Stephanie Bailey tuvo que tomar la difícil decisión de permitir que los médicos le extrajeran parte del cerebro de su hijo y corriera el riesgo de paralizarlo, o dejarlo morir.
La madre, platicó que la epilepsia de su hijo, había empeorado tanto que sufría hasta 70 ataques al día y no podía salir de casa.
Los médicos le dijeron a la madre, que la única cura posible para Gabriel, de siete años, era una cirugía de alto riesgo para extirparle parte de su cerebro.
Sin embargo, le advirtieron que podría no funcionar e incluso si lo hiciera, podría dejarlo paralizado de por vida en su lado izquierdo.
La mujer de 32 años relató lo agonizante que fue para ella tomar una decisión una semana antes de aceptar la cirugía.
"Decidir enviar a mi hijo a una cirugía cerebral que podría dejarlo paralizado para siempre fue la decisión más difícil de mi vida", platicó a The Sun.
"Si no tuviéramos la cirugía, los médicos dijeron que no sería capaz de hacer mucho a medida que creciera: estaría en estado vegetativo cuando fuera adolescente", explicó.
Stephanie platicó que los expertos no podían predecir si la parálisis sería permanente o no, por lo que asumieron el riesgo de que pudiera quedar inmóvil para siempre.
Convulsiones constantes
Gabriel nació en abril de 2012 y según las palabras de su madre, era un bebé feliz y saludable. Sin embargo, a los siete meses comenzó a sufrir convulsiones.
Los doctores sospecharon que tenía un tumor cerebral, por lo que le realizaron una resonancia magnética de emergencia y le diagnosticaron una displasia cortical, que ocurre cuando la capa superior del cerebro no se forma correctamente.
El pequeño comenzó a tomar medicamentos anticonvulsivos diarios en enero de 2013, que parecía funcionar hasta su primer cumpleaños, cuando experimentó una convulsión mientras apagaba su vela de cumpleaños.
A partir de entonces, solo estuvo libre de estos ataques durante un máximo de 14 días.
"Me sentí muy triste por Gabriel, tenía que estar al 100 % con él, incluso alrededor de la casa, porque sus ataques eran muy frecuentes y espontáneos", afirmó.
Su vida corría peligro
La dosis de medicación del menor aumentó lentamente a lo largo de los años hasta diciembre de 2018 cuando se sometió a un estudio que reveló que las convulsiones provenían de su displasia cortical.
"Nos dijeron que si 'Gabe' se sometía a la cirugía sufriría una parálisis del lado izquierdo que podría ser permanente, pero tenía un 50 % de posibilidades de libertad de ataques", dijo Steph.
Eventualmente, a su hijo le realizaron la operación, pero lo dejó con una bolsa de aire atrapara dentro de su cerebro, lo que significa que necesitaba oxígeno durante 48 horas.
Su exitosa recuperación
Cuando Gabriel despertó de la operación de nueve horas, no pudo mover todo el lado izquierdo de su cuerpo.
Por fortuna, cinco días después, comenzó a tener un movimiento significativo hacia su lado izquierdo.
Su pierna progresó más rápido que su brazo y mano e incluso solo dos semanas y media después, pudo dar sus primeros pasos.
Finalmente fue dado de alta en julio de 2019, y desde la cirugía, solo ha sufrido 10 pequeñas convulsiones que duran alrededor de ocho segundos a la vez.
Gabriel ha dejado su condición de lado e incluso está practicando para una competencia de baile en Alemania, algo que antes parecía imposible.
"Ahora está más alerta, es inteligente y divertido, y está lleno de energía. Siempre ha apreciado su vida, incluso con las convulsiones. Siempre dice cosas como: 'amo mi vida' y ‘mi vida es increíble'", finalizó su madre.
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