La madrugada del 5 de noviembre fue muy inquieta para Dacia Pittman, de 23 años, que daba vueltas en su cama. Con 38 semanas de un embarazo de gemelos, la mujer luchaba por sentirse cómoda. Después de despertarse a las 6 am, sintió calambres, que fueron incrementándose.
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Al poco tiempo, se dio cuenta de que el parto había comenzado y despertó de un codazo a su esposo, Marcus Giffin, de 26 años. "Desperté a mi esposo y le dije: 'Oye, creo que tenemos que ir al hospital'", relató Pittman, originaria de Caldwell, Ohio, a Today.
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Empacaron una maleta y llamaron a la hermana de Marcus para reunirse con ella y recoger a sus hijos, Harley, de ocho años, y Billy, de cinco. Mientras conducían el trayecto de 25 minutos al hospital, Pittman se dio cuenta de que los gemelos no esperarían hasta llegar.
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"Oh Dios, simplemente sucedió. Yo pensaba: 'Cariño, no creo que lo vaya a lograr’”, contó la mujer. Un momento después, Everett, que pesó 6 libras y 3 onzas, nació en su auto. Mientras Pittman luchaba por dar a luz a su hijo recién nacido, Giffin comenzó a pedirle direcciones para llegar al hospital. Había estado en el consultorio del médico, pero no estaba seguro de cómo llegar al hospital.
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"Le enseñé cómo llegar allí", dijo Dacia. Unos 10 minutos más tarde, mientras Giffin avanzaba a gran velocidad por la carretera, siguiendo las instrucciones de Pittman, comenzó a nacer Amelia, que pesó 5 libras y 15 onzas. "Ella todavía estaba en su saco amniótico. Lo rompí. Mi marido se asustó un poco. Dijo: 'Cariño, ¿qué hago?'. Le dije: 'Están sanos, vivos y llorando, no tienes que acelerar'".
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Cuando llegaron al hospital, Pittman le mostró a Giffin cómo llegar a la sala de emergencias. Después de estacionarse, nuevamente se sintió confundido acerca de lo que tenía que hacer. "Le dije: 'Entra casualmente y diles que tenemos bebés, que necesitamos que nos atiendan'", recuerda Pittman.
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Unos cuantos doctores salieron con mantas y una camilla para Pittman. Le preguntaron si podía caminar y ella dijo que podía hacerlo. "Salí del auto y me arrastré hasta la camilla. Eso sí, estaba desnuda. Los doctores estaban bastante sorprendidos", contó.
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Ambos bebés eran lo suficientemente grandes como para no necesitar una estancia en la unidad de cuidados intensivos neonatales y se fueron a casa dos días después. Pittman se siente muy afortunada. "Quería bebés sanos, de buen tamaño. Mi gran temor era tener una cesárea. No tuve una cesárea, pero no esperaba tenerlos fuera del hospital", dijo.
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Everett y Amelia han ido desarrollándose con normalidad y Pittman dice que esta es la última vez que la llevarán al hospital por un parto. Ella y Giffin no quieren más hijos. "He terminado. Tengo a mi niña pequeña ", dice. “Cuatro hijos es suficiente. Con mi suerte, tendría más niños”.
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