Decidida a cambiar su apariencia, Izi Corner apostó por abandonar sus mechones castaños por unos rosados brillantes, pero lo que nunca imaginó fue más tarde necesitaría un trasplante capilar.
Corner optó por ir a un salón local que ya había visitado antes, para realizarse un trabajo profesional.
"Me imaginé que hacer algo drástico como decolorar mi cabello era mejor que lo hiciera un profesional, o al menos eso pensé. Como era un lugar en el que había estado antes, no pensé que hubiera ningún problema", platicó a The Sun.
Izi se acomodó en la silla de la peluquería y el estilista le dijo que podría experimentar algo de "incomodidad" cuando su cabello se estaba decolorando.
"Me dijeron que, con el decolorante, podía sentir un poco de incomodidad, pero no para preocuparme, ya que era totalmente normal", comentó.
El experto aplicó el producto y luego la puso debajo de una lámpara de calor. Pero después de 15 minutos aproximadamente, comenzó a sentir ardor en la parte superior de su cabeza.
"Traté de ignorarlo, recordando lo que habían dicho acerca de que algunas molestias eran normales, pero pronto se intensificó hasta el punto en que realmente pensé que mi cabello estaba en llamas", relató.
La peluquera le enjuagó la cabeza con agua fría, y después de que el dolor desapareció, le tiñó el pelo de rosa según lo planeado sin decirle nada acerca del daño causado.
"[El daño] estaba en la parte posterior de mi cabeza, así que no podía verlo y seguía asegurándome que todo estaba bien", señaló.
El salón le cobró solo US$38 en lugar de US$77, como un gesto de "buena voluntad" debido al malestar, pero Izi no tenía idea de la gravedad de la quemadura en su cuero cabelludo.
La joven dejó su cabello peinado como estaba para el fin de semana, pero cuando lo lavó por primera vez pronto se dio cuenta de la magnitud del problema.
"Lo lavé y salió todo el tinte rosado. Pensé que era extraño y luego el dolor comenzó de nuevo. Fue tan grave que estaba tomando analgésicos cada cuatro horas y me despertaba por las noches", relató.
"Mi cabello se quedaba pegado a la costra que se había formado, por lo que mi madre me dijo que me lavara el cabello y me lo peinaba suavemente cuando estaba mojado", agregó.
Sin embargo, en cuanto lo hizo, la costra se desprendió y con ella un mechón de su melena. Inmediatamente fue al hospital, donde le dijeron que había sufrido una quemadura química.
Los médicos le advirtieron que el daño era tan severo que su cabello nunca volvería a crecer en esa zona.
"Cuando escuché, al principio fue un shock. Me sentía insensible, no parecía tener ningún sentido para mí. Me sentí tan deprimida que les dije a mis hermanas: 'cuando se haya curado, me voy a afeitar todo el cabello'", admitió.
A Izi le recetaron antibióticos y le dijeron que se tapara la herida y aplicara una crema especial para ayudarla a sanar.
Tras la amarga experiencia, se sometió a un trasplante capilar para restaurar su confianza el pasado mes de octubre, y ahora está ansiosa por ver los resultados.
"Sé que la gente lo tiene mucho peor, pero que tu cabello se caiga repentinamente fue un shock, y no debería haber sucedido. El dolor era agonizante, no se lo deseo a nadie", finalizó.
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