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“Di a luz a mis nietos gemelos y fue difícil dejarlos ir”

Una mujer se ofreció a ser el vientre subrogado de su hija, quien quedó infértil a los 23 años. Así, la abuela dio a luz a sus propios nietos.

Una mujer recibió una triste noticia cuando tenía 23 años de edad: tenía cáncer cervical y el tratamiento que recibiría podría dejarla infértil.

Para Micaela Gump-Johnson, una empleada de una guardería en Illinois, Estados Unidos, la noticia fue devastadora. 

Aunque ella y su esposo ya tenían un hijo de tres años, deseaban que su familia creciera, y fue allí en donde un ángel hizo su aparición.

Sheila Gump, madre de Micaela, se ofreció a llevar en su vientre a sus propios nietos.

Ahora que Micaela tiene 28 años, decidió contar su historia en una entrevista llena de emoción y agradecimiento por el hermoso regalo que le hizo su mamá.

 
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"Miré al monitor y cayeron las lágrimas. 'Ahí están', dijo el doctor sonriendo. 'Los dos'", recordó Micaela en la charla exclusiva que sostuvo con el diario The Sun, al hablar de la primera vez que vio a sus mellizos creciendo en el útero de Sheila.

"Dos pequeños puntos, dos pequeños latidos. Estaba radiante. Esa primera ecografía valió la pena toda la espera, las cirugías y las hormonas. Pude ver a mis preciosos gemelos. No podía creerlo, mi madre estaba embarazada de mis bebés", relató conmovida.

Según explicó, dos años atrás, ella había sido la paciente. 

Micaela había ido al médico, pensando que había contraído una infección por hongos, pero cuando la examinaron, notaron algo raro en su cuello uterino, así que le hicieron una biopsia.

"El pánico se sintió como agua helada. Sabía que algo horrible estaba sucediendo. Dos semanas después, escuché la noticia que destrozaría mi mundo. Tenía cáncer. Simplemente me caí en pedazos", recordó la mujer.

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Sheila tuvo a Micaela cuando solo tenía 16 años de edad, algo que, según cuenta Micaela, las hace más allá de mejores amigas, casi hermanas. 

Por eso, la mujer sentía que contarle que tenía cáncer a su mamá, sería algo devastador. Pero cuando le dio la noticia, su madre simplemente le escribió: "Te amo. Superaremos esto".

La siguiente visita al oncólogo, la hicieron juntas. Allí, les explicaron que Micaela necesitaría una histerectomía total, quimioterapia y radiación.

"Una vez que comenzara el tratamiento, no podría volver a tener bebés. Mi única oportunidad era crear embriones de inmediato", recordó, añadiendo que fue su propia madre quien le pidió que viera a un especialista en fertilidad. "No querrás mirar atrás y desear haberlo hecho", le dijo Sheila.

"Pero, mamá, incluso aunque creemos embriones, no podríamos pagar una madre subrogada", dijo Micaela llorando. "Es imposible".

"Si me lo permiten, yo lo seré", contestó su madre sin dudarlo. La maravillosa oferta dejó impactada a la mujer, quien estalló de amor.


El tratamiento de fertilidad funcionó, y Micaela y su esposo crearon 19 embriones. Luego, según relata ella misma en The Sun, vino lo brutal: la lucha contra el cáncer.

Pero por suerte, tres meses después de que finalizó el tratamiento, ella estaba libre de la enfermedad, así que ahora ella y su esposo podrían intentar tener otro bebé.

"Pero mi mamá tenía 42 años. ¿Los doctores la dejarían ser nuestra subrogada? Por suerte, así fue", relató.

Llegó el momento de hacer el implante, que resultó exitoso. Madre e hija esperaron llegar al cuarto mes de embarazo antes de contarle a la gente lo que estaba ocurriendo. 

En ese momento, ya sabían que en camino venían gemelos, un niño y una niña. La reacción de sus seres queridos fue hermosa, según recordó Micaela.

A pesar de la felicidad que Sheila sentía por poder ayudar a su hija y su yerno, con el pasar de las semanas sus sentimientos se fueron trasnformando, aunque su mente sabía que esos bebés no eran suyos, su cuerpo ya los reclamaba como propios.

Cuando por fin llegó el día del parto, las dos mujeres estuvieron juntas en el quirófano, tomadas de las manos y con lágrimas en los ojos.

Logan nació primero, y luego llegó al mundo McKinley, ambos, vía cesárea, y en estado perfecto.

"Amo mucho a mi mamá", pensó Micaela cuando tuvo a sus hijos en sus brazos. "La abrieron para que yo pudiera tener a estos hermosos bebés. Nunca podré pagárselo".

Para Sheila el proceso fue más complicado, estaba agradecida de que todo hubiera salido bien, pero su instinto materno le pasó factura...

"Estaría mintiendo si dijera que no fue difícil. Mi cerebro podría haber sabido que no eran mis bebés, pero mi cuerpo no... El día que empacaron para irse fue agridulce, aunque sabía que los bebés estaban con su madre, exactamente dónde deberían estar", expresó.

Solo el paso del tiempo pudo ayudar a que Sheila se desprediera de los gemelos que gestó en su vientre y se alegrara con la idea de que siempre formarán parte de su vida.

 
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