Como padres siempre esperamos que nuestros hijos sean los que menos resulten lastimados durante un proceso de divorcio, sin embargo, es un momento en el que los niños están más susceptibles y necesitarán de nuestro apoyo para poder superar este trago amargo.
Aunque es una situación que ningún miembro de la familia vive de manera sencilla, el Instituto de Educación de la Universidad de Londres reveló a través de un estudio que la edad más difícil para atravesar por la separación de los padres es entre los 7 y los 14 años.
“A estas edades aumenta un 16 por ciento la probabilidad de padecer un trastorno emocional, como depresión y ansiedad, e incrementan un 8 % los problemas conductuales”, aseguró la profesora Emla Fitzsimons, coautora del estudio.
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La partida de uno de los padres causa efectos en la infancia tardía que están relacionados con problemas como inseguridad, dependencia, timidez marcada, miedos, fobias, tristeza, preocupación, inestabilidad del estado de ánimo y obsesiones tanto en hombres como en mujeres.
Ante una decisión tan definitiva como lo es un divorcio, lo más recomendable es mantener una comunicación abierta con los hijos, pues de esta manera se pueden preparar para el duro golpe y podemos lograr que no se sientan desprotegidos, a pesar de que también será un momento difícil para nosotros.
Todos los conflictos, riñas y discusiones, así como los comentarios sobre el proceso legal, se deben mantener al margen de los hijos. También es importante evitar los comentarios negativos sobre el otro para no impulsar una imagen errónea en los niños.
Aunque la separación implica cambios importantes en la vida de nuestros hijos, hay que tratar de mantener sus rutinas cotidianas, pero también hay que ser honestos sobre los cambios radicales, como una mudanza, un cambio de colegio o un cambio en sus actividades extraescolares.
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