IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

Médicos confundieron su cáncer cerebral con síndrome premenstrual por años

Karissa Ostheimer empezó con convulsiones en su adolescencia, que sus médicos confundieron con ataques de pánico. En realidad tenía un tumor cerebral.

Karissa Ostheimer vivió durante más de seis años con aterradoras convulsiones que la dejaban inmóvil. Mientras numerosos doctores le dijeron que tenía una forma rara de síndrome premenstrual (PMS), un tumor de glioma mixto difuso crecía en su cerebro.

Debido a los muchos errores que los doctores cometieron con su caso, la mujer, ahora de 34 años, ha compartido su historia para alentar a otros a que luchen por encontrar el diagnóstico que se ajuste a sus síntomas y que no dejen pasar el tiempo.

"Comencé a experimentar sensaciones extrañas en mi adolescencia. Durante unos minutos, no podía hablar, y un sentimiento de terror inexplicable me invadía. No pude leer ni escribir durante estos breves episodios", contó Karissa al sitio Health.

Ostheimer jamás pensó que se trataba de una convulsión, ya que ella asociaba estos episodios con violentos colapsos en los que las personas pierden la conciencia por completo. En su caso, sólo parecía como si se perdiera de la conversación por un momento.

Sin embargo, de haber sabido que sus episodios eran convulsiones, esto la habría ayudado de inmediato, ya que este es uno de los síntomas de que podrías tener un tumor cerebral, sumado a cambios en la visión, confusión y desequilibrio.

"Solo experimenté estos episodios durante mi período. Cuando le dije a mi médico de atención primaria, y más tarde, a mi médico en el campus de la universidad, me dijeron que tenía PMS y me recetaron píldoras anticonceptivas", relató la mujer.

Karissa aceptó ciegamente su diagnóstico. Sin embargo, los medicamentos no la ayudaron en absoluto y, durante su tiempo en la Universidad de Maine, Farmington, donde estudió psicología, sus episodios empeoraron.

"Durante mis últimos años en la escuela, no quería salir a ningún lado porque tenía miedo de tener un episodio en público. La gente decía: 'Guau, ¿qué demonios te pasa?'. Era vergonzoso tener que decir: 'Oh, tengo un mal síndrome premenstrual'", narró Ostheimer.

Pero Karissa empeoró cada vez más

En su último año, los ataques comenzaron a ocurrir durante todo el mes. "Mis amigos, que fueron testigos de que tuve un episodio, dijeron que parecía que estaba viendo un fantasma", contó la mujer.

No obstante, los doctores determinaron aún que se debía a su periodo. "Otros médicos a los que acudí lo descartaron como trastorno disfórico premenstrual, una forma grave de síndrome premenstrual. También dijeron que podría tener un trastorno de pánico", dijo Karissa. 

"Me dijeron que me quedara con las píldoras anticonceptivas y que visitara a un psiquiatra en busca de antidepresivos, lo cual hice", relató Ostheimer, quien comenzó a preocuparse más, pues nadie que conocía experimentaba lo mismo.

Cuando fue a visitar a su madre durante las vacaciones de primavera de su último año, ella fue testigo de un episodio especialmente grave de Karissa. "Tenía una taza de café en la mano y, de la nada, la dejé caer y me congelé. Mi madre me llevó a la sala de emergencias", contó.

"El médico de la sala de emergencias me hizo sólo dos preguntas: si había tomado alguna sustancia ilegal o bebido alcohol ese día. Le dije que no, pero las únicas pruebas que ordenó midieron los niveles de drogas y alcohol", dijo la mujer a Health.

Aunque tenía el seguro de salud de su madre, la enviaron a casa con una factura de casi 1,000 dólares y sin un diagnóstico.

Un accidente de auto finalmente alertó a sus médicos

Tras graduarse, Karissa se mudó a Texas, donde se proponía encontrar un trabajo, sin embargo, los ataques que sufría ya eran tan frecuentes que la mujer no sabía cuántos tendría en un día. Durante un trayecto en auto, ocurrió un accidente.

"Una mañana, cuando conducía a una entrevista de trabajo para un puesto de ventas, me asustó la sensación, y como resultado, estrellé el auto. Afortunadamente, solo necesitaba unos pocos puntos de sutura y nadie más resultó dañado", relató. 

"Eso fue lo que tardó mi médico de atención primaria en sugerir finalmente que visitara a un neurólogo, seis años después de que me quejé por primera vez de mis síntomas", afirmó.

Ostheimer se sometió a un electroencefalograma, que registra la actividad eléctrica en el cerebro y los resultados mostraron que tenía un promedio de 20 ataques de complejo parcial cada día y los doctores le diagnosticaron epilepsia catamenial.

"Esto significaba que las fluctuaciones hormonales que ocurren durante mi período exacerbaban mis convulsiones. Me sentí aliviada al saber finalmente qué me pasaba, que tenía un subtipo de un trastorno neurológico no infrecuente", narró Karissa a Health.

Desafortunadamente, el alivio no duró mucho, ya que ninguno de los medicamentos que le recetaron funcionó. Así que, seis meses después, un neurólogo ordenó una resonancia magnética cerebral. Pero la mujer no tuvo noticias de los doctores en meses.

"Así que pensé que los resultados debieron haber sido buenos. Pero mi madre notó que mis ataques empeoraban, así que llamó a la oficina para pedir los resultados", relató.

Finalmente, la mujer tuvo su desolador diagnóstico

"Cuando el médico finalmente volvió a llamar, pensé que solo iba a preguntar cómo estaba funcionando el medicamento. En cambio, dijo: 'Tengo algunas noticias para usted. Tiene un tumor cerebral'", contó Ostheimer.

Le tomó tres meses recibir esta noticia porque el personal de la oficina archivó accidentalmente sus resultados sin darle al médico la oportunidad de revisarlos. Esto fue devastador para ella: "Me siento tan ingenua dejando pasar tanto tiempo sin conocer los resultados".

Desafortunadamente, el caso del mal diagnóstico Karissa es el de miles de mujeres, cuyos síntomas son subestimados y esto pasa una terrible factura en su salud. 

Esto le ocurrió a Tori Geib, quien durante años sufrió de dolores de espalda, que sus médicos le dijeron que se debía a estrés y depresión, pero en realidad era cáncer terminal en la columna vertebral.
Un caso aún más trágico fue el de la pequeña Kaysiah Williams, quien falleció por una enfermedad cardiaca, pese a que su doctor le diagnosticó un virus estomacal común. La niña de cinco años tenía miocarditis.

Ahora, Karissa reconoce que después de tantos años de que los médicos le dijeran que estaba bien, aparte de su síndrome premenstrual y sus ataques de pánico, ella estaba completamente en negación de la gravedad de sus síntomas.

"Cuando el médico me dijo que era un tumor, sentí una mezcla de emociones. Sentí que se abría mi burbuja de negación. Si bien estaba aliviada de tener finalmente una respuesta a lo que causaba mis convulsiones, también tenía un profundo temor de lo que me esperaba", contó.

"Me sentí enojada y traicionada por los médicos que ignoraron mis síntomas durante todos esos años. Puse mi confianza en ellos, mi salud en sus manos, y mira a dónde me llevó", afirmó la mujer.

Su tumor resultó canceroso y fue hallado en su lóbulo temporal izquierdo. "Esta área del cerebro controla la respuesta al miedo y la comprensión de las palabras, entre otras cosas, lo que explica mi inexplicable terror e incapacidad para hablar durante mis episodios", relató.

La difícil recuperación de Karissa

"Tenía poco más de 20 años, acababa de graduarme de la universidad y sentí que me habían condenado a muerte", dijo Karissa, quien en marzo de 2010 se sometió a una operación para extirparle la mayor cantidad posible del tumor.

"Fui diagnosticada como un tipo de cáncer cerebral llamado glioma mixto difuso, y me dijeron que la recurrencia era inevitable", dice la mujer, quien fue puesta en vigilancia y espera, con exámenes de resonancia magnética regulares para detectar cualquier rebrote.

Por fortuna, la mujer contó con el apoyo de su madre y su novio. "Comenzamos a salir justo antes de que me diagnosticaran. Bendita sea su alma por haberlo superado todo", afirmó Ostheimer a Health.

Tras la cirugía, Karissa estuvo en el hospital por dos semanas y vivió con su madre durante varios meses, pero le tomó dos años volver a hablar, aún con terapia. "Al principio, tuve un montón de problemas para encontrar mis palabras", contó.

"Era como si hubiera un puente entre mi cerebro y mi voz que fue cortado por la cirugía. Afortunadamente, esto fue reconstruido lentamente con terapia. El puente todavía se siente débil ahora, especialmente si estoy cansada o estresada", narró.

Sin embargo, no era para menos, ya que "los cirujanos extirparon aproximadamente una cuarta parte de todo mi cerebro, y sinceramente, nunca te recuperas completamente de una cirugía como esa", afirmó.

Las convulsiones desaparecieron casi por completo, pues ahora sólo experimenta auras, que son episodios menores, una o dos veces al mes y "milagrosamente", las resonancias magnéticas de Karissa no han mostrado nuevos crecimientos tumorales. 

"Vivir sin convulsiones ha hecho mi vida inmensamente mejor, pero siempre viviré con los efectos secundarios de la cirugía. A veces, todavía es difícil decir las palabras que quiero decir", afirma la mujer.

"Mi vida también se ha retrasado unos años. Tengo 34 años, pero siento que tengo poco más de 20 años, sólo descubro el camino de mi vida. A menudo, me comparo con mis amigos que parecen estar haciendo mucho más que yo, pero sólo tengo que recordarme que pasé por algo que ellos no", contó.

No obstante, la mujer no pasa por alto que su historia pudo haber sido otra: "Si no hubiera tardado nueve años en recibir un diagnóstico adecuado, tal vez el resultado hubiera sido diferente, pero eso siempre será un misterio".

Ahora, Karissa tiene un consejo muy contundente para otras personas que estén pasando por lo mismo que ella vivió hace años: "Le digo a otras mujeres que nunca acepten un diagnóstico o tratamiento que no resuelva sus síntomas".

"No esperes hasta que ocurra algo potencialmente fatal, como un accidente automovilístico, para obtener la atención médica que te mereces. No dejes que te lleve nueve años encontrar el diagnóstico real", afirmó.

Mira también:

Cómo un adolescente con cáncer en etapa 4 se salvó de morir

Cáncer y otras enfermedades que se revelan cuando tienes náuseas

10 signos de cáncer que deberías contarle a tu doctor

Video relacionado: Multiesclerosis, enfermedad por la que Pilar Montenegro dejó su carrera