciones intermedias las mujeres están haciendo historia en Estados Unidos al ocupar algunas sillas en el congreso, pero hay una que se destaca por su ímpetu y su personalidad: Alexandria Ocasio-Cortez.

La chica, que cumplió 29 años en octubre pasado, se convirtió en la mujer más joven en llegar a la cámara de representantes al ganar en el distrito de Nueva York.

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Alexandria tiene un pasado que comparte con muchos de sus votantes. Nació en el Bronx fruto de un matrimonio entre un arquitecto y una mujer puertorriqueña. Su infancia fue como la de cualquier otro niño, y en 2008 cuando su padre murió a causa de cáncer ella tuvo que trabajar como mesera para ayudar a su madre a pagar las cuentas y continuar con sus estudios universitarios. De hecho unos meses antes de lanzar su candidatura seguía trabajando como bartender.

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Se graduó de la Universidad de Boston en donde estudió economía y relaciones internacionales, y comenzó a participar en la política desde hace unos años, y en las elecciones de 2006 trabajó en el equipo de Bernie Sanders.

Ocasio-Cortez afirmó que se siente harta del sistema político que encabeza Donald Trump en el que la clase obrera y la gente latina, como ella, se han quedado fuera. Por lo que decidió actuar por sus propios medios e iniciar un cambio en el congreso.

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"Nuestro distrito está repleto de gente de color, somos la clase obrera, somos muchos migrantes y no tenemos la representación que necesitamos", dijo hace unos meses al HuffPost

Alexandria describió su proyecto como "un movimiento más amplio para la justicia social, económica y racial en Estados Unidos", con el que revolucionará a la élite del partido demócrata para garantizar que las minorías realmente tengan un representante que cuide sus intereses.

Desde el inicio de su campaña, la joven trabajó hombro a hombro con la gente, repartiendo volantes en plazas y supermercados y estableciendo vínculos con sus votantes.

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Además, rechazó financiamientos de empresas y cubrió todos los gastos de su campaña con donaciones que iba recibiendo de personas comunes que nunca sobrepasaron los 200 dólares.

En su discurso de victoria Alexandria declaró que, "Esto es lo que sucede cuando la gente se une y se da cuenta de que todas nuestras acciones son poderosas, valen la pena y pueden realmente crear un gran cambio".

Así mismo, llamó a todos a seguirse "organizando y luchando" por las mujeres, los migrantes, la comunidad latina, la clase obrera, la gente de color y todos aquellos a los que la política estadounidense no está tomando en cuenta.

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