No es un mito que las personas casadas con problemas de dinero pueden pasar de la felicidad al divorcio.
Los desacuerdos con las finanzas son la mayor causa de estrés en las parejas. Y esto, a su vez, puede desencadenar graves conflictos que si no se saben administrar, pueden llevar a crisis matrimoniales y hasta el divorcio.
Este fue el caso de Alfredo Adame y Mary Paz Banquells que se divorciaron en en el 2017, después de 25 años de matrimonio.
A principios de mes, la actriz dijo públicamente que su exesposo tuvo problemas con la Secretaría de Hacienda mexicana hace unos años y esto provocó que “se volviera una persona hostil” con ella y su familia.
Mientras según la revista People en Español, ella le sacó dinero de sus cuentan bancarias sin autorización, para ayudar a hermana, la cantante, Rocío Banquells y a su hermano, el productor, Rafael Banquells. Afirmaciones que fueron negadas por Alfredo. Lo que sí dijo, en aquel entonces, es que su esposa se había casado con él por interés.
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Pero independientemente de lo que haya pasado en el hogar de esta pareja, es una realidad que los problemas económicos o desacuerdos sobre las finanzas familiares, pueden destruir un matrimonio.
La economía afecta a todos los aspectos de la vida y las relaciones amorosas no son la excepción.
El distanciamiento marital causado por el dinero no necesariamente se debe a la escasez, aunque ambos trabajen y tengan una cantidad de ahorros considerable, si no hay sinceridad, apertura para negociar y planes en común con ese dinero; también se puede generar una crisis. Y si se tienen cuentas bancarias mancomunadas, ambos deben estar de acuerdo con lo que se vaya a pagar con esa cuenta o el dinero que se vaya a retirar.
Las situaciones más comunes que enfrentan las parejas cuando se trata de dinero son:
Materialismo
Si hay uno de los miembros de la pareja que valore más el dinero que la parte afectiva va a haber problemas. Aquí no es una situación de escasez de dinero lo que daña la relación, es un problema del valor que se le da a la otra persona y al matrimonio.
Despilfarro:
Sentir que tu pareja gasta sin pensar o no toma decisiones inteligentes con el dinero, se puede convertir en un problema. El fin común de ambos debería ser la estabilidad financiera.
Imposición:
Todos los extremos son malos. Entonces, controlar el dinero a tal punto que nunca se pueda comprar nada también provoca malestar en aquella persona que se sienta reprimida. Esto es visto como una política injusta, sobretodo si trabaja y aporta a la economía del hogar.
Ceñirse a patrones sociales o culturales:
Tanto hombres como mujeres pueden ser buenos administradores. Entonces, el machismo o el feminismo no deben tener cabida en este aspecto de la vida. Si bien debe llevarse un registro de los gastos y deben haber planificación, la persona más apta no es el hombre o la mujer, sino quien tenga mejor aptitud para la economía y los números. Una vez decidan cuál de los dos va a asumir ese rol, debe haber respeto.
En las finanzas es mentira que los polos opuestos se atraen:
Nunca podrás cambiar a la otra persona, por eso se deben hacer ajustes para que ambos queden complacidos con la antidad que se ahorrará versus el dinero que se destinará a gastos de entretenimiento.
Asimismo, el que gaste más se puede encargar del presupuesto de corto plazo y el fondo de emergencias, y el ahorrativo del plan de retiro, las inversiones y las metas financieras de largo plazo.
Pensamiento mágico:
Desarrollen un plan conjunto y revisénlo por lo menos una vez al año para hacer las enmiendas necesarias.
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