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Crianza positiva: el secreto para ser padres “firmes pero amables”

De acuerdo con los especialistas no es conveniente llegar a los extremos, ser autoritario ni permisivo, por lo que una crianza neutral es lo ideal.

Ninguna persona tiene las respuestas absolutas sobre la paternidad o maternidad, cuando llega un bebé a casa surge la primera duda, ¿lo estaré haciendo bien?, y con el paso del tiempo las inseguridades sobre la crianza de los hijos se van multiplicando.

Muchos padres aplican los métodos aprendidos de sus padres o tutores para educar a sus hijos, y estos pueden ser extremistas. Hay papás y mamás que son autoritarios e inflexibles, dejan en claro que ninguna decisión está a discusión y de no cumplirse las reglas habrá castigos.

En el otro extremo están los padres permisivos, que temen dañar la autoestima y sentimientos de sus hijos si se oponen a sus deseos, además de que no quieren “batallar” con los berrinches y las discusiones.

Entonces, si de acuerdo con los especialistas, ninguna de estos dos métodos de crianza es el indicado, ¿cómo se debe educar a los hijos?

La educadora Lua Barros explicó a BBC Mundo que lo ideal es aplicar la “crianza positiva”, que consiste en que el niño tenga cierto grado de autonomía y participe en la toma de decisiones, siendo consciente de que son los padres quienes tendrán la última palabra.

Este tipo de crianza está en contra del maltrato físico y psicológico, pero también de la permisividad, que compromete de igual manera el desarrollo de los menores.

“Tenemos que hacer que los padres vean a los niños como individuos y que haya un respeto mutuo. El afecto debe impulsar todas nuestras acciones”, explicó la especialista.

Barros indicó que la base de la “crianza positiva” es el afecto, por lo tanto, la dinámica familiar debe regirse bajo esta lógica.

"Cuando estamos gobernados por el afecto, eliminamos cualquier violencia de la relación. Para conducir el comportamiento del niño con firmeza y respeto se debe ejercer la autoridad sin autoritarismo”, señaló al medio citado.

La experta indicó que es necesario que la mayor parte de las veces, cuando un niño hace un berrinche, no lo hace para vengarse del adulto o para incomodarlo, sino que en ese momento no cuenta con otras herramientas para comunicar lo que está sucediendo.

Por esto motivo aconseja que ante una pataleta lo primero que se debe de hacer es mantener la calma e intentar comprender cuál es el origen del comportamiento, el niño podría estar cansado, hambriento, temeroso, tener sueño, estar inseguro o ansioso o hasta tener una dolencia física que no sabe explicar.

Para tranquilizar al menor, Barros explica que lo más recomendable es abrazarlo o cargarlo y hablarle de manera calmada y afectuosa, si el berrinche es muy fuerte lo mejor será llevarlo a otro sitio e intentar distraerlo, para que las emociones vayan bajando. Pero siempre se deben evitar los golpes, ya que estos no educan, solo generan miedo.

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