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Tu hijo puede tener ansiedad si te dice “me duele el estómago”

Los niños suelen confundir un trastorno de ansiedad con un simple dolor de estómago, pero ¿cómo identificarlo? Aquí te lo decimos.

Si bien es cierto que tu hijo nunca te dirá que tiene ansiedad, sino que le duele el estómago, es importante aprender a identificarla, pues podría afectar su interacción, su educación y su calidad de vida, según el sitio Awareness Act.

Las estadísticas de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades sugieren que el 7.1 % de los niños entre 3 y 17 años (4.4 millones aproximadamente) han desarrollado un trastorno de ansiedad.

Si este mal no se trata, puede convertirse en dificultad para mantener y desarrollar conexiones con sus compañeros, trastornos graves del sueño y dependencia de sustancias.

Pero, ¿cuáles son las señales de alerta?

De acuerdo con el Child Mind Institute, algunos de sus síntomas son los siguientes:

1. Dolores constantes de estómago durante situaciones estresantes.

2. Agitación.

3. Comportamiento notablemente inquieto.

4. Busca evitar personas o situaciones que, probablemente, podrían estresarlo.

5. Derrumbarse emocionalmente por problemas leves.

6. Reacciones explosivas ante situaciones que no lo ameritan.

7. Dificultad en la transición de un momento a otro, como hacer la tarea y después ponerse a jugar.

8. Perfeccionismo extremo, por ejemplo, tomarse más tiempo del necesario para hacer una tarea fácil por corregirla muchas veces.

9. Extraños mecanismos para enfrentar las situaciones que podrían considerarse como autolesiones, como morder, rascar, pellizcar o incluso tirar de su propio cabello.

Si notas estos signos o que tu hijo está estresado constantemente, hasta el punto de que interviene en sus actividades diarias, busca de inmediato la ayuda de un terapeuta de confianza.

La detección temprana de la ansiedad puede significar una mejor probabilidad de intervención profesional, lo que podría reducir la probabilidad de necesitar medicación.

Los expertos recomiendan ser precavidos y permanecer atentos a las conductas y hábitos normales de los pequeños, pues será más fácil notar cambios.

La educación emocional de los niños es esencial para que en un futuro sean adultos maduros y conscientes de lo que sienten.

Esa formación se les da en el hogar, y consiste, principalmente, en enseñarlos a identificar y ponerle nombre a la emoción que están sintiendo.

A medida que los niños van creciendo y se desarrollan, experimentan una serie de reacciones emocionales que no entienden.

Pero una ventaja es que avisan cuando perciben que algo está mal, incluso si ellos mismos no están completamente seguros de lo que es.

Debido a ello, no pueden decirles a sus padres que sienten tristeza o ansiedad, simplemente dirán el síntoma que perciben en su cuerpo.

Por eso, hay que aprender a prestar atención a las expresiones que hacen cuando necesitan ayuda con un sentimiento o emoción.

Hasta hace poco, la mayoría de los adultos desconocían por completo la importancia de los trastornos mentales infantiles, en especial la ansiedad.

Incluso en la edad adulta, parece que la ansiedad no se toma tan en serio, porque la mayoría de las personas piensan que es simplemente un temor normal que nos paraliza.

Sin embargo, este trastorno es mucho más que eso, ya que puede consumir y deteriorar al paciente que la padece, y si se trata de un niño, esto es aún más grave.

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