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¿Tu hijo te cae mal y no lo soportas? Tres soluciones para ti

Si tu hijo te desobedece puede ser que hayas perdido la empatía con él. Psicólogos recomiendan tres pasos para recuperar la conexión con él.

Ser madre es una tarea 24/7 y los compromisos con la familia no se pueden eludir. No se pueden tomar vacaciones de la familia y a veces el estrés aumenta y explota en los momentos menos indicados. Hay ocasiones en que las madres tienen ese punto de quiebre con sus hijos al ver que no obedecen en las indicaciones y órdenes que ellas dan. La frustración de algunas madres puede llegar al punto en que puede considerar que no quiere a su hijo, que su actitud le causa repulsión, pero es un sentimiento tan chocante, que no se atreve a decirlo en voz alta.

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El sitio de Gabinete de Psicología aborda el tema y ofrece alternativas para los padres que llegan al desespero con sus pequeños.

Estos son tres consejos y tareas que puedes seguir cuando crees que tu tolerancia llega al nivel más bajo: 

1. Soltar lastre: revisar y modificar mis expectativas

En ocasiones las expectativas que nos ponemos los adultos son demasiado elevadas o perfectas y generan malestar cuando los hijos no las siguen al pie de la letra. Si no se lavó los dientes, si no estudió las horas que debería hacerlo o si no recogió los juguetes de su habitación.

--La lista: intenta escribir una lista de los comportamientos de tu hijo que te gustaría que él hiciera y con los que tú estés más satisfecha. Después pregúntate si esa conducta es totalmente necesaria para el buen comportamiento de tu hijo o es una exigencia que puedes flexibilizar. Ennumera los comportamientos por orden de importancia, según el beneficio que tendría para tu hijo.

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Ahora intenta flexibilizar esa expectativa bajando el nivel de exigencia en las que consideras que son menos importantes. Escribe cuál será tu expectativa concreta. Después de una semana, escribe las consecuencias reales que tuvo bajar tus demandas: ¿era tan importante que hiciera lo que le pedías al principio? ¿Estás más tranquila ahora?

--Resultados: Baja las expectativas por cuatro semanas y refuerza sus mejorías, cuando haya mejorado el comportamiento de tu hijo, puedes pasar a otros dos comportamientos más importantes, así hasta completar tu lista.

2. Motivar para el cambio: reforzar las aproximaciones a la meta deseada

--La lista: A veces el niño puede tener la percepción de que la meta que le ponen sus padres es demasiado difícil o está alejada de sus capacidades. En este caso busca uno o dos comportamientos que quieras que tu hijo realice y que no logras que lleve a cabo. Divide cada una de esas acciones en pasos más sencillos, menos ambiciosos, que tu hijo pueda hacer para que se pueda acercar al objetivo final.

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--Resultados: Es importante hacer este ejercicio con dos conductas sencillas que tengan probabilidad de ser conseguidas por tu hijo. Trata de pensar qué acercamientos a ellas premiarás y hazlo sin reproche ni ironía en un periodo de tres a cuatro semanas. Ve subiendo la exigencia de a poco, hasta que alcance un nivel aceptable para su edad e importancia en las tareas. Después de que las haya completado, puedes pasar a otras dos conductas e intentar hacer los mismo.

Los psicólogos dicen que si, como padres, premiamos esos acercamientos o logros de nuestros hijos, la probabilidad de que consigan hacer lo que queremos en un mediano plazo será mayor. Esto también hará crecer el intercambio de conductas positivas entre padre e hijo.

3. Poner atención a las causas del comportamiento de tu hijo

Cuando los pequeños no alcanzan las expectativas, tendemos a pensar que nos está tomando el pelo o que es su forma de  ponerse rebeldes y retarnos. Pensar que su comportamiento es para fastidiarnos puede crear en nosotros más rechazo y ansiedad.

Para averiguar este comportamiento en tu hijo, hay una tarea muy eficaz.

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--La lista: es hora de tomar la libreta y hacer un listado  de las conductas que quieres que tu hijo mejore en casa. Ahora busca cinco motivos por los que crees que tu hijo actúa así (por llamar la atención, pereza, enfado, orgullo). Ahora intenta crear una fórmula distinta a la que usas para proponer que haga lo que deseas. Aquí sirve si divides las tareas, si le pones atención o si le ayudas, para que baje el nivel de estrés entre ambos.

--Resultados: Haz el ejercicio con las tareas que más le cuesta cambiar a tu hijo. Intenta pensar en las alternativas de frenos que le impiden cambiar, así como las soluciones. Ve implementándolas, sé consistente, frena los pensamientos negativos. El objetivo es que veas la mala conducta de tu hijo de una forma más racional, con motivos no personales y de solución más práctica.

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