Mackenzie Lea fue diagnosticada con neuralgia del trigémino, una condición que desencadenó mientras se maquillaba y que ahora no le permite acudir a clases, bailar ni besar a su novio.
La joven de 21 años comenzó a experimentar dolores faciales cuando tenía 10 años, pero después desaparecieron.
Sin embargo, en julio de 2013, Mackenzie se estaba maquillando cuando de repente sintió un dolor insoportable.
Inmediatamente pensó que podría tener un tumor cerebral y rápidamente hizo una cita para ver a un médico.
“Me estaba maquillando cuando se desencadenó el dolor. Pensé que tenía un tumor cerebral y que me estaba muriendo porque no creía que tal nivel de dolor fuera posible sin tocar la puerta de la muerte”, platicó a The Sun.
Incertidumbre por el diagnóstico
Al principio, mientras los médicos trataban de determinar la causa de su molestia, Mackenzie comenzó a tomar antibióticos y medicamentos para la alergia.
Pero otro brote intenso sucedió tres meses después, dejándola hospitalizada por una semana completa.
La también bailarina se sometió a estudios cerebrales y le extrajeron líquido de su columna para analizarlo mientras los doctores buscaban desesperadamente la causa.
No fue sino hasta abril de 2014 que un experto finalmente le informó su diagnóstico.
“Dijo que sabía lo que tenía y me preguntó si podía darle un par de minutos para investigar un poco”, comentó.
Lea relató que la expresión del médico era un poco inquietante, por lo que rápidamente supo que le iba a decir algo malo.
“Me dijo que era una forma de daño a los nervios y que era muy mala, que no había una solución fácil”, explicó.
La esperanza
Ella creía que una vez teniendo su diagnóstico podrían tratarla y estaría bien, pero nunca imaginó que la medicina le provocaría llagas en su piel.
Debido a esto, los médicos tuvieron que optar por realizarle una cirugía para aliviar la presión sobre sus nervios faciales.
Sin embargo, dentro de los tres meses posteriores a la operación, tuvo que regresar al programa intensivo de rehabilitación, el cual incluía terapia física, mental y ocupacional para hacerle frente a su padecimiento.
Renunciar a sus sueños
La enfermedad de Mackenzie era tan grave, que tuvo que renunciar a sus sueños de estudiar medicina.
Y es que cualquier movimiento o estimulación en su rostro por muy leve que sea la deja adolorida durante días, lo que significa que ni siquiera es capaz de besar a Jon, su pareja.
“A veces duele besarlo, lo que puede ser muy frustrante para nosotros. Me siento afortunada de que me conociera antes de mi enfermedad”, señaló.
Afortunadamente, cuando cumplió 18 años fue transferida a un neurólogo, quien tomó un enfoque diferente para tratarla, incluido el botox y las infusiones.
Desde entonces, sus brotes han sido muchos menos comunes y su malestar es menos intenso.
“Me encantaría mostrarle a la gente que recibir una mal diagnóstico no significa que no puedas tener una vida plena”, finalizó.
¿Qué es la neuralgia del trigémino?
La neuralgia trigeminal es un dolor facial intenso y repentino, que a menudo se describe como una molestia punzante o como una descarga eléctrica en la mandíbula, los dientes o las encías.
Esta afección generalmente es causada por la compresión del nervio trigémino, el nervio dentro del cráneo que transmite sensaciones de dolor y tacto desde la cara, los dientes y la boca hasta el cerebro.
Los ataques de malestar comúnmente son provocados por actividades que implican tocar ligeramente la cara, como lavarse, comer y cepillarse los dientes, según los NHS.
También pueden ser causados por el viento o una ligera brisa, así como el movimiento facial o de la cabeza.
Las molestias suelen ocurrir en lapsos cortos y pueden durar desde unos pocos segundos hasta aproximadamente dos minutos.
La organización señala que, en la mayoría de los casos, esta condición afecta solo un lado de la cara, y generalmente el dolor se siente en la parte inferior.
Aunque puede afectar a ambos lados, no suele ocurrir al mismo tiempo.
Los afectados pueden experimentar malestar durante días, semanas o meses y, en casos severos, puede ocurrir cientos de veces al día.
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