Bien dicen que cada organismo es diferente y para comprobarlo, Meg Sheppard, quien sufrió de anorexia y otros efectos secundarios extremos a causa de su implante anticonceptivo insertado en el brazo, el cual solo lo tuvo por tres meses.
"Sufrí efectos secundarios durante el verano, incluyendo agresión y cambios de humor durante los tres meses que tuve el implante", comentó a Media Drum World.
"Para mí, nunca se trató de ser 'delgada' y nunca tuve problemas con la imagen corporal. No tuve otros cambios en mi vida que pudieron haberla desencadenado", explicó.
A lo largo de ese periodo, Meg "estaba de mal humor, deprimida, no disfrutaba las cosas que solía hacerlo. Me tomó mucho tiempo admitir que tenía un problema".
Sin embargo, la situación se agravó progresivamente cuando los médicos le retiraron el implante, pues sintió la necesidad de aumentar su rutina de ejercicios y entrenamiento.
Sheppard comenzó a correr todos los días y a hacer ejercicio en el gimnasio dos horas diariamente durante cuatro días a la semana, por lo que la gente comenzó a preocuparse por su apariencia, principalmente su familia.
"Los tranquilicé y les dije que estaba bien, que mi cuerpo realmente se sentía genial y que tenía mucha energía para estar en forma. De hecho, pensé que la gente estaba celosa de mi compromiso con el estado físico y la salud", aseguró.
Su horario era tan intenso que perdió algunas libras, pero no fue hasta que acudió a una cita médica cuando el doctor le informó que padecía anorexia y tendría que luchar contra "el infierno y fuego" para deshacerse de ella.
Cuídate Plus describe a la anorexia como un trastorno de la conducta alimentaria (TAC) que supone una pérdida de peso provocada por el propio paciente.
Este problema de salud se caracteriza por el temor a aumentar de peso, por ello inician una disminución progresiva de éste mediante ayunos y la reducción de la ingesta de alimentos.
Normalmente las personas con este padecimiento, eliminan los carbohidratos y las proteínas. A estas medidas drásticas se le pueden sumar conductas asociadas como la utilización de diuréticos o laxantes, y exceso de ejercicio.
Así que, según la propia Meg, "eso fue todo, ese fue el momento, esa fue la primera vez que creí que tenía anorexia. Lo encontré realmente difícil".
"Los médicos me advirtieron que tenía un desequilibrio de hormonas debido a que tenía un porcentaje muy bajo de grasa. Me preocupaba que eso afectara mi posibilidad de quedar embarazada", apuntó Meg.
"Afortunadamente comencé mi recuperación antes de que se hiciera un daño permanente y mis hormonas están volviendo a la normalidad", añadió.
La mujer reveló que tras varios meses de tratamiento, ha cambiado su percepción de la salud mental, pues solía pensar que la anorexia se trataba de estar delgada y no comer.
Meg platicó que ahora puede ver como este trastorno puede afectar a cualquiera, "incluso simplemente hacer ejercicio puede ser el comienzo de un trastorno alimentario. La anorexia no siempre se trata de comida".
Por fortuna, la joven se está recuperando y afirmó que ya no se siente deprimida ni obsesionada con su aspecto físico, e incluso su pareja está feliz de que puedan comer pizza de nuevo juntos.
No obstante, Meg reconoció que el proceso de superación ha sido muy difícil, sobre todo cuando estaba acostumbrada a correr e ir al gimnasio después del trabajo.
"Ahora corro una vez por semana durante aproximadamente tres millas, salgo a caminar con mi pareja y ya no siento la necesidad de hacer ejercicio porque he comido muchos alimentos. Corro porque lo disfruto. Comenzaré a entrenar con pesas una vez que mi peso aumente", finalizó.
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