Lisa Martin grabó a su bebé teniendo espasmos infantiles como prueba para los médicos que rechazaron sus sutiles movimientos corporales como cansancio.
Benji estaba perfectamente sano hasta que cumplió cuatro meses y medio, pero de repente, tuvo un extraño comportamiento.
"Estábamos visitando a la familia y nos dimos cuenta de que estaba haciendo un movimiento de elevación de ojos que parecía molestarlo", platicó su madre a Caters News Agency.
A la mañana siguiente, reservó una cita con un médico y mientras estaba allí hizo algunos movimientos repentinos de sus ojos.
"El médico de cabecera dijo que probablemente estaba sufriendo de fatiga y que se detendría", agregó.
Sin embargo, los movimientos continuaron durante todo el día y cuando su esposo, James, regresó del trabajo se dirigieron al hospital.
Allí, Lisa les mostró a los expertos el video de los ojos de Benji rodando hacia arriba y su cuerpo sacudiéndose.
"Benji parecía estar bien en sí mismo, y en su alegre carácter habitual, pero de todos modos echaron un vistazo al video", señaló.
Durante esa noche, sus sacudidas y movimientos oculares se volvieron más frecuentes y agresivos, los médicos contaron alrededor de 80 de ellos.
Inmediatamente fue llevado a un EEG urgente, una prueba que mide los patrones de ondas cerebrales, que reveló que tenía espasmos infantiles, también conocidos como síndrome de West.
"Benji fue inundado con pruebas. Fue sedado y le hicieron una resonancia magnética, una punción lumbar, le extrajeron sangre y comenzó a tomar un medicamento esteroide", explicó su madre.
"La medicación era tan dura para él que gritaba diariamente y nada lo tranquilizaba", admitió Lisa.
Después de un mes de esto, Benji había perdido las habilidades que había aprendido antes de su condición, “nunca sonrió y ya no era un bebé feliz”.
Su cara se había hinchado por lo esteroides y, según Losa, era como haber reemplazado a su bebé con otra persona.
Tiempo después, su hijo volvió a comenzar una nueva ronda de esteroides, lo que significó que volvió a tener los mismos efectos.
"Sin embargo, la combinación funcionó y se decidió que Benji se quedaría con un medicamento de mantenimiento para la epilepsia", dijo Martin.
Después de varios ciclos de medicina para ver qué funcionaba mejor, las convulsiones de Benji ahora están bajo control, pero su condición le causó retrasos en su aprendizaje.
"Ha trabajado muy duro para estar en donde está. Tenemos suerte, ya que ahora puede asistir a una escuela local donde parece feliz y encaja bien", afirmó su mamá.
Ahora, la mujer comparte el video por primera vez para que otros padres puedan detectar signos de las convulsiones en los bebés antes de que sea demasiado tarde.
"Los retrasos en el diagnóstico tienden a conducir a resultados más pobres, ya que cuanto más tiempo en el cerebro, más daño se hace. Por eso hemos decidido compartir el video, pues cuanto más rápido sea el diagnóstico, mejor", finalizó Lisa.
¿Qué son los espasmos infantiles o síndrome de West?
Son una forma de epilepsia que ocurre en uno de cada 2,000 niños y, generalmente se detecta en el primer año de vida.
Esta afección puede ser difícil de diagnosticar porque las convulsiones son casi imperceptibles y a menudo solo duran uno o dos segundos.
Durante un espasmo, el cuerpo se pone rígido repentinamente, la espalda puede arquearse y los brazos, piernas y cabeza pueden doblarse hacia adelante.
Según los NHS, los espasmos tienden a desaparecer a medida que el pequeño crece, pero, para entonces, pueden haber provocado algún grado de daño cerebral permanente.
Esto puede causar problemas como discapacidad intelectual de moderada a grave, epilepsia que no responde al tratamiento e incluso autismo.
Por ello, es importante identificarlos lo antes posible para atenderlo a tiempo y reducir notablemente el riesgo de daño cerebral.
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