Oliver Aisthorpe, un bebé de tan solo 11 meses, perdió sus cuatro extremidades luego de que su infección en la garganta se convirtiera en sepsis.
Sin embargo, el pequeño se recuperó milagrosamente después de que los médicos le advirtieron a su madre, Abigail Wardle que su hijo no sobreviviría.
Wardle llevó por primera vez a Oliver a un médico de cabecera cuando notó que su punto débil parecía estar hundido y le preocupaba que estuviera deshidratado.
La mujer platicó a The Sun que el doctor la envió de vuelta a casa con la única recomendación de que le diera suficientes líquidos y un fármaco, pero al día siguiente, el estado de salud de Oliver era cada vez peor, y lo llevó nuevamente con un especialista.
Ahí fue cuando los médicos descubrieron que el pequeño sufría de una sepsis que se había desarrollado a partir de una infección de garganta no diagnosticada, de la cual el bebé no había mostrado ningún síntoma.
La sepsis es una enfermedad grave que ocurre cuando el cuerpo tiene una abrumadora respuesta inmunitaria a una infección bacteriana.
Esto causa un pobre flujo sanguíneo, lo que priva a los órganos de nutrientes y oxígeno. En el peor de los casos, la presión arterial baja y el corazón de debilita, lo que lleva a un shock séptico, según Medline Plus.
Aunque cualquier persona puede presentarla, el riesgo es mayor en:
1. Personas con sistemas inmunitarios debilitados.
2. Bebés y niños.
3. Adultos mayores.
4. Pacientes con enfermedades crónicas, como diabetes, cáncer y enfermedad renal o hepática.
5. Personas que sufren de una quemadura severa o trauma físico
Algunos de sus síntomas incluyen: fiebre, escalofríos, respiración rápida y ritmo cardiaco acelerado, sarpullido, confusión y desorientación, de acuerdo al sitio antes citado.
Las personas con sepsis suelen ser tratadas en unidades de cuidados intensivos de un hospital. Los expertos intentan tratar la infección, mantener los órganos vitales y evitar una caída en la presión arterial.
Los especialistas intentaron estabilizar a Oliver, pero le advirtieron que si su salud se deterioraba no podrían salvarlo.
Días después de vencer la infección, la madre vivió uno de los momentos más sorprendentes y dolorosos para ella, pues tuvo que soportar que la pierna de Oliver se amputara a sí misma y se quedara en su mano mientras lo sostenía en la cama del hospital.
"Un día, una enfermera me estaba ayudando a levantar a Oliver de su silla para que volviera a la cama, y su pierna simplemente desapareció", comentó.
Afortunadamente, el niño se recuperó y sobrevivió sin dañar su cerebro, pero la sepsis causó que ambas manos y piernas se pusieran negras y murieran.
"Las extremidades eran pesadas e incómodas, sé que suena extraño que lo diga una madre, pero estaba desesperada por que se las quitaran", platicó.
La mujer aseguró que "una vez que le quitaron las extremidades, fue como un niño diferente, tan feliz y lleno de vida que le pareció un alivio", reveló.
Ahora, un mes después de que Oliver fue dado de alta del hospital se está acostumbrando a vivir sin sus extremidades, y los médicos incluso esperan que pueda tener sus primeras prótesis en pocos meses.
Mientras tanto, Abigail ha optado por hablar de su lucha contra la sepsis con la intención de ayudar a otros padres a detectar los signos en sus hijos.
"No quiero que ninguna otra familia pase por lo que pasamos, quiero que todos estén más conscientes de la sepsis, pero también los médicos, que a veces no tienen la capacitación pediátrica para detectarla", señaló.
Y agregó que aunque "algunas personas pueden sentir lástima por nosotros, me siento como la mamá más afortunada del mundo. Todavía tengo a Oliver con nosotros, puede que no tenga manos ni pies, pero sigue siendo mi sonriente y valiente niñito", dijo.
La mujer compartió que Oliver era tan valiente "que sabía que yo también tenía que serlo. Soy su madre y es mi trabajo luchar por él y hacer que se sienta seguro".
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