Katrina Farnell, una joven de 23 años de edad, vio morir a su hijo de cuatro años debido a una infección sanguínea, luego de que los doctores del Hospital Real de Sunderland, en Inglaterra, lo enviaron a casa asegurando que todo se encontraba en orden.
El pequeño Sheldon había tenido una punción lumbar y no se encontraba bien, por lo que le practicaron estudios de sangre. Sin embargo, los resultados tardaron más de lo esperado y los médicos lo dieron de alta, a pesar de que su madre insistía en que el menor presentaba síntomas de sepsis.
“Ellos prácticamente dejaron a mi niño morir. Nos dieron falsas esperanzas de que estaría bien”, dijo Katrina al diario The Sun, y aseguró que estuvo insistiendo para que apresuraran los resultados de la prueba sanguínea, pues ella sabía que algo no estaba bien.
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“Había tenido una punción lumbar y ni siquiera podía caminar, solo por eso no debería haber sido dado de alta. Tenía todos los signos de sepsis. Estaba amarillo, estaba enfermo y tenía diarrea”, señaló Daniel Robson, el tío del niño.
Los abuelos de Sheldon responsabilizaron completamente al hospital por la muerte del menor y exigen que se esclarezca la situación, ya que el pequeño falleció en los brazos de su madre.
Por su parte, el doctor Ian Martin señaló que se llevará a cabo una investigación interna para entender las circunstancias en las que se dio este caso.
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