No soy alguien que pida mucho, solo quiero las cosas simples de la vida: felicidad, buena salud, amor, comer lo que quiera y nunca subir de peso. Pero, sobre todo, quiero poder criar a mi hijo. No estoy hablando de lo “básico”: refugio, comida, acceso a una buena educación, etcétera. No me malinterpretes, quiero poder darle continuamente esas cosas a mi hijo, pero cualquier padre lo hace.
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Esas son las cosas cotidianas que a menudo damos por sentado y mi pregunta es: ¿Cómo diablos crío un hijo en estos tiempos? No recuerdo que nuestro mundo estuviera en un estado de confusión tan grande cuando era una niña. Esto significa que mi madre hizo un trabajo increíble al protegerme de él o que los tiempos realmente han cambiado. Me rompe el corazón ver en un extremo del espectro, cuán avanzado se ha vuelto nuestro país, y en el otro ver que nuestra humanidad básica continúa sin control.
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Cada vez que enciendo las noticias, escucho una nueva tragedia en todo el país e incluso en la ciudad más cercana. Se ha puesto tan mal, que ya no viajo tranquila cuando el sol se pone, que reconsideré detenerme en el centro comercial por las noches, y nunca lo haré con mi hijo acompañándome. Se ha puesto tan mal, que me niego a llevar a mi familia a la feria anual de la ciudad por temor a lo que podría pasar si los ánimos aumentan en medio de una multitud tan grande. Se ha puesto tan mal, que no puedo imaginar traer otra vida a este mundo.
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Ser padre significa que ya tengo un "sistema de preocupación" totalmente operativo incorporado. Pero nunca, en un millón de años, pensé que tendría que agregar tantas tareas diarias a la lista de las que ya me preocupo. Nuestro país está sufriendo, y parece estar empeorando. Desde los actos de terrorismo, a accidentes devastadores; la mayoría de nuestros problemas se derivan de una reacción instintiva de ira y desesperación.
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Esto tiene que parar. Realmente no importa cuáles sean mis opiniones sobre los temas de las noticias; y no te ofendas, pero tus opiniones tampoco importan mucho. Las opiniones no nos llevan a ningún lado. Son nuestras acciones las que hacen la diferencia. La forma en que tratamos a otras personas; la forma en que tomamos la decisión de levantarnos, o de sentarnos, cuando vemos que las cosas van terriblemente mal.
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El daño ya esta hecho. No podemos volver atrás y desaparecer las cosas que se dijeron. No podemos devolver a quienes han perdido la vida innecesariamente. Lo que podemos hacer es enseñar a nuestros hijos a ser mejores de lo que hemos sido nosotros.
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¿Pero cómo? ¿Cómo le enseño a mi hijo lo que significa crecer para ser un buen hombre cuando el mundo ya está dando un ejemplo tan horrible? ¿Cómo le explico a mi hijo que la respuesta a las protestas contra la violencia no es, a su vez, más violencia, a pesar de lo que vemos en las noticias y en nuestros pueblos cada día? ¿Cómo le enseño a ser cauteloso y a estar seguro en nuestro mundo sin inculcarle miedo?
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¿Cómo le enseño estas cosas sin robar su inocencia? Me aterroriza pensar que él creció y enfrentó estos problemas como adulto. Quiero hacerle entender que estamos todos juntos en esto, pero necesito que sepa que estos peligros son reales. En nuestra casa, lo intentamos porque es nuestro deber. Se lo debemos a nuestro hijo para darle todo lo que necesita en la vida para crecer y ser un ser humano increíble.
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Entendemos que esta responsabilidad recae sobre nuestros hombros y comienza en casa. Le enseñamos a nuestro hijo a respetar a los demás, le enseñamos sobre la igualdad, y desafortunadamente, a veces, le enseñamos sobre la falta de esto en nuestro mundo. Le enseñamos la importancia de hacer siempre lo correcto y corregir nuestros errores cuando se cometen.
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Si es verdad lo que dicen; que el amor es natural y el odio se aprende, entonces mi corazón se rompe al pensar en aquellos que han perdido o tomado la vida de alguien debido al odio. Todas esas personas, buenas y malas, alguna vez fueron hijos de alguien. Todos tuvieron la oportunidad de ser algo grande. Y aquí está la cosa; Todos tenemos la oportunidad de ser algo grande. Todos merecemos vivir una vida sin miedo y con amor.
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