Aunque algunos alimentos pueden parecer inofensivos, lo cierto es que esconden peligros que pueden poner en riesgo tu salud.
Una mala cocción, cocinarlos en mal estado y sin la debida conservación o sin quitarles algunas partes no comestibles o tóxicas, pueden enfermarte y provocarte náuseas, falta de aliento, psicosis e incluso la muerte.
Por ello, estos son cinco alimentos con los que debes tener mucha precaución antes de ingerirlos. O bien, evitarlos en medida de lo posible, según BBC.
1. Nuez moscada: si se consume en grandes cantidades, tiene algunos efectos secundarios como náuseas, dolor, falta de aire, e incluso, convulsiones.
Aunque la intoxicación por su ingesta rara vez trae consigo la muerte, lo mejor es comerla en pequeñas cantidades.
Este producto se usa en diversas recetas y su consumo en exceso se cree que puede provocar efectos alucinógenos.
2. Pez globo: este pescado se considera incluso más letal que el cianuro. Sin embargo, a pesar del riesgo que representa, en muchos países es bastante común y exclusivo.
En Japón es especialmente popular, el fugu (el nombre del pez globo preparado) a menudo se sirve crudo y en rodajas finas o se agrega a la sopa.
No obstante, los chefs reciben una amplia capacitación durante varios años antes de que se les permita prepararlo y servirlo al consumidor.
El truco está en asegurarse de retirar cuidadosamente sus partes venosas, que incluyen el cerebro, la piel, los ojos, los ovarios, el hígado y los intestinos, ya que contienen tetrodotoxina, una sustancia venenosa que se propaga rápidamente y es muy agresiva para el organismo.
3. Queso casu marzu: lo que destaca de este producto es la presencia de gusanos en su interior.
Aunque no es muy atractivo a la vista, este queso de Cerdeña, en Italia, es el predilecto de muchos.
Este queso se hace agregando larvas al pecorino, un queso de sabor y consistencia similar al parmesano. Con el tiempo, los pequeños gusanos suavizan el queso para que cuando esté servido, el centro tenga una consistencia casi líquida.
Con gusanos y todo, el casu marzu tiene un sabor bastante fuerte y distintivo, debido en parte al excremento de las larvas.
La razón principal por la que está en esta lista es porque comúnmente se describe como “el queso más peligroso del mundo”, pues representa un riesgo potencial para la salud.
Es muy fácil detectar que está echado a perder, pues los gusanos estarán muertos. Los síntomas de ingerirlo en mal estado incluyen malestar estomacal, vómitos y diarrea.
4. Ruibarbo: muchos de los postres o bebidas favoritas de los británicos llevan este ingrediente como parte de sus recetas.
Pero hay que tener especial precaución con él, ya que las hojas verdes que acompañan a este tallo contienen veneno. Específicamente, ácido oxálico, que en grandes cantidades provoca complicaciones en los riñones.
Actualmente, existe un debate sobre cuán peligrosas son realmente dichas hojas debido al nivel de ácido oxálico que se encuentra en ellas.
Aunque dicha sustancia está presente también en los tallos, su cantidad es mucho mayor en las hojas.
El ácido provoca insuficiencia renal, y aunque tendrías que comer una gran porción de hojas para morir, lo mejor es evitarlas.
5. Frijoles rojos y granos de soya: está comprobado que los frijoles y legumbres son buenos para la salud, pero existe algunos tipos que, si no se cocinan adecuadamente, pueden enfermarte.
El frijol rojo y el frijol de soya de sabor suave entran en esta categoría.
Los frijoles cuando están crudos contienen un tipo de lecitina llamada fitohemaglutinina, que es muy difícil de digerir, y suele causar fuertes dolores de estómago y vómitos.
Para consumirlos, lo recomendable es remojarlos en agua al menos 12 horas, luego escurrirlos y enjuagarlos.
Después, cubrirlos con agua fresca para hervirlos minuciosamente durante al menos 10 minutos antes de dejarlos a fuego lento durante 45-60 minutos para que estén tiernos.
Por su lado, los granos de soya vienen con una toxina natural (inhibidor de la tripsina), que puede evitar la correcta digestión.
Para cocinarlos, sumérgelos en agua durante al menos 12 horas, luego escúrrelos y enjuágalos.
Cúbrelos con agua fresca y hiérvelos vigorosamente durante 60 minutos antes de mantenerlos a fuego lento durante dos o tres horas para ablandarlos.
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