Después de ganar cinco medallas en los Juegos Olímpicos de Río y romper una docena de récords mundiales en lo que lleva de carrera, Katie Ledecky se prepara para estudiar en Stanford. Será uno de los cientos de roommates "misteriosos" que empezarán primer año en esta universidad. ¡Entérate!
Secreto de Stanford... hasta el primer día
En la Universidad de Stanford no se toman a la ligera la tarea de definir a los roommates de cada nuevo estudiante. Con el objetivo de promover la pluralidad y el aprendizaje, las asignaciones de compañeros y dormitorios se mantienen bajo el máximo secreto, hasta el primer día en el campus.
Y este año, la iniciativa llega con especial expectativa: alguna recién llegada se encontrará con una compañera muy especial. Nada menos que la nadadora olímpica, Katie Ledecky.
¿Por qué el misterio?
Según explica el sitio oficial de Stanford, las relaciones entre los roomies "son más positivas y exitosas cuando empiezan con interacciones cara a cara". De este modo, se busca evitar los preconceptos con los que los estudiantes podrían llegar, si tuvieran fragmentos de información o contacto online previo.
Pero esta iniciativa no deja nada al azar. Al determinar las asignaciones de compañeros de los estudiantes de primer año, el personal de Stanford busca balancear los intereses, y a la vez promover que se conozcan personas diferentes en cada habitación.
9 pasos para una buena relación entre roomies
Para forjar un buen vínculo, el sitio Education Corner recomienda:
1. Aclarar expectativas, preferencias y necesidades desde el comienzo.
2. Solucionar los problemas mientras aún sean pequeños.
3. Respetar las pertenencias del otro (¡olvídate de terminar las sobras de su almuerzo!).
4. Ser cauteloso al invitar a otras personas a la habitación.
5. Cerrar las puertas y ventanas al salir.
6. Ser amigable, pero respetar los espacios del otro.
7. Mantener una mente abierta, si el roommate tiene un estilo de vida diferente.
8. Estar abierto a los cambios.
9. Tratar al compañero como quisiéramos que nos tratasen. ¡Es la regla de oro!
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