Tener un matrimonio exitoso y duradero no está relacionado con la falta de conflictos o diferencias en la relación. Todas las parejas, hasta las que parecen ser perfectas, libran batallas a diario y muchas veces por los motivos menos esperados.
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Problemas de dinero, falta de sexo y la educación de los hijos podrían parecer los motivos más comunes por los que los esposos pelean, pero de acuerdo con la escritora y oradora Karen Ehman, hay situaciones más complejas que complican la vida matrimonial.
La carga emocional, las expectativas no cumplidas y las percepciones falsas son, de acuerdo con Ehman, los detonantes más comunes de malentendidos y conflictos entre los casados.
1. La carga emocional que entorpece nuestras relaciones presentes puede venir desde experiencias en la infancia, en la adolescencia o en la edad adulta y muchas veces nada tiene que ver con nuestra esposa o esposo.
Lo más complicado de esto es que la pareja tiene su propia carga emocional y al ser situaciones que generan dolor o vergüenza ninguno de los dos sabe con qué está cargando el otro.
Por ejemplo, si para ti el hecho de llamar “tonto” a tu par en forma de broma no es ninguna falta de respeto, él puede asociarlo con alguna mala experiencia vivida durante su edad escolar que le genere malestar y esto podría desencadenar un pleito sin sentido.
Lo recomendable, según la experta, es frenar la situación en el momento justo, expresar lo que está ocurriendo y ofrecer una disculpa si se ha causado un daño.
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2. Las expectativas no cumplidas pueden generar frustración y enojo, y están ligadas a estereotipos inalcanzables o desconocidos para nuestra pareja.
Por ejemplo, tu mejor amiga tiene un marido que es muy bueno en los negocios, además es muy detallista y parece sacado de una película; por otro lado, tu esposo siempre olvida los aniversarios y no hace esfuerzos por progresar.
Esto no quiere decir que el marido en cuestión sea una mala persona, simplemente que tal vez desconoce que te molesta que no tenga detalles contigo y que te gustaría verlo triunfar como se merece.
Una vez más la comunicación hace la diferencia.
3. Las percepciones falsas consisten en dar por hecho situaciones que podrían no existir y que declaramos desde un principio como ciertas.
Un ejemplo de esto sería el esposo que llega a casa con un helado “bajo en calorías”, simplemente porque estaba en oferta y no deseaba seguir buscando más opciones en el supermercado. La esposa al verlo de inmediato piensa que es una indirecta para decirle que se ponga a dieta. Esto podría provocar una guerra en el hogar.
La recomendación de Karen es: “Piensa lo mejor. No asumas lo peor”.
Antes de iniciar una pelea basada en una suposición lo mejor es poner la mente en blanco, reflexionar sobre lo que ha ocurrido y preguntar antes de actuar.
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