¿Qué pasa si decidiste hacerte una cirugía estética y semanas después te arrepientes? ¿Hay solución? Estas preguntas surgen cuando se ha considerado realizarse un pequeño “retoque”.
“El porcentaje de personas arrepentidas tras una intervención plástica es de un 5%”, afirmó la doctora Conchita Pinilla en entrevista para el diario español El País.
Todos tenemos algún detallito de nuestro cuerpo que nos gustaría que fuera diferente. Algunos se pueden solucionar con productos de belleza, con dietas, o simplemente se aceptan y se vive con ellos.
Pero, ¿qué pasa cuando esas “imperfecciones” afectan la autoestima o la seguridad en sí mismo? Muchas personas deciden acudir al bisturí para corregirlas y sentirse mejor.
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Pero la situación no es tan perfecta como la pintan, pues en algunas ocasiones las intervenciones quirúrgicas no dan el resultado esperado o no cumplen las expectativas.
Afortunadamente, “la mayoría de procedimientos quirúrgicos por motivos estéticos tienen solución”, declaró la doctora Pinilla en la entrevista citada para el diario español.
No obstante, este tipo de intervenciones para revertir una cirugía implica desembolsar más dinero y correr una vez más los riesgos naturales que se dan en un quirófano.
Según la especialista entrevistada, las mamoplastías (operaciones de aumento de los senos) son las que se revierten con mayor éxito, aunque es inevitable que queden cicatrices visibles.
Las rinoplastias (modificación del aspecto, función o estructura de la nariz) con fines estéticos son más difíciles de revertir, además, nunca se logrará reconstruir el aspecto inicial.
Un ejemplo de cirugías revertidas es Victoria Beckham, que luego de muchos años decidió retirarse los implantes mamarios.
En una ocasión declaró: "no recomiendo hacer tonterías en el pecho. Confía en lo que tienes".
¿Quieres revertir una cirugía? Considera esto
Antes de decidir si se quiere revertir una cirugía estética, hay que considerar lo siguiente.
1. ¿El tiempo de adaptación al nuevo aspecto es suficiente? Muchas veces, los resultados tanto físicos como emocionales de una intervención se ajustan con el tiempo.
Si después de unos años con la modificación corporal no hay la satisfacción que se buscaba, entonces sí es prudente considerar revertir el procedimiento.
2. ¿Es mejor revertir o buscar otras intervenciones que compensen o “mejoren” la anterior? Hay un riesgo en buscar compensar una cirugía con otras cirugías.
La doctora Pinilla mencionó que al compensar con nuevas cirugías se puede “llegar a un gran número de intervenciones estéticas que nunca lograrán que el paciente se sienta plenamente satisfecho con su aspecto”.
3. Se puede llegar a padecer dismorfofobia o transtorno dismórfico corporal, un trastorno que lleva a la aversión o fobia a cualquier imperfección física real o imaginaria.
Esa afección psicológica se caracteriza por la insatisfacción constante ante cualquier resultado médico o quirúrgico, requiriendo siempre nuevos e interminables retoques.
“Quizás sientas una satisfacción temporal, pero la ansiedad suele regresar y posiblemente vuelvas a buscar un modo de arreglar el defecto percibido”, menciona el sitio web de la Mayo Clinic.
Prevenir antes que lamentar
Para evitar llegar al punto en que se quiera revertir una cirugía, la doctora Pinilla recomienda:
- Valorar el momento psicológico por el que se está pasando y no plantear someterse a una cirugía estética cuando se está deprimido. Acudir primero al especialista en salud mental para ser tratado.
- Escuchar al médico especialista. Aunque una cirugía estética se considera voluntaria, no necesaria, y electiva, hay que considerar el punto de vista profesional del médico.
En ocasiones hay pacientes que buscan parecerse a una celebridad, pero su estructura física no es similar al del personaje famoso, lo cual hace imposible lograr el resultado deseado.
- Considerar una solución de medicina estética antes que una cirugía. La medicina estética realiza procedimientos temporales y ciento por ciento reversibles.
La mayoría de los procedimientos de medicina estética tienen efectos por 4, 6 u 8 meses. Ejemplos de ello son las inyecciones de bótox o de ácido hialurónico.
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